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Biografía y libros de Antonio Burgos

Los recuadros

El premio Cavia

El  Romero Murube

Libro "Sevilla en cien recuadros"

Entrevistas con A.B.

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SECCION
abc.es
domingo 1/8/2004         "Antonio Burgos: Maestro", por Javier Criado

Entrevista: «Los sevillanos me otorgaron el estatus de cofradía refugiada por obras»   «El palimpsesto de Burgos», por Angel Pérez Guerra

"Restauración periodística sevillana", por Julio Domínguez Arjona

Antonio Burgos regresa a ABC     "El regreso del cofrade", por Jaime Campmany

"El Recuadro" recupera su sitio de honor a partir del 5 de septiembre


El escritor Antonio Burgos regresa como articulista a ABC y también en el
nuevo diario que el Grupo Vocento lanzará próximamente en Cádiz.


SEVILLA.Refiriéndose a ABC, el escritor y articulista Antonio Burgos proclamó hace apenas ocho meses: «Menos la primera comunión, yo lo he hecho todo en esta Casa». Así, casi iniciaba Burgos su literario e inolvidable discurso de agradecimiento durante la cena en la que recibió el Premio Joaquín Romero Murube 2003 por su emocionante artículo «Farol de cruz de guía». Es cierto lo que dijo entonces, sin duda, pero en sus palabras no cabía toda la verdad, pues las certezas de los hombres se refieren siempre, necesaria y exclusivamente, al pasado o al presente, nunca a lo que queda por venir. Y lo que Burgos, aún sin saberlo, tenía entonces (y tiene ahora por delante) es mucho: nada menos que su vuelta al diario donde se forjó, primero, como rotundo periodista de raza y mil registros, y luego, como brillante y lúcido articulista hasta alcanzar lugar de privilegio entre los escritores y comentaristas más influyentes por su estilo y uno de los más destacados de todo el panorama nacional.

Aquellas palabras pronunciadas con orgullo en la Casa de ABC de Sevilla la feliz noche del galardón, en la cual dijo sentirse «como cuando Joselito el Gallo toreaba en el patio de su casa, la plaza Monumental», no albergaron para nadie la menor sombra de duda de que con ellas no se podía dar por cerrado un ciclo que Burgos inició como redactor-confeccionador de ABC en el lejano año de 1966 y que, tras un breve paréntesis para participar en la fundación del diario «Informaciones de Andalucía», en 1977, se prolongó hasta mayo de 1990, ya como subdirector de ABC de Sevilla, después de haber ocupado el cargo de redactor-jefe. Premio Mariano de Cavia de 1988 por su artículo «Habanera gaditana para un Príncipe» y numerario de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras desde 1985 (en la que ingresó con un discurso sobre el Patrimonio Inmaterial de Sevilla al que contestó el profesor Olivencia en nombre de la corporación) , Antonio Burgos pasó, como articulista en ABC, de ser un firme defensor de ese patrimonio inmaterial y material sevillano y andaluz bajo el seudónimo de Abel Infanzón en la sección «Casco Antiguo», a convertirse en una voz de referencia durante la transición que aportaba un enfoque netamente andaluz y trascendente, cargado chispa, hondura y calidad literaria, a los problemas nacionales que vivimos en aquellos confusos y difíciles tiempos los españoles.

Sus artículos de la cincuentenaria sección «Sevilla al día», cuyos innumerables lectores terminaron renombrando como «El Recuadro» (así se quedaría para los restos), fueron, casi desde el comienzo, punto obligado de conexión con las realidades cotidianas y con los grandes asuntos de fondo. Su brillantez de estilo y su fina capacidad de observación de esos detalles que a veces no advertimos los demás mortales, pero que constituyen a menudo la mejor clave para penetrar en el fondo de la cuestión, terminaron por proyectarle como el excelente cronista ciudadano que hoy le reconocen hasta sus más encendidos discrepantes. ¿Y qué sería de un articulista sin unos buenos discrepantes...? Es cierto, sí, que lo ha hecho todo en ABC (tal vez, «menos la primera comunión», como él mismo dijo aquella noche del Romero Murube), y que toda una generación de jóvenes periodistas que lo tuvo como redactor-jefe o subdirector lo considera su maestro, pero acaso le faltaba al Maestro Burgos... volver a ABC.

Estilo personalísimo

A la infinidad de sus lectores, que le conocen bien, les resultará fácil imaginar que, dada su inagotable capacidad de creación, su personalísimo estilo literario, su originalidad y erudición, su modo cercano y directo de abordar cualquier asunto (a veces lírico, otras irónico), sus argumentos siempre limpios e ingeniosos, su aguda forma de mirar cuanto le rodea y nos rodea, sus latigazos de incuestionable sentido común (que, ya se sabe, es el menos común de los sentidos), así como su declarado y profundo respeto, lealtad y admiración por los valores que representan la larga trayectoria de un siglo de ABC y la Institución que siempre defendió, impulsan a Antonio Burgos en esta nueva etapa con bríos nuevos e ilusiones renovadas por su vuelta a la Casa donde se alumbró y se consagró como el insigne hidalgo del articulismo español que es desde hace décadas.

