sí
se llamaba la novela con la que Alfonso Grosso quedó finalista
del Planeta en 1978, que ganó Juan Marsé con "La muchacha de las
bragas de oro". Y los invitados son los protagonistas de la
novela viva de esta España prenupcial de otra afortunada
muchacha de las bragas de oro. En los círculos con "glamour" no
se habla de otra cosa, Más que la boda, se comenta quiénes van a
ir y quiénes se han quedado con las ganas. Como creen que a los
que escribimos en los papeles se nos ha posado en la cabeza la
paloma del Espíritu Santo, no hacen más que preguntarnos por los
invitados. Las preguntas más frecuentes que te hacen, las FAQ
que dicen en inglés, son de dos tipos:
1. ¿Tú sabes si a Javier lo han invitado a la boda?
2. ¿Es verdad que a Menchu no la han invitado
a la boda?
Un gran señor de Ronda, más inglés que
andaluz, el marqués de Salvatierra, me lo tiene dicho:
-- Las fiestas, las bodas, los cumpleaños, hay
que organizarlos no para convidar a los amigos, sino para no
invitar bajo ningún concepto a los enemigos.
Y me lo decía en unas copas de Navidad que
daba en su casa de Sevilla:
-- Con estas copas mismo sé que he conseguido
mi objetivo: la cruel venganza de hacer la lista de invitados.
Los españoles con poder y con rango y
ringorrango se dividen, por tanto, en dos grandes grupos: los
que han sido invitados a la boda y los que no han sido
invitados. He descubierto un tercero, peligrosísimo: el de
quienes no habiendo sido convidados, van por ahí presumiendo de
falsa invitación. Se ronea con la invitación falsa de boda como
se presume del árbol genealógico que no se tiene o del casoplón
en Marbella que no existe. Es facilísimo. Para figurar como
invitado a la boda, basta con decir que nos han invitado. España
se ha llenado de falsos invitados a la boda. Si todos los que
presumen de haber sido invitados hubieran sido requeridos de
verdad, la boda tendría que celebrarse en el Bernabeu, no en La
Almudena, porque no iban a caber. Los falsos invitados, como Don
Quijote se creía caballero, se han leído el Amadís de los
previos de la boda y te dan toda suerte de detalles del tarjetón
con cantos dorados que han recibido. Alguna señora hasta se ha
encargado un vestido para la boda en Tony Benítez, para que se
comente con toda verosimilitud la invitación.
Como puede que se tope usted con invitados
falsos e invitados verdaderos, les revelo mi piedra de toque
para distinguirlos. El invitado falso se dará mucha importancia
con el convite. El invitado verdadero, por el contrario,
mostrará el distanciamiento de un elegante fastidio:
-- Fíjate qué horror, no tengo más remedio que
ir a la boda.
Lo que nunca te dicen los invitados verdaderos
es que tal fastidio es porque tienen que alquilarse un chaqué.