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Gracias
a las encuestas de Gallup ahora sabemos finalmente qué pasó en
el Ayuntamiento de Marbella, el que Gil saqueó como a Roma los
bárbaros. Lo de Marbella no ha sido moción de censura, ni
cristobitas del retablo de las maravillas del gremio de la
construcción movidos por el ex presidiario ex presidente, sino
algo de nueva planta, de reciente creación, de Andalucía
emprendedora, tecnología punta: el braguetazo mediático. Quien
a buena fama se arrima, mucha televisión le cae encima. Julián
Muñoz, liándose de La Pantoja, entró directamente en los
"top ten" de los 40 principales de la popularidad en
España. Gracias a la Pantoja, Muñoz se codea en las encuestas
con Aznar, con Rajoy, con Beckham, con David Bisbal.
Es como para emigrar
urgentemente de España considerar el resultado de esa encuesta
de Gallup. He aquí el orden de popularidad en España: 1,
Isabel Pantoja; 2, Aznar (pero a 7 puntos de la Pantoja); 3,
Rajoy; 4, Julián Muñoz; 5, Beckham; 6, David Bisbal; 7,
Zapatero; 8, Andrés Pajares; 9, Pocholo Martínez Bordiú y 10,
el piloto Fernando Alonso. En estos "top ten", como
ven, nadie relacionado ni por el forro con la cultura, todos
esdrújulos: mediáticos o galácticos o políticos. Nadie
relacionado con ese mundo emergente de la solidaridad y de las
ONG. Todo corazón. Todo chuflerío mediático. Que el PSOE,
siendo el PSOE, el segundo partido de España, el que tiene
importantísimas cuotas de poder por voluntad popular, el que
gobierna en la autonomía de la Pantoja y del Muñoz, no consiga
meter a Zapatero ni en puesto de Championlí ni de UEFA de la
liga de la popularidad significa que aquí está en quiebra todo
un sistema de valores.
Y demuestra que por mucha que
hayamos puesto en hora el reloj de las Tendillas,
sincronizándolo con el meridiano europeo, y por mucho que
hayamos avanzado en enseñanza, en sanidad, en cultura, en PIB,
en bienestar, Andalucía sigue condenada a la pandereta. No
puede decirse ahora que el fenómeno de las folklóricas sea un
recurso del pan y circo de las dictaduras. La Pantoja es un
producto de la democracia, de la autonomía que la mima y
medallea. La Pantoja de la democracia va a San Telmo a ver a
Zarrías como las folklóricas de la dictadura iban a los
jardines de la Granja con Franco. Ella y decenas más. La
televisión basura se nutre y retroalimenta de personajes
andaluces. El día que dejaran de salir los andaluces en las
pantallas de la basura, se acabó lo que se daba. Es muy triste
que más de veinte años de autonomía no hayan servido para
acabar con la pandereta. Encima la han hecho mediática.
La reforma agraria va
Esto es como aquella canción
cubana de Carlos Puebla que cantaban los progres cuando todavía
usaban traje de pana y no se habían hecho ricos podridos:
"La reforma agraria va,/ de todas maneras va". Dicen
los clásicos del liberalismo que el mejor Ministerio de Cultura
es el que no existe. Debían añadir que la mejor reforma
agraria es la que no se hace, o la que se hace sola, impulsada
por la suprema ley del reparto de la presión del mercado. Si
hay algo olvidado en nuestra tierra es la agricultura.
Andalucía ha pasado de ser "eminentemente agrícola",
como decían las enciclopedias Alvarez y Dalmau Carles, a
"eminentemente turística y de servicios". Lo tópicos
latifundios de los terratenientes ya no están en el campo: son
las recalificaciones de los pisotenientes. El campo no da
prestigio social. Pero da riqueza. Olvidado, con la PAC muchas
veces en contra, con los tomates moros entrando al libre
albedrío europeo, pero mucha riqueza. No creo yo que si se
hubiera llevado a cabo la descabellada reforma agraria de Rafael
Escuredo, con Miguel Manaute dando por ahí vueltas con la
amotillo roja de las expropiaciones, el campo andaluz
produciría tanto como ahora, solo, gracias a la iniciativa de
la profesión más desprestigiada de Andalucía: agricultor.
Según el último estudio, la producción agraria andaluza ha
aumentado un 7 por ciento, y ha alcanzado los 8.890 millones de
euros. ¿Hubiera crecido un 7% con un modelo intervencionista,
como se quería aplicar con la reforma agraria? Sin necesidad de
amenazas de expropiaciones, la agricultura se ha tecnificado,
puesto por goteo o bajo plástico, conectado con la industria
agroalimentaria... Está afortunadamente en el siglo XXI, cuando
hubo un demagógico tiempo que nos la quisieron devolver al
superado siglo XIX de la lucha por la tierra y del reparto.