Antonio Burgos recupera el sitio de honor que le corresponde en las páginas de ABC, tanto en su edición nacional como en ABC de Sevilla y, simultáneamente, en las del nuevo diario que, muy pronto, el Grupo Vocento lanzará en fechas próximas en Cádiz. Aunque en ABC, es cierto, Burgos lo ha hecho todo, no todo lo que ha hecho ha sido en ABC. Su fuente creativa resulta tan descomunal que se diría inagotable, como así lo ha venido demostrando todos estos años en sus numerosos libros y en los varios miles de artículos que, tras su dimisión como subdirector de ABC y articulista en 1990, ha sumado en otros muchos medios de comunicación, como Diario 16, El Mundo, Época o la revista Hola, en los cuales ha seguido proclamando su enorme talento e impartiendo su magisterio como escritor y articulista. Ingenioso por rebosamiento y prolífico por dedicación y amor a la literatura, ha publicado más de treinta libros, entre novelas, poesía, ensayos, biografías y colecciones de artículos, así como obras de tan difícil catalogación como la última, «Gatos sin fronteras», reciente éxito editorial que ha superado ya la cifra de más de sesenta mil ejemplares vendidos sobre la singular mirada a nuestro mundo de un gato «real» (en todas sus posibles acepciones) llamado Remo.

Uno de sus primeros libros, el ensayo «Andalucía, ¿Tercer Mundo?», constituyó un aldabonazo para el resurgir del sentimiento autonómico andaluz. Luego vendrían novelas como «El contrabandista de pájaros» (Premio Ciudad de Marbella 1973), «Las cabañuelas de agosto» (Premio Ateneo de Sevilla 1982) o «Las lágrimas de San Pedro», entre otras.

Evocación literaria

Autor de múltiples y originales ensayos sobre algunas de las principales tradiciones de Andalucía (como su fundamental estudio sobre el léxico cofradiero de Sevilla), su inmenso poder de evocación literaria y sentimental le han conducido a publicar algunas biografías noveladas que son tenidas por obras monumentales. Así, «Rafael de León, poemas y canciones» (1980) y, más recientemente, «Curro Romero, la esencia» (2000) y «Juanito Valderrama: Mi España querida» (2002).

Andaluz convencido de vocación universal, como muchos de los más grandes; sevillano de nación y por grata asunción de ese destino, y gaditano de elección y por nombramiento oficial como Hijo Adoptivo tras la petición de las firmas de más de cinco mil ciudadanos de la Cuna de la Libertad, que ha rotulado con su nombre el paseo de la Caleta que conduce al Castillo de Santa Catalina, Antonio Burgos suma a todo ello una rara capacidad como letrista inmenso, incluso del Carnaval gaditano del que fue pregonero en 1988, que nos ha regalado, entre muchas, esa obra cumbre de la poética cantada que se titula «Habaneras de Cádiz»
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abc.es Miércoles, 4 de agosto de 2004

ANTONIO BURGOS: MAESTRO

 
 

