Oscura y remota, como el reinado de Witiza, es la
vida de Johnny Walker of Ballantines, mal llamado Pepe el Escocés, en el periodo
de entreguerras europeas, después que Su Graciosa Majestad lo creara Lord Ballantines of
A Hundred Pipers por su gesta de la batalla de Verdún, donde hizo retroceder a los
alemanes, aterrorizados con la sola interpretación del Hey, MacArena. Sábese que
su unidad del Tercero Ligero de Artillería of Scotland coincidió en algún lugar del
frente con el soldado Mr. Harry Jones, Papá Jones, primer entrenador del Betis,
así como con Pepe Brandt, que había ido a hacer un mandado, y con ellos dio rienda
suelta a sus genes de los O´Donnell (rama de esquina a San Eloy), haciéndoles preguntas
tan fundamentales como: "¿Son mejores acaso los calentitos del Arco del Postigo que
los de la Macarena?". Polémica filosófica en la que Pepe, como descendiente de los
MacArena, se inclinaba siempre por las tesis de la escuela anduezista frente a los
postulados postiguenses del profesor Antonio Bustos, del doctor don Rogelio Gómez Trifón
y de otros catedráticos de la Universidad de la Puerta del Arenal, discípulos del
maestro Miguel el Potra. Sólo se sabe de aquellos años que Pepe tocaba la gaita, a
caballo, en todas las cofradías de la Semana Santa de Edimburgo, y que los chiquillos
iban detrás sólo para oirle The Bells Ringers y On the skies balconies are
rented.
Cuando estalló el Movimiento,
y dada su amistad con el poeta Roy Campbell, el mal llamado Pepe el Escocés se
embarcó en un vapor de Ybarra en el puerto de Londres, dispuesto a incorporarse a los
tropas nacionales como gaitero de la Banda del Tubero en el Tercio Virgen de los Reyes,
donde era requeté otro poeta, Rafael Montesinos, para quien Campbell (que era más de
derechas que los tirantes de Fermín Bohórquez) le había dado carta de recomendación, a
fin de que los Barrau lo dejaran sentar plaza. Pero en el control de Rosal de la Frontera,
por donde pretendía entrar a España tras desembarcar en Lisboa y venirse con una
caravana de camiones Ford nuevos que traía para la 40 División el oficial de sastre
Antonio Burgos Carmona, sargento de Automovilismo, Pepe fue rechazado por los veterinarios
de la Remonta de Ecija por exceso de trapío. Volvió entonces a Edimburgo, donde
continuó su brillante carrera militar, llegando al grado y empleo de Cantinero Mayor de
los Reales Regimientos de Escocia, participando luego en la construcción del Puente sobre
el Rio Kwait, en Objetivo Birmania, en el Desembarco de Normandía, y en otras batallas de
la II Guerra Mundial tipo cartelera del cine Bécquer, porque Pepe se apuntaba a un
bombardeo.
Es con la visita de la Perona
cuando se tienen las primeras noticias de su presencia en Sevilla. Dícese que lo trajo
Manolo Grosso para que también saliera de la tarta en la Plaza de América, con Naranjito
de Triana y Narci Díaz. Al ver que en la tarta no cabía, fue cuando el alcalde, duque de
Alcalá de los Gazules, pronunció su famosa frase. "Mire usted, Grosso, esto del
escocés dentro de la tarta, mejor que lo dejemos pá otra riá."
Pastelero encargado de la tarta era el famoso Conde de la Natilla, maestro del obrador de
la Confitería La Campana y secretario del Marqués de las Cabriolas en la Peña Er 77.
Por medio del pastelero conde que meterlo no pudo dentro de la tarta, Lord Ballantines
pudo introducirse en cambio en la cerrada sociedad sevillana de la época, siendo
aceptado, aparte de por los dichos marqués y conde, por la Marquesa de Morales, por el
Barón de la Castaña, por el Marqués de Marchena, por el Duque de Quidiello y otros
títulos ful del Reino, quienes no dejaban de convidarlo todas las ferias. Recaló
mucho Pepe por estas tierras, y sonadas fueron las papas que se cogió, ora en El
Rinconcillo, ora en El Consejillo, ora de caracolillo, como el café de las Cobo que se
tomaba después de dormirlas en las literas de la caseta de Er 77. Fue nombrado entonces
Comisionado General para España del Güisqui de Escocia, dedicándose en alma y corazón
a desmentir la creencia, muy común en la época, de que el güisqui sabía a chinches.
Suya fue la invención de la güisquería como institución cultural sevillana, y se le
atribuye, entre otras, la creación de centros culturales como La Franca, El Mesalín, El
Payaso y El Molino Rojo. También por influencia de Pepe, que convenciò antes a Ricardo
Molina, fue que don Antonio Mairena, en su tarea de dignificación del cante, decretó con
su llave de oro que los flamencos dejaran el catavinos y cogieran el ancho vaso del
güisqui, lo que también hizo en Madrid don Manuel Caracol, que al punto siguió la
doctrina de Pepe en materia de Buchanan.
Aunque es conocida la parte
pública y notoria de la presencia, desde entonces, todas las primaveras, de Lord
Ballantines, el tío más malage del mundo, en la fiesta con mayor gracia del universo
(para ahondar en las supremas contradicciones de la Muy Difícil y Muy Puñetera Ciudad de
Sevilla, que anda que no tiene guasa ni ná), poco se sabe empero de la muerte de
Pepe el Escocés, que tanto lloró su compadre El Pali, quien llegó a proclamar, como
Cronista y Trovador de la Ciudad que era, que Lord Ballantines murió queriendo a
Sevilla. Los más recientes estudios del profesor Criado demuestran que la causa
próxima de su muerte fue el disgusto tan grande que se llevó este hombre cuando se
enteró allí en Edimburgo que el alcalde don Juan Fernández Sánchez García Martínez
Gómez Pérez López y Rodríguez del Busto, en unión de Pepito Caramelos, había
decidido llevarse la Feria a Los Remedios. Cuéntase que La Franca, cuando recibió la
noticia de su muerte en El Oasis, apenada repitió entre lágrimas, pegándose un
lambreazo de White Horse a la memoria de Pepe el Escocés: "No te vayas a pasar,
periquito...·"
Primera parte de la Verdadera Biografía Falsa de Pepe el
Escocés
FOTOGRAFIAS DE PEPE EL ESCOCES BAILANDO SEVILLANAS (en La
Sevilla que No Vemos, de J.D.Arjona)