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Sevilla con sevillanos

y Puntas del Diamante

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,  domingo 30 de mayo de 1999


Soledad Becerril, una fascista...por las que hilan

Soledad Becerril, alcaldesa de Sevilla

Soledad Becerril,alcaldesa de Sevilla

 

Dos miembros de la Asamblea de Parados han sido condenados por el juez a pagar 6.000 pesetas de multa por haber llamado "fascista" a Soledad Becerril. Yo los hubiera condenado a más. Pero no por usar esa descalificación multiuso y multimedia que tanto se estila últimamente, sino por faltos de trapío en cuanto a información y por incultos. Los hubiera condenado, por ejemplo, a leerse el Diccionario de la Transición de Victoria Prego, para que se enteraran de quiénes eran los pocos que, como Soledad Becerril, estaban al lado de Joaquín Garrigues Walker en la construcción de un modelo liberal de democracia para España cuando había que hacerlo, en plena dictadura, con la Brigada Social pinchando teléfonos y el Tribunal de Orden Público funcionando. Y hubiera condenado a estos dos (nunca mejor dicho) indocumentados a que se documentasen. A estar un mes y un día en la Hemeroteca Municipal, empapándose de aquella apuesta por la autonomía y por la democracia que fue La Ilustración Regional, y que alentó la que estos tiparracos llamaron fascista, revista fundada en Sevilla y en 1974, con Franco en El Pardo y la Social en La Gavidia. Señores de la Asamblea de Parados, por cierto: ¿dónde estaban ustedes entonces? Pues probablemente en la sopa boba de la Organización Juvenil Española, en el Sindicato Vertical, o en esos sitios que frecuentaban quienes ahora llaman fascistas a las gentes.

No sé si han notado un cierto tono de indignación y de hervor del agua del radiador en el anterior párrafo, pero es que me sacan de mis casillas estos que se dedican a llamar fascistas precisamente a los que dieron la cara contra el fascismo. Claro, como aquí se cree que la Monarquía la inventó Don Juan Carlos, la democracia la inventó Suárez y la autonomía la inventó Escuredo, pues así nos va. No hay peor fascismo que el fascismo de la ignorancia. Estos que llaman fascista a Soledad Becerril tienen algo tan fascista como la cobardía de la mayoría, como el otro cuando la llamó Mariquita Pérez, el muy mariquita. Aunque injusticia histórica, llamar fascista a Becerril a estas alturas de curso no tiene mérito, porque hay libertad gracias a muchos fascistas como ella. Porque la gente suele desconocer que Soledad Becerril luchó activamente por la democracia mucho antes, bastante antes de que fuera ministra de Cultura con la UCD (la primera ministra española tras la Montseny) o que estuviera sentada en las Cortes como secretaria de la Cámara la tarde de los tiros de Tejero. Si yo fuera Caracol el del bulto y estuviera llegando a Atocha en la locomotora renqueante de Despeñaperros, les diría a esos dos indocumentados de la Asamblea de Parados:

-- Esos cojones de llamar fascista a la gente, ¡con Utrera Molina...!

Les ponen una multa de 6.000 pesetas, pero nadie restaña la memoria histórica de la tarea de Soledad Becerril por la democracia durante la dictadura, que es lo más triste. Aquí, si criticas a la izquierda, o si te atreves a proclamar lo políticamente incorrecto, eres inmediatamente un fascista, ¿no, Manolo Barrios? Con nuestras horas de Brigada Social y de Tribunal de Orden Publico, querido Barrios, tú y yo somos tan fascistas como Soledad Becerril, otra fascista que en plena dictadura pedía la libertad y la democracia y esas cosas que hacíamos los fascistas para que ahora vivieran del cuento estos demócratas de toda la vida. Pongo este cartucho de rabitos de pasas porque, como todo se olvida, no solamente estamos olvidando la limpia hoja de servicios democráticos de Soledad Becerril, sino que hasta estamos olvidando a aquella alcaldesa de las horas amargas del asesinato de Alberto y Ascen, que esta semana leía evocada en su temple y su dolor en El Periódico de Barcelona, en crónica electoral de Rafael Bosch. Aquella Soledad de la que los sevillanos nos sentimos orgullosos. Lo digo porque, como los dos indocumentados de la Asamblea de Parados, me parece que hay muchos que quieren hacer caer sobre ella el muro de las mentiras. O del Bazar España, que para el caso es lo mismo.

-----------Puntas del Diamante-------

LA MARQUESITA.- En la lucha contra la dictadura, en aquellos años en que los comunistas solían usar nombres de clandestinidad, y Manuel Benítez Rufo, por ejemplo, era "El Cordobés", así llamaban los del Partido (no había otro que el PCE) a Soledad Becerril. Benítez Rufo estaba encantado con La Marquesita, que respondía al esquema comunista de unir a la burguesía en la lucha contra el franquismo, léase Ignacio Vázquez Parladé. Recordamos al buenazo de Benítez tras una manifestación por la libertad sindical o por alguna de aquellas cosas, engloriado: "Y allí estaba delante de los guardias La Marquesita, con sus pantalones vaqueros..." No sabía Benítez que con sus palabras estaba demostrando que el antifascismo no es un patrimonio de la izquierda. Gracias a que no lo es acabó, por ejemplo, el fascismo de la dictadura con la reforma que hizo la derecha, porque anda que si esperamos la ruptura...

GRAN CRUZ Y NO BANDA.- Hablando de pantalones. Cuando Soledad dejó de ser ministra de Cultura, le fue concedida la Gran Cruz de Carlos III. Gran Cruz, ojo, como a un caballero, no Banda de Dama. Es decir, que fue como si a Soledad le entregaran otra vez los pantalones de correr delante de los guardias y no un vestido de Blanco como usar suele. Porque entonces no había sido corregido el error protocolario por el ministro Moscoso, cuando el PSOE empezó a tener ex-ministras. Condición la de ex-ministra que, gracias a Sevilla, la verdad es que Soledad Becerril ha ejercido poquísimo. Prácticamente nada.

TENIENTA DE RONDA.- Tampoco ejerce apenas, prácticamente nada, de una desconocida condición: mujer del teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Ronda, "la de los toreros machos". Que es Rafael Atienza, marqués de Salvatierra, quien por cierto está poniendo la Maestranza de Ronda de dulce. Con decir que hasta va a hacer una reedición-homenaje de Las cosas del campo de José Antonio Muñoz Rojas... El tacto de Soledad Becerril es que, siendo marquesa de Salvatierra, nunca fue por la vida de mujer de Rafael Atienza. Y Rafael Atienza nunca ha ido de "alcaldeso" de Sevilla. Demasiado ha tenido que tragar Soledad con el teniente de alcaldesa como para tener también a su alcaldeso particular...

 

Sobre la alcaldesa de Sevilla, en El RedCuadro, tras el asesinato de Alberto Jiménez Becerril:

A Soledad Becerril, con orgullo

Lágrimas de una alcaldesa

Tres secuencias sin olvido

El Ayuntamiento de Sevilla en Internet:

Ayuntamiento de Sevilla

 

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ABEL INFANZON "LA ESE 30"

 

 

   


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