Pocas noticias puede proporcionar éste periódico que alcancen la relevancia y expectación obtenidas por la vuelta a su recuadro de Antonio Burgos. Lógico si se trata del personaje más leído, admirado y temido de cuantos en las últimas décadas han escrito en Sevilla. Sus opiniones y comentarios logran tal difusión y fuerza que difícilmente se puede llegar a conocer persona en la ciudad con tan alto predicamento y por lo tanto, tan significativo poder. Sin embargo no me referiré especialmente a ésta faceta del personaje, importantísima e incluso fundamental en la historiografía de alguien que ve publicado diariamente su trabajo, sino a esa otra más oculta y desconocida para muchos que se asienta y discurre por las redacciones. Conocéis que desde hace años, el singular periodista no escribía en ABC. Sus recuadros, en la mente de todos los lectores de tan entrañable periódico, no eran reflejados en éstas páginas y por los pasillos, salas y despachos del diario no se oían oficialmente sus indicaciones, emitidas antes desde el prominente escalafón ejecutivo donde se encontraban. Eran tiempos, meses e incluso años, donde el nombre de Antonio Burgos no se veía vinculado con el día a día de éste periódico. Pues has de saber, querido lector, que durante todo ese dilatado y excesivo tiempo los trabajadores de ésta casa lo reconocían siempre por «el maestro». No decían su nombre ni hacía falta conocer sus apellidos, bastaba decir «el maestro» para que lo identificaran con absoluta claridad y certeza. No estamos en tiempos donde sobresalga el agradecimiento y difícil parece en nuestra sociedad reconocer méritos ajenos, mucho más cuando ya no se depende de ellos y sin embargo, repito, cuando el personaje no trabajaba en la casa, todos le siguieron manteniendo su singular, descriptivo y magnífico reconocimiento. Ser docente es un orgullo pues el ser humano vale lo que siente pero sirve en cuanto hace y en cuanto logra hacer para que los demás puedan seguir haciendo, llevando incluso a cuestas la impronta de sus propios sentimientos. Reconocerse alumno es ser consciente del valor que en uno mismo han adquirido los conocimientos, las bases, los sentidos, las formas y los modos transmitidos. Quisiera recordar ahora, en éstos tiempos de magnífico reencuentro, a mi entrañable amigo Antonio de la Torre, sentimental tonto de capirote como yo, genial amigo con quien compartía la dicha de vestir túnica -negro ruan y estrecho cinturón de esparto amarillo- cada tarde de Jueves Santo. Apasionado admirador de Antonio Burgos siempre decía de él que era el mejor maestro que se podía haber tenido. Gloria, su mujer, nos queda de testigo. Y también, como no, a la Señora, aquélla que en vida tuvo por nombre María, querida y entrañable Hermana de Pasión, madre del Rey de todas las Españas, la más forofa, vehemente, apasionada e incondicional fan que se pueda concebir. Antes, desde su muerte, estaba en el cielo; desde ahora también está en la gloria. Enhorabuena, director, conseguido está no ya lo bueno, lo magnífico. Enhorabuena, hombres y mujeres de esta casa y enhorabuena, Antonio. Pero sobre todo y por encima de todo enhorabuena queridos lectores de ABC. El recuadro ha vuelto.

 


abc.es Sábado, 4 de septiembre de 2004

Antonio Burgos: «Los sevillanos me otorgaron el estatus de cofradía refugiada por obras»

«En lo único que he cambiado es que ahora escribo con ordenador»

 
Antonio Burgos, uno de los grandes columnistas españoles, vuelve a ABC, cuyos lectores (a quienes conoce «como si los hubiera parío») lo disfrutarán domingos  y miércoles en Madrid y todos los días en Sevilla


«Es como si Paco Otero desde su mesa de subdirector en el otro mundo me estuviera diciendo de nuevo «Niño, hazte el Sevilla al Día»». Burgos vuelve a ABC, y en capilla cuenta sus impresiones

-Despójese de los rubores y dígale al lector qué se siente al volver, volver...

-Se siente el reecuentro, fundamentalmente. Y una especie de alquiler del retrato de Dorian Grey en el cual no pasa el tiempo. Yo hace ya unos cuantos años que no escribo en el ABC, pero para muchos lectores de ABC sigo escribiendo en ABC. Es más, Álvaro Ybarra me comentó que en las encuestas que hace el periódico sobre las preferencias de contenidos del lector se incluyen a veces baterías de cuestiones acerca de por ejemplo qué articulista le gusta a usted más. Y aún haciendo más de diez años que no escribo yo en el ABC, los lectores de ABC siguen diciendo que el articulista del ABC que más les gusta es servidor de ellos, lo cual significa una forma de estar presente. Por tanto, es volver a encontrarse con unos viejos amigos. Además, los viejos amigos de verdad, ésos que todos tenemos muy pocos, se caracterizan porque a lo mejor hace tres o cuatro años que no los ves y cuando nos volvemos a encontrar parece que hemos estado anoche mismo hablando con ellos. No hay un hiato de distancia en el reencuentro, sino que es simplemente otro acercamiento más de los muchos que se han tenido. Por las cartas que he recibido, los correos electrónicos que me han puesto y las llamadas de teléfono, veo que se trata de volver a hablar con unos amigos con los que hace algún tiempo que no hablamos pero parece que hubiéramos estado tomando café juntos ayer tarde.

-El hilo de comunicación de un periódico con sus lectores nunca se interrumpe.

-El lector es más imaginativo de cuanto cree. El lector no solamente lee aquello que hay en el periódico sino que a veces hasta lee lo que no hay en el periódico. Para mí que los lectores de ABC han estado durante muchos años leyendo artículos que no estaban en el periódico. Un compañero de curso de los Jesuitas, Andrés Ollero, me ponía una nota en la que decía: «Aunque debido a la inclemencia del tiempo hubo de refugiarse, el palio acabó volviendo a su templo rodeado del calor popular». Pues algo de esto: cuando una cofradía está refugiada, la gente sigue creyendo que está en la calle. Por tomar el símil sevillano, aunque Santa Marta ha estado tantos años en San Martín, para los sevillanos Santa Marta ha seguido estando en San Andrés. Y cuando las Penas estaba en San Isidoro, seguía estando en San Vicente. Quizá por la implicación con la ciudad, los lectores me otorgaron el estatus de cofradía refugiada por obras. Esta entrevista forma parte de la procesión extraordinaria del retorno. Solamente le falta, querido Ángel, la banda de Pepín Tejera detrás.

