Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,  lunes 1 de junio  de 1998


De Alberto a Bartolín

Bartolín llega a su casa tras pegar el petardo

Bartolín llega a su casa de La Carolina tras el secuestro fingido

Los almonteños saltan la reja como dicen que Aznar se ha saltado el Efecto Borrell a lo Cristina Sánchez, vamos, a la torera, en el debate de la nación. Escribo en una ciudad vacía por obra de la Reina de las Marismas de los Lodos. Desgrana la radio sus noticias, entre sevillanas de los pinos que lloran este año por Boliden. Elecciones en Colombia, madre, qué herencia dejamos en los pueblos hispánicos. ¿Quiénes, sino los españoles, podían haber descubierto y colonizado una nación donde hay ahora una candidata, Noemí Sanín, cuyo lema para llegar a la presidencia es "ni robar ni mentir"? Dos verbos muy conjugados en España en las últimas décadas, y al banquillo del juicio por el secuestro de Segundo Marey me remito. Robar y mentir, por lo visto, son caracteres intrínsecos de la política hecha en español. "A mí no me callan ni muerto", dice alguien que tiene algo que ver, no sé si con lo primero, pero bastante con los segundo. Mienmano cumple hoy un taco de años. Si los dioses no tienen edad, que dice Antonio Gala, que es el José Tomás triunfador del San Isidro librero del Retiro, los pobres diablos llevan un acelerador de partículas temporales en el carné de identidad. Qué antigüedad, madre mía de mi alma, por los que se dicen padres del progreso: una entrevista a Guerra hecha por María Antonia Iglesias, y encima diciendo que no lo callan ni muerto. El que tanto calló, porque tanto tenía que callar, ¿no, José Rodríguez de la Borbolla? La radio da la rueda de prensa de Bartolín, tan de Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno. Quizá Cacaseno es el alcalde de La Carolina. Ramón Palacios es de los que proclamaban que el hombre es portador de valores eternos. Lo que no sabía en sus fuegos de campamento es que la alcaldía del pueblo de uno puede ser un valor eterno, al final del límite del tiempo de las dictaduras. Bartolín, jí, jí, Bartolín, já, já. Ahora cuéntame uno de indios y combois, Bartolín, hijo, qué bien cuentas los chistes, tenías que ir a un concurso de televisión y mandabas a Chiquito a los albañiles. Dices que te vas, ea, Bartolín, que vayas mucho con Dios. Pero no te puedes ir así como así. Los que piden negociación dan argumentos a los asesinos y también se los dais los carajotes como tú, Bartolín. Entre otros grandes servicios que le habéis hecho a tu partido, Bartolín, entre tú y tu alcalde, tan demócrata de toda la vida, gracias a vuestra gesta, Bartolín de los cojones, habéis conseguido un importante silencio en los medios sobre el recuerdo que su ciudad ha tenido para Alberto Jiménez- Becerril y Ascensión su mujer. La plastilina de vuestro sainete ha impedido ver ese mármol, tan frío como la muerte, que su ciudad le ha dedicado en aquella esquina, ay, barrio de Santa Cruz con su lunita plateada, os vuelvo yo a recordar que se tiñó de sangre una noche de enero. Te copio el mármol, Bartolín, que me he parado a leer entre cantos de pájaros y violáceas jacarandas en esta mañana de una ciudad sosegada y en calma, desierta de Rocíos: "En este lugar, el día 30 de enero de 1998, murieron asesinados en atentado terrorista el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla don Alberto Jiménez-Becerril Barrio y su esposa doña Ascensión García Ortiz. La corporación municipal que tanto dolor ha sentido, desea que la ciudad guarde en la memoria el recuerdo de estos dos sevillanos, ejemplares servidores y buenos vecinos, y que la paz y la no violencia vivan en nuestro pueblo". Y es que lo de Alberto, Bartolín, pedazo de carajote, no fue una broma, ¿sabes? Te lo digo porque por tu culpa algunos lo han olvidado. Interesadamente.

 

 

 


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