Puestos a repartir, lo que hay que repartir ahora son los
terrenos recalificados de la Cruzcampo, digo yo, que eso sí que
es un buen latifundio, y no los del Duque del Infantado...
De Goya a Picasso
No sabemos si se ha celebrado
ya o se va a celebrar. ¿El qué? Una corrida de toros en
Málaga, anunciada como "picassiana". Como la goyesca
de Ronda, pero en Picasso y en la capital. ¿Cómo será una
corrida picassiana, Dios mío de mi alma? ¿Saldrán los toros
disfrazados de minotauros y los caballos de los picadores como
el caballo del "Guernica"? ¿Y por qué nos quedamos
en las corridas picassianas? Una vez puestos, ¿por qué no
inventamos las corridas velazqueñas, y las corridas murillescas,
y las corridas zurbaranescas, y las corridas zobelianas, y las
corridas tapiesianas?
Trajano
Menos mal que se acuerdan de
Trajano, aquel emigrante de lujo, el otro emperador que la
Bética andaluza mandó a Roma. Como Trajano no ha tenido su
Margarita Yourcenar, en la historia y en la leyenda queda
siempre como el hermano pobre de Adriano.
Juan Ignacio Zoido
Nunca se nos caen los anillos
por reconocer el mérito de los compañeros. Por eso tomamos
aquí prestadas las palabras de Luis Carlos Peris en
"Diario de Sevilla", hablando de la entereza del
delegado del Gobierno en Andalucía, cumpliendo con sus
actividades oficiales junto a la Reina, horas después de
enterrar a su hijo, de 17 años, muerto en accidente. Peris ha
escrito lo que nosotros hubiéramos querido decir:
"Enhiesto, vistiendo el cargo de representante de Aznar en
la tierra nuestra, Juan
Ignacio Zoido a pie de obra, sin descomponerse, hecho un
tío, aguantando el tirón nada menos que como todo un hombre,
lo que es. Hay que ser padre para comprender el
drama que vive Juan Ignacio, pero ahí estaba, firme,
impresionante."
Romería con tirón
El domingo pasado, la
centenaria romería de Torrijos en Valencina de la Concepción.
Este domingo, Valme en Dos Hermanas... Bueno, en Dos Hermanas.
En término municipal de Sevilla exactamente. En Dos Hermanas se
da la paradoja singularísima de que los nazarenos, para ir a su
romería, de momento tienen que salir del término municipal y
después ya veremos. Es el bocado que por influencia de los
militares le pegó Franco al término de Dos Hermanas para que
los cuarteles dependieran de la capital, la ermita de Valme
quedó empadronada forzosamente en Sevilla. Si Valme es una
romería con tirón popular no es gratuito: su ermita se la
quitó Sevilla a Dos Hermanas por el procedimiento del tirón.
Así que los almonteños no están solos en cuanto a
apropiaciones indebidas de romerías locales. Sevilla no
solamente se apropió de la romería de Valme, sino hasta del
suelo catastral de la ermita. Al cambio, es como si la ermita
del Rocío hubiera pasado a ser término municipal de
Villamanrique.
Globalización rociera
Hablando de Torrijos y de Valme.
Estas eran de antiguo las romerías a las que iban los
sevillanos. Al Rocío iban en todo caso los trianeros. Como
ocurre con Valme y con Torrijos ocurre con cien pueblos
andaluces, que tienen unas romerías que en siglos pasados
tuvieron la devoción y la popularidad que el Rocío ahora. Los
ex votos que hay en muchas de esas capillas hablan de esa
devoción, ya desaparecida. Arrasada diríamos por el Rocío
globalizador y mediático, que en todo influye y del que tantos
(y no precisamente los almonteños) hacen su negocio y su
ocasión de protagonismo. Las centenarias romerías andaluzas,
cada una con su propia personalidad, con sus tradiciones, han
sufrido esa influencia mediática del Rocío. Hemos visto coros
rocieros, tamboriles, flautas, simpecados y carriolas en viejas
ermitas de la sierra o de la campiña, muy alejadas de Almonte y
del Rocío, fuera del antiguo Reino de Sevilla. La Consejería
de Cultura debería de tomar cartas en el asunto, para conservar
la personalidad etnográfica de nuestras romerías, donde hay
siempre quien quiere, por ejemplo, quitarse el pañuelo de
Setefilla y ponerse el sombrero de ala ancha del Rocío.
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