-El carácter cíclico de la Historia parece haberse encarnado en Sevilla con toda la fuerza del mito del eterno retorno. El suyo es un ritual muy sevillano.

-Aquí se puede uno bañar dos veces en las aguas del mismo río. Yo veo todos los viernes santos por la tarde bañarse al Cristo de la Expiración en las aguas del mismo río. El mismo río el año pasado, hace dos años o el que yo veía en el puente con Manolito Díaz Crespo y con Luis Arenas en aquello que llamábamos la «universidad pontificia de Triana», la universidad del puente de Triana donde íbamos a recibir clases de aquel trianero que dije yo una vez que se llama Cristo de la Expiración porque es tan trianero que le falta el aire en cuanto que deja el barrio. El retorno de lo vivido, que está entre Neruda y Juan Ramón; por ahí queremos andar. Además, las grandes fiestas de esta ciudad son el desafío contra el tiempo. Es ese sevillano que al estrenar el Domingo de Ramos vuelve a tener los catorce años como cuando se puso el primer traje o conoció a la novia que hoy es su mujer o la mañana de la Virgen de los Reyes parece que los calentitos que está friendo la sobrina de Juana son los mismos calentitos en el mismo aceite y el mismo perol en que los freía Juana. Yo creo que esta ciudad es un continuo desafío contra el tiempo. Ese lord inglés que está en la calle Sierpes vendiendo relojes, que es el señor Sanchís, tiene cinco relojes puestos allí. Hay que ver cinco veces la hora en Sevilla para ver el tiempo que estamos viviendo, porque siempre o vivimos un tiempo de pasado o de futuro. Aquí siempre estamos de cara a algo similar a la Expo, al metro, a la gran ilusión que viene. Esta es siempre una ciudad entre la nostalgia y la ilusión que viene. La noche de la ilusión no es sólo la del tópico de la cabalgata. Sevilla siempre está viviendo una eterna noche de la ilusión de que le van a poner algo en los zapatos. A veces se encuentra que el rey negro le ha traído carbón. En este sentido entre el tiempo pasado y el que viene, el sevillano anda por el tiempo y contra el tiempo como Pedro por su casa

-Esta vuelta al ABC puede tener también su peligro, que precisamente viene de la mano del tiempo. El peligro, para mí, es pisar una mina de nostalgia ilimitada, porque el Burgos de hace catorce años quiera imponerse al Burgos de hoy.

-No, no. Burgos no ha escrito el artículo de las ministras del Gobierno porque no está escribiendo este mes de agosto. Yo a veces me siento ante el ordenador y tengo un cierto complejo de Enrique Ayarra ante los órganos de la catedral. Los teclados del oficio son múltiples. Lo mismo se puede escribir de que la pescadería del Arenal acaba de cumplir cien años que de cómo nadie ha protestado del envío de tropas a Afganistán, cuando tanto se protestó para que volvieran las que estaban en Irak. La guitarra del oficio de escribir artículos en los periódicos tiene muchos trastes y cada día se pone la cejilla en uno. Yo quizá haga artículos como del britapén, de amplio espectro. Lo mismo me monto en el tranvía y le doy la vuelta «a la redonda», como se llamaba a la Ronda cuando había el tranvía, que me monto en el AVE y veo a las ministras haciendo el ridículo en la Moncloa. Yo creo que hay que tocar la guitarra con la cejilla puesta en todos y cada uno de sus trastes, y hay que tocar el órgano aprovechando todos los registros y teclados que tiene. No hay nada peor para un escritor de periódicos que ser unidimensional. Yo también tengo la servidumbre de que habrá artículos que se publiquen en Sevilla sólo y otros que se publiquen simultáneamente en Sevilla y en Madrid. A mí escribir de política, ciertamente, no me gusta. A mí lo que me gusta es escribir de los cinco sentidos de esta ciudad, del tacto de Sevilla, del olor de Sevilla... Pero hay que escribir de otros temas porque los directores a veces te dicen «¿y no vas a escribir de lo que está pasando con el «todos con papeles» para los emigrantes ahora y convertir a los empresarios en cómplices?» A mí naturalmente me apetece más escribir de los malvas del atardecer pero eso es un lujo que no se puede uno permitir todos los días, aunque yo he publicado una antología de artículos que se llama «Artículos de lujo». Y hay que dar gracia a Dios que haya directores, como en este caso Álvaro Ybarra y José Antonio Zarzalejos, que le permitan a uno hacer literatura, eso tan raro en los periódicos.

