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En
Canal Sur se está viendo la copla. La copla del silencio. Los
silencios del Canal Sur van a llegar a ser más famosos que los
de la Maestranza. Canal Sur es una cofradía de silencio, como
la hermandad a la que pertenecían algunos de sus fundadores.
Hay en Canal Sur un silencio de copla. Ahora que en las
televisiones de la recogida de residuos sólidos urbanos (vulgo
basura) se habla tanto del sexo de los ángeles de la copla, se
pregona cada tarde que Canal Sur ha impuesto la ley del silencio
sobre una estrella de la canción andaluza. Ni entro ni salgo en
esa polvareda última, que de momento me parece depravada,
deprimente y anticonstitucional: nadie puede ser discriminado
por razones de sexo; cada cual puede hacer con su sexo un sayo.
Y más todavía: descubrir a estas alturas de curso lo que saca
con tanto escándalo y tanta equis en los apellidos la
acusación privada es como presentar como un hallazgo que Estepa
produce polvorones o que en Puente Genil hay carne de membrillo.
Sentado lo cual hay que
reconocer que Canal Sur ha inventado las listas blancas. Listas
negras había ya, era lo habitual: personas de las que no se
podía hablar, por el supremo principio de al enemigo, ni agua.
Pero ahora se ha comprobado que más que las listas negras lo
que funciona a tope en el Canal es la tecnología punta de las
listas blancas. Consisten las listas blancas en que no se puede
hablar de lo que perjudique a quienes son amigos de la casa, o a
quienes han ido a pedirle árnica a Zarrías y a Chaves,
exhibiendo una medalla de Andalucía como se cuelgan la medalla
de la Blanca Paloma a la hora de besuquear y manosear a su
adulterino amante en el camino del Rocío. Decretado lo cual, en
todos los programas se puede comprobar el silencio de copla que
se ha aplicado al escándalo de Marbella, con jurisprudencia del
Aranzadi de Quintero, León y Quiroga. La sentencia que dice:
"Silencio, cariño mío, cuando yo beso tu boca". Y la
otra que deja sentado que "silencio guarda la brisa al
pasar por los trigales".
Lo inexplicable es el silencio
sobre el silencio. Que ni periodística ni políticamente, con
la excepción de cuanto se ha publicado aquí en EL MUNDO, se
haya levantado el clamor de turno sobre este indignante caso de
censura en un medio informativo público a favor de una señora
particular y de su entorno. ¿Cómo es que ni el PP ni Izquierda
Unida han abierto la boca, ni se ha conocido en el resto de
España este escándalo?
Me hago la siguiente
composición de lugar para medir este caso de totalitarismo
informativo. Una fábula. El alcalde de Benidorm, del PP, se ha
liado con una tonadillera, sobre un oscuro horizonte de
ladrillos, recalificaciones, maletines y mociones de censura. Y
como los amoríos los están sacando más de la cuenta en el
"Tómbola" de la TV autonómica valenciana, que
depende del PP, la tonadillera, que fue Medalla de Valencia, se
va derechita a ver al consejero de Presidencia de la Generalitat
para que imponga "silencio, cariño mío, cuando yo beso su
boca" en todos los programas de la tele regional. La TV
valenciana del PP lo cumple a rajatabla, pero estalla el
escándalo. El PSOE se encarga de ello. La prensa adicta saca
unos titulares así de gordos: "La TV valenciana del PP
impone la ley del silencio sobre la tonadillera y el alcalde de
Benidorm". Hay columnas, editoriales, minutación extensa
en las tertulias, llamadas de los oyentes, cartas de los
lectores. La pera. El PSOE sabe perfectamente orquestar estas
campañas. Cuando son de otros. Pero como esa fábula no es de
ficción, sino que se ha dado aquí, en la TV andaluza que
controla el PSOE, pues se ha visto la copla. Silencio sobre el
silencio. Silencio, cariño mío, cuando yo beso su boca...
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