|
Como
número no está mal el 17: negro, impar y pasa; vecino del 25 y
del 34; en los desamparados y escasos huérfanos de la ruleta
francesa, mínima y partida zona frontera con el tercio y la
asociación de vecinos del cero. En Madrid y en Marbella, en
Monte Picayo y en Peralada, al 17 juegan muchos famosos, que lo
tienen como favorito, esté el cilindro dando huérfanos o no los
dé, que hay quien se empeña en apostar contra la suerte. Al 17
creo que jugaba Lola Flores en el casino de Marbella. Al 17
juegan muchos populares. Algunos, por el 17, se han dejado en la
ruleta diecisiete cortijos o diecisiete pisos del barrio de
Salamanca. Cuando Don Juan de Borbón estaba en el exilio
portugués, "Villa Giralda" quedaba al lado del casino de Estoril.
Y muchos de los monárquicos de semana que luego decían que se
habían arruinado ayudando económicamente a la Causa del Conde de
Barcelona callaban que donde habían dejado su fortuna había
sido, en efecto, en Estoril, pero no en el 3 del ordinal de Don
Juan como Rey, sino en el 17 de la ruleta del casino.
Hago este elogio casi ludópata del 17 no porque
yo haya sentado plaza de Gonzalo García Pelayo, sino porque nos
va a hacer falta. ¡Señores, hagan juego! Aquí no hay aviso de
"no vas más", sino de todo lo contrario: no crean que esto se va
a quedar así. Esto va a más y a peor. ¡Todo al 17! ¡Pum!, el
montón entero de fichas en el 17: las fichas rojas de la
reconciliación nacional, las fichas negras del consenso, las
fichas de la unidad nacional, amarillas, con la mala suerte que
trae el amarillo. Cuando en Estoril los monárquicos y en
Biarritz los ricos se jugaban sus cortijos y sus haciendas al
17, arriesgaban su dinerito particular. Si se quedaban
palmatorias totales, era su capricho y su aventura. Pero ahora
todo el capital que están poniendo para jugárselo, y
probablemente perderlo, al 17, no es de los jugadores sentados
en la mesa, sino que es nuestro, de todos los españoles,
conseguido con tantas fatiguitas, renuncias, esperanzas, miedos
y esfuerzos.
Pedir 17 agencias tributarias (o 17 cobradores
del frac, da lo mismo) es arriesgarse a echar tapete negro sobre
la caja común del Reino de España. ¿Qué agencia recaudará para
mantener las Fuerzas Armadas, el servicio exterior o o las
instituciones parlamentarias de la soberanía nacional, si es que
sigue existiendo cuando haya caído la bola no en el 17, sino en
el 0 patatero? Pedir 17 tribunales supremos de la Señorita Pepis,
y me imagino que 17 consejos del poder judicial, es arriesgarse
a echar tapete negro definitivo sobre la independencia de la
Justicia. Es jugar al 17, pero no en la ruleta francesa, sino a
la ruleta rusa con el cargador hasta la corcha. Tras la
Constitución, la solución al problema vasco y al problema
catalán fue el error de las 17 autonomías del café para todos.
Entonces por lo menos había café que repartir. Ahora,
probablemente, cuando nos lo hayamos jugado todo al 17 y lo
hayamos perdido, como ya está todo el café agotado, habrá que
empezar a repartir mierda.
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|