-Le doy la vuelta a la pregunta. ¿En qué ha cambiado Burgos, qué distingue al Burgos que se van a encontrar ahora los lectores del de sus últimos artículos en ABC?

-Yo creo que no ha cambiado en nada. La leche sigue siendo de la misma marca: Pascual. La guasa es marca de la casa. El estilo es el hombre. Yo, como escritor de periódicos, y no como hacedor de periódicos, no tengo esa dictadura contemporánea que se llama el libro de estilo de cada periódico. Uno puede mantener su propio estilo gracias a que no tiene libro de estilo. Lo único que cambia es que antes escribía a máquina y ahora lo hago con ordenador. Pero eso los lectores no lo van a notar. Y que antes las erratas me las ponía un linotipista, y ahora si hay faltas de ortografía me las habré puesto yo.

-Usted ha hecho de Sevilla un género periodístico. Ha venido a decir hace un momento que lo que le pide la pluma es escribir de Sevilla, y nada más. Hay algo en esta ciudad que capta a determinadas personalidades de los más diversos campos y las atrapa, facilitándoles un veneno que debe de ser obra de algún nigromante. Me estaba acordando de reyes como San Fernando, Alfonso X, Don Pedro el Cruel, que se dedican a la guerra, a recorrer los campos de Castilla y de Andalucía sin dormir dos noches en la misma cama, pero que cuando llega el momento del testamento señalan sin vacilar a Sevilla para descansar. Me imagino que se habrá preguntado muchas veces qué tiene Sevilla.

-Cuando usted estaba empezando a explicar el concepto yo pensaba que quizá la flor de Sevilla no sea ni el jazmín ni la dama de noche ni el naranjo en flor del tiempo de tambores y de incienso. A lo mejor Sevilla es una flor carnívora. Y me parece recordar que eso lo dice Joaquín Romero (ahora que hay tantos partidarios y tantos exégetas suyos, cualquiera de ellos lo sabrá decir mucho mejor que yo). San Fernando fue consumido por esa flor carnívora entre los olores del alcázar de mayo en que murió. El rey sabio también. Y hablando de reyes, otro gran enamorado de Sevilla fue Don Alfonso XIII, y ahí está la magnífica anécdota de Fernando Real Balbuena, el guarda mayor del parque que le puso una multa por cortar un rosa. Hay un tipo de personaje -yo lo conozco de cerca porque tengo alguno en la familia- muy interesante, que es el extranjero que llega a Sevilla cuando el 92, se enamora de Sevilla, se queda en Sevilla o se casa con un sevillano. Por decirlo en términos de Fernando Villalón, Sevilla es una inmensa isla del Guadalquivir donde se han quedado los moros que no se quisieron ir. Moros rebautizados, como ese que echa flores a los novios cuando se casan, o las chinas de las flores de los veladores de las terrazas de la noche. Hablamos siempre del rey sabio o de San Fernando, pero cuántos y cuántos tenemos en Sevilla. Sevilla es flor carnívora que te acaba devorando.

-A usted hasta ahora le ha dado mucha tregua.

-En el fondo, todos tenemos una relación de amor-odio con la ciudad. Porque uno con la mujer que quiere se está peleando continuamente. Todos los que queremos a Sevilla nos estamos peleando continuamente con ella. Después decimos que es la ciudad de nuestra vida, pero nos da muchos disgustos.

-En todas partes, pero en Sevilla quizá más, ¿el humor es la tabla de salvación?

-El humor es la autodefensa. En Sevilla, en La Habana, en Cádiz, en ciudades donde hay el arte de la guasa, que es el arte frente a la adversidad. Eso dicen que es frivolidad, enfrentarse a la tragedia haciendo un chiste de ella. Yo creo que es una resistencia del espíritu ejemplar. El humor es una forma de resistencia.

-¿Cómo se conquista a España desde Sevilla?

-Me parece muy generoso por su parte decir eso. Yo simplemente he intentado seguir el ejemplo de Delibes en Valladolid y de Pemán en Cádiz. Que creo que no son malos ejemplos. Si tú tomas como universo a tu ciudad, y estás viendo al mundo reflejado en tu ciudad, eso traducido a artículo de periódico tiene el interés de que los que los escriben en Madrid todos son invitados a cenar por los mismos ministros, todos son intoxicados en los mismos desayunos de trabajo, a todos les cuenta el amigo el mismo rumor cuando están tomando la copita. Si tú escribes desde la bendita y gloriosa periferia, tu voz es distinta. Te podría citar también a Manolo Vázquez Montalbán en Barcelona. En Madrid todos están tirando desde el punto de penalty. Tú, desde aquí tienes que tirar a puerta haciendo una parábola desde el corner. Meter goles en parábola desde el corner, que es lo que hacemos los que escribimos desde fuera de Madrid cuando hay setenta tíos en el punto de penalty sólo lo hacía Rogelio o tantos y tantos mitos de mi Beti gueno.

