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Como
muchos españoles, desde el 25 M a esta parte le he echado
muchas horas a Simancas. Si le hubiéramos echado a la Física
Cuántica tantas horas como a Simancas, ahora todos podríamos
optar a la tómbola de los premios Príncipe de Asturias y
llevarnos el de investigación como la Vuelta a Francia ganó el
de Deportes: sin causa justificada. Tantas horas le he echado a
oír teorías sobre Simancas, que hasta he aprendido el lenguaje
vacuo de los tertulianos, que no crean que es tan fácil.
Gracias a Simancas he hecho una inmersión lingüística en esa
jerigonza, y miren cómo he roto a hablar en ella: "Este es
un tema de mucho calado que se está abriendo camino hasta unas
dimensiones que se nos escapan; hasta donde yo sé, más pronto
que tarde habrá que ponerlo blanco sobre negro antes que sea
blanco y en botella..." ¡La gallina!
Lo que nadie me acaba de
explicar y con ningún lenguaje de corrección tertuliana o de
ultracorrección de analista político es la incógnita del
cuello de Simancas. Simancas tiene cintura. No tanta como
Tamayo, pero la tiene. Tamayo es otra cosa. La otra noche le
dijo Tamayo a Manuel Antonio Rico que lo suyo fue por la
inseguridad ciudadana de la política. Que vio el atraco que los
comunistas (sic) iban a perpetrar en la Comunidad de Madrid, y
que lo frustró. Yo creo que Tamayo le dio a los atracadores de
progreso con el bolso de la señora Seisdedos, la madre de
Tamara: lo digo por el ladrillo dentro del bolso.
Simancas tiene, pues, cintura.
Y corazón. Pero ¿tiene cuello? No corre peligro su candidatura
a la presidencia. A Simancas no le pueden cortar el cuello,
porque no lo tiene. Su cabeza engarza directamente con el
tronco. Es una cabeza asomada por detrás del cuello de una
camisa. ¿Sabe Simancas que cuando se compra uno una camisa
nueva, por ejemplo la camisa de la presidencia de la Comunidad,
hay que quitarle los cartones que trae dentro del cuello?
Seguramente no se lo han dicho y los lleva por dentro. Me
encantaría tener acceso a Simancas no para hacerle una
entrevista en términos de la jerga del mucho calado, sino para
tocarle el cuello de la camisa: seguro que tiene los cartones
dentro. De otra forma no se explica que se asome por detrás del
cuello de la camisa como quien se encarama a una tapia para
curiosear en casa del vecino.
O a lo mejor tiene el problema
Mari Cielo, también llamado teoría de Gerardo Diego sobre El
Viti. Gerardo nos descubrió que Santiago Martín tenía tan
gran técnica como torero porque la cabeza no le correspondía
al cuerpo. Al Viti le cabía el Cossío dentro de la cabeza, y
se le notaba. Ese mismo problema de cánones lo vemos en Mari
Cielo Pajares, que también tiene deshermanados cabeza y cuerpo,
como cuando en las rebajas están las perchas trastabilladas y
nos compramos con un traje con la chaqueta de la talla 52 y los
pantalones de la 46. El problema de Simancas es así, de canon
de cabeza y de cuello. Y digo cuello por no decirlo en andaluz.
Aunque no tiene cuello, ¡menudo pescuezo!
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