Igual que mi inolvidable Jesús de las Cuevas fue el primero que dijo lo de "a mí del cochino me gustan hasta los andares", a mí del toro, hasta las crónicas del día siguiente, en las que muchas y sorprendentes veces me encuentro con que el crítico, por lo visto, ha ido a un festejo distinto al que yo asistí. No es el caso de Lorena Muñoz, a quien leo con todas mis complacencias y más desde que, rizando el rizo del poeta y crítico bilbaíno Javier de Bengoechea, se ha inventado toda una nueva y creativa paleta cromática para los ternos de la terna en sus crónicas. Ustedes saben que en el toreo los colores tienen nombres metafóricos, simbólicos. Poéticos. El negro es "catafalco"; el celeste, "purísima"; el marrón, "tabaco". Pero como está de moda quitarse del tabaco, Lorena ha hecho que dejen de fumar las denominaciones tradicionales de los colores sartoriales en la Fiesta y se ha inventado toda una nueva paleta de divertidísimas y acertadísimas metáforas. Ya le dediqué en junio un artículo a su "tirita y oro", que venía a sustituir con cachondeíto del bueno a esas cursilerías que leemos en el programa de mano que entregan en las puertas de la plaza los chavales que quieren ser toreros: "espuma de mar y plata" o "verde pistacho y azabache".

El tirita y oro famoso lo vistió Roca Rey en Sanlúcar de Barrameda. Pero hay más, y desde hace tiempo. Siempre según el pantone taurino de Lorena, el novillero sin caballos Juan Pablo Llaguno iba en Sevilla en 2013 de maquillaje y oro. Los ya matadores Juan Ortega y José Garrido vistieron como novilleros de Rioja y oro. Pablo Aguado, de geranio y oro; y Rafael Serena, de carmín y oro, hace dos años. Cuando en 2011 Jiménez Fortes toreó de novillero, iba de ducados y oro. Y este año en las novilladas de promoción. André Lagravare "El Galo" iba de chicle y azabache. Muy celebrado fue su reciente "buganvilla y oro".

En los colores toreros de los vestidos, ustedes saben que el morado es "nazareno". Y ahí es donde Lorena Muñoz acaba de meter hasta los gavilanes, en el hoyo de las agujas de coser vestidos de torear, la estocada de su capacidad metafórica. No sé si leyeron su crónica de la corrida de Utrera en el día de la Virgen de Consolación, "la del barquito en la mano" que cantaba Enrique Montoya. Como eso de "nazareno y oro" no nos suena en Sevilla a morado, sino a muchos colores, Lorena Muñoz ha estrenado en sus reseñas de las corridas las metáforas con los tonos cromáticos de las túnicas de los mentados nazarenos. Ha despejado así una incógnita. En otros plazas no sé, pero en Sevilla "nazareno y oro" puede mover a confusión. Oro, sí, ¿pero qué nazareno? ¿De La Paz o de Pasión? Y Lorena los ha especificado, con "Er Pograma de ABC" en la mano, a la hora de redactar la ficha de la corrida. En el mentado coso de Utrera (donde digo yo que el albero del pisoplaza será "mostachón y oro"), Juan José Padilla iba de "verde Redención y oro"; El Cid, de "azul Montserrat" y oro; y Luis Vilches, de "Cigarreras y oro". Óoooooooole. ¿Se puede pedir la oreja para los cronistas taurinos? Pues saco mi pañuelo para que por su capacidad de creación de lenguaje le den las dos a Lorena.

Aunque en el caso utrerano, con matizaciones. ¿De verdad que El Cid iba de "azul Montserrat y oro"? ¿No iba acaso de "azul Baratillo y oro"? Es que como se entere Joaquín Moeckel que se ha pasado del Miércoles Santo al Viernes Tarde le retira la palabra a su torero de Salteras y le dice que en Madrid lo va a sacar a hombros otra vez su tía. El "verde Redención" es el que los antiguos llamamos "verde Beso de Judas". Y habrá quien se enfade tela porque al "Cigarreras y oro" no le ha puesto "Azotes y Columnas y oro". Lorena rima con la enhorabuena que le doy. Por su sevillanía. Cada sevillano lleva un pregón escrito en la cartera y tiene en sus ojos una exacta memoria cromática de todas las túnicas. Sabe que el morado Valle no es como el morado Quinta Angustia. Y que el mentado "azul Baratillo", aun siendo del mismo Arenal, no tiene nada que ver con el "azul Carretería". Azul Carretería es el vestido de torear que Curro Romero le regaló a nuestra Virgen del Mayor Dolor en su Soledad, ¿a que sí, Pepe Andreu?

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