«Lo más interesante de la vuelta a ABC son los tiempos verbales»
 
 

-¿Qué ha aprendido en la «ausencia»?

-Yo he estado escribiendo en Diario 16 y en El Mundo, y tengo mucho honor en decirlo en esta entrevista, y de agradecer a Francisco Rossell que me ofreció la oportunidad de que no perdiera los lectores. Pero quizá lo más interesante de la vuelta a ABC son los tiempos verbales. Esto es una vacuna contra la nostalgia y la bomba personal que citaba usted antes que lo puede dejar a uno como el Cojo Huelva. Yo hasta ahora escuchaba mucho en los lectores el pretérito perfecto y el indefinido. Me decían «yo le he leído mucho a usted» y «yo le leía mucho a usted». Me parece que recupero el presente y que ahora los lectores me volverán a decir «yo le leo a usted».

-Pero volver a ABC ¿no le obliga a cambiar la música?

-La Coca Cola siempre es Coca Cola ya esté la fábrica en Atlanta o al final de la autopista de San Pablo.

-¿No hay que adaptar ninguna clavija?

-Las manzanillas ya viajan bien. No es como antes, que río arriba se remontaban.

-Hablaba en la entrevista de «Sevilla entre dos voces» de ABC como el periódico institución de Sevilla. Eso impone mucho respeto, ¿no?

-Se lo impondrá a otros. Pero como yo he estado tantos años en esa Casa, y como ya dije al recibir el premio Romero Murube menos la primera comunión lo he hecho todo allí, porque le tengo respeto al ABC no me impone respeto. Me conozco a mis clásicos, que son los lectores de ABC. A algunos de ellos los conozco como si los hubiera parío.

-¿Abrirá fuego con Sevilla o con otros temas?

-Abriré fuego el 5 de septiembre, con lo que me haga hervir el agua del radiador el día 4 de septiembre. Usted habla de la nostalgia, pero hay veces que mi mejor motor para hacer un artículo es el cabreo. A mí los artículos que más redondos me salen son los que estoy muy cabreado por una cuestión. Así que no sé si iré por la nostalgia o por el cabreo. Probablemente iré por el cabreo. Porque asuntos para cabrearse en España no faltan. Sobre todo ante el hecho de que ahora están en el poder unos señores que antes no pasaban una y a los que ahora se pasa todo. Otros dicen que perplejidad. Yo siento tanto cabreo que entonces sale la famosa leche.

-Pero además, en Sevilla se superponen los tres niveles de poder en las mismas manos.

-Eso puede ser bueno o puede ser malo, pero desde luego es bastante aburrido. Y sobre todo, que aquí tenemos todavía por hacer la prueba del 9 de la democracia, no ya en Sevilla sino en Andalucía. Y te habla quien le enseñó una vez a Rojas Marcos cómo era la bandera de Andalucía o quien le dio a leer el Ideal Andaluz o quien fundó aquello que se llamaba CPSA, que después devino en el andalucismo. No sabemos si los males de nuestra patria son los males de la autonomía, ante esta frustración general que hay de aquello que fue el espíritu del 28 de febrero que ya está en el baúl de Karina, o son los males del único proyecto político que ha llevado a la realidad esa autonomía. Si la democracia es traspaso y alternacia en el poder dentro de la normalidad sin que se hunda el mundo, aquí en Andalucía no ha habido alternacia en el poder. No sabemos cómo sería la Junta de Andalucía administrada por los andalucistas en exclusiva, o por el Partido Popular o por Izquierda Unida. Eso es algo inédito. A mí me hace que pensar mucho que yo cuando tenía 25 años no había conocido otra cosa que don Francisco Franco en el poder. Ahora hay andaluces de veintitantos años que no han conocido otra cosa que a don Manuel Chaves en el poder. Una perpetuación del poder de esta naturaleza, yo, que soy un viejo liberal, creo que para la democracia en sí no es precisamente bueno. La Diputación de Sevilla, desde que se fue el último presidente franquista ha tenido siempre uno socialista. Sevilla está falta de alternancia en el poder. En el Ayuntamiento ha sido muy positiva esa alternancia. Por lo menos, podemos comparar. Sevilla ha tenido grandes ex alcaldes
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abc.es Sábado, 4 de septiembre de 2004

EL PALIMPSESTO DE BURGOS

 
 
 

No ha pasado el tiempo. Acabo de verle salir de su despacho, frente a mi mesa de continuidad, a las dos y pico de la tarde, con una chaqueta de cuadros añiles, unos papeles bajo el brazo y el habitual «hasta luego» seguido del sonido de aquella puerta de muelle de Cardenal Ilundáin. La Redacción quedó sumida en un extraño silencio. No había nadie más. La puerta del subdirector, abierta, como casi siempre; la luz encendida; cada cosa en su sitio. La Virgen de los Reyes presidiendo. Los cuadros coloristas burgueses y finiseculares de un postcostumbrismo impresionista con estampas de muchachas risueñas en flor, el muelle trianero de Sanlúcar y alguna escena taurina parecían intuir el «adiós» que aquel «hasta luego» llevaba encerrado. Acababa de salir por la puerta grande de ABC de Sevilla el mejor periodista que ha tenido Andalucía. Tardaría catorce años en cruzar ese mismo umbral, trasladado a la isla de la Cartuja, donde Colón descubrió que tenía que descubrir América.

Lo estoy viendo liado con la única tarea que anteponía a todo en el periódico: repasar y corregir las galeradas de sus artículos, pasando un listón de plomo línea a línea. Los llevaba siempre escritos de casa, pero sabía que la última palabra, sobre las letras de molde de la linotipia, la debe tener el autor. Tenía el ABC en la cabeza, solito a solito, grabado a grabado, corondel a corondel. Su portentosa memoria histórica —«Los elefantes de África vienen a consultarme», comentaba de vez en cuando— le autorizaba como azote de políticos y última esperanza de amantes de Sevilla. Si alguna vez Andalucía fue algo más que una comunidad autónoma se lo debe a este periscopio inquieto en el piélago proceloso comprendido entre Ayamonte y Pulpí.

Enciclopédico, volteriano, sentimental, entrenado en un autodominio mineral, señor de la pluma (y que no me malinterprete nadie, que estamos en Sevilla), con algo de Visconti y otro algo de Woody Allen (nada de Saura ni de Bergman, por supuesto), ¿qué les voy a contar a ustedes de este escritor de periódicos que no ha querido privarse ni de la experiencia de la parábola en el tiempo que ha sido esta eterna ausencia con final feliz? Ha consagrado su vida a escribir el palimpsesto de Sevilla hasta lograr dar su nombre a la piedra de Roseta que todos debemos emplear si queremos desvelar algunos secretos del idioma que usa la ciudad desde la noche de los tiempos para comunicar al Universo su clave del arco de la arquitectura que Burgos siente como si formara parte del urbanismo de su propia psicología.

Desde mañana, me sentiré como el discípulo que recupera a su maestro en las mismas aulas donde escuchó, con veneración, su voz cuando era aprendiz de este oficio. No quiero que se encuentre incómodo con esta hagiografía de urgencia que escribo como si se tratara de aquellos textos impresos a espaldas de la iconografía de los santos que nuestras abuelas ponían en nuestras manos. Aquellos panegíricos apuntalaron nuestras clases de lectura y los dictados de los que más tarde comeríamos algunos. Para que no le abrumen los requiebros, le diré que no veo en él al ampuloso titular de cátedra que alecciona cada día a su clientela universitaria, sino al menestral (aprovecho las resonancias familiares) que tuvo a su cargo la formación de unos artesanos confiados a él por el gremio, que bien podría ser el de toneleros. Mañana me quitaré veinticinco años de encima, volveré a abrir el trapo de las herramientas y los ojos con la avidez de quien sólo tiene ilusión en las alforjas, y saludaré con respeto, admiración y mucho afecto a quien me enseñara a vaciar cada mañana el bloque de mármol en bruto que es un folio en blanco para darle con la lengua forma del recreo artístico, como aquellos prismas a medio tallar por Miguel Ángel que en Florencia nos muestra la Academia. Sal del aliño sevillano, aceite del humo del Postigo, que despierta el apetito de vivir en Sevilla, fritura de los soldaditos de Pavía que resucitaron a la otra zapatera de Sevilla, que suene ya la marcha real porque, como tenía que ser, ha entrado el último varal sin que toque una perilla, y ya podemos respirar tranquilos, que otra vez le tenemos en casa.


abc.es Lunes,6 de septiembre de 2004

EL REGRESO DEL COFRADE

 
 

MI cofrade Antonio Burgos, Hermano Celador de Gozos y Festejos de la Cofradía de la Columna, de la que él me hizo graciosamente Hermano Mayor sin otros méritos que el de la senectud laboriosa, ha regresado al templo catedralicio del venerado CristoTitular. Ojalá no se hubiera ido nunca de él, pero es larga la carrera de la procesión y en ella siempre hay algún cofrade que da tumbos, atado a la columna, y alguna vez recibe palos de ciego.

Recuerdo que cuando César González-Ruano regresó a esta Casa después de engalanar otras, entre ellas aquella en la que yo aprendía esgrima de estilográfica, escribió una «tercera» para celebrarlo donde contaba que había parado un taxi (César era muy del taxi, tendrían que haberle hecho un homenaje los taxistas), se subió y cuando el conductor le preguntó que a dónde le llevaba, con la mayor naturalidad dijo: «Como siempre, al ABC». Antonio Burgos, para volver, ha recordado el cuentecillo de la vieja señora que en trance de muerte escucha las palabras consoladoras del confesor. El buen cura le dice, más o menos, que se alegre, que como ella ha sido buena y caritativa irá derecha al paraíso y allí disfrutará la felicidad de ver a Dios y de escuchar el cántico de los ángeles y los arcángeles. Y la viejecita comenta: «Sí, padre, pero como en casa de una...».

Se habrán alegrado, claro, los lectores del ABC, nos hemos alegrado los ancianos del lugar y también los jóvenes, y habrán sonreído de contento las Vírgenes de Andalucía y las del resto del Estado. «Ja soc aquí», le habrá dicho a la de Monserrat. Me refiero a las Vírgenes que están en los altares, que yo creo que de las otras no andamos demasiado sobrados desde hace ya bastante tiempo, aunque no es cosa de lamentarlo porque llegó un momento en que, según dicen, había once mil vírgenes, toma nísperos, y yo pienso, Dios me perdone, que llevar la virginidad más allá de la desgana, o es virtud de renunciación o es abrazar el martirio.

De la vuelta de Antonio Burgos a estas páginas se habrá alegrado también mi hija Laura, la pequeña, la poetisa, la de Bruselas, la del mus y la de la hija chinita, que tiene devoción por las letras de Antonio, sobre todo por las del libro de los gatos, la historia del gato Remo («Gatos sin fronteras»), porque ella tiene una gataza soberbia, presumida y sabia, que se llama Holanda y que le hace regalos. Un día le dejó junto a la cama el obsequio de un pajarillo muerto que había cazado en el jardín, y mi hija escribió un poema emocionante que termina así: «Al verlo, me imagino que he llorado, no por él, ni por mí, sino por miedo a aceptar cierta clase de regalos».

Y ya que he hablado de vírgenes, contaré que a esta hija Laura, cuando apenas tenía cinco años, que ya era repipi y soleta, tuve que explicarle en versión infantil la circunstancia de la virginidad. «Entonces yo soy virgen». Por la tarde, en el Hipódromo, su madre y yo la vimos correr gritando: «Soy virgen, soy virgen», y miramos hacia otro lado. Un cura de sotana, habitual de las carreras, que estaba junto a nosotros comentó: «Será la única del Hipódromo, incluidas las yeguas». Ya sabes, Laura, dile a tu gata, tal vez virgen, que ha vuelto Antonio
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Antonio Burgos recibe el premio "Joaquín Romero Murube" por su artículo "Farol del cruz de guía"


ENTREVISTAS A ANTONIO BURGOS

Sobre Sevilla

Descubre la Sevilla de... Antonio Burgos Respuestas al cuestionario del portal SevillaClick  

Antonio Burgos: «A los que estamos hechos para vivir en Sevilla no hay quien nos eche»Entrevista por Angel Pérez Guerra, ABC de Sevilla, 29 de junio 2002 

Sobre Cádiz

Antonio Burgos: "A la libertad le tengo puesto el nombre de Cádiz" Entrevista en el boletín "Algo diferente", de La Gloria de Cádiz  

Antonio Burgos: "La letra de la "Habanera" fue una  declaración de amor a Cádiz" (entreviststa en la revista "Escaparate")

"La frase correcta es: "Que la gente de Cai nacemos donde nos sale de los cojones", que entra mejor en el tres por cuatro"

Sobre Semana Santa

Entrevista en "La Pasión Digital, sobre la 6ª edición de "Folklore de las cofradías"

Entrevista a Antonio Burgos en "La Pasión Digital"

Temas generales, periodismo, literatura

Encuentro Digital con Antonio.Burgos en ElMundo.es  

Entrevista en "El Cultural" de El Mundo 

Diario de Cádiz- Entrevista a Antonio Burgos 

Entrevista a Antonio Burgos En la revista digital "Comentarios de libros"  

"Plata y Oro"- Entrevista a Antonio Burgos

Entrevista en Radio Ovación de Lima

Sobre Internet

Entrevista en "El Navegante" sobre temas de Internet 

Entrevista enTelépolis sobre temas de Internet

 

Biografía y libros de Antonio Burgos
 Página de Antonio Burgos en Internet
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