ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de febrero de 2020
                               
 

Las trastadas de los alcaldes

He llegado a dos conclusiones sobre los alcaldes de Sevilla. Que cada uno hace bueno al anterior. Y que cada alcalde nos deja como su legado para la Historia una trastada o jangá que si no se carga a Sevilla es porque la ciudad es tan hermosa y tiene tanta grandeza que lo aguanta todo. Y mira que lo han intentado... Lo he pensado a raíz del estadio de La Cartuja y la final de Copa. Lo llamé "el estadio de los leperos", como el dicho sobre el río y el Puente del Cachorro, porque hicimos el Estadio Olímpico antes de tener Olimpiada. Aquella trastada del alcalde Rojas Marcos nos costó 120 millones de euros, y aún estamos pagando el mantenimiento de sus jaramagos e inutilidad. Ahora proponen como gran solución que el Estadio Olímpico, pagando la Junta, deje de serlo y lo conviertan en un campo de fútbol. Quitarle las pistas de atletismo para acercar más a la hinchada futbolística a las porterías. Aquella fue la locura de Rojas Marcos y de otros más, innombrables, que le pusieron la cabeza como un bombo, haciéndole creer que Sevilla podía conseguir unos Juegos Olímpicos tras la Expo.

Es lo clásico. Que cada alcalde deje una trastada para la Historia. Remontándonos en ella, García de Vinuesa nos hizo la jangá de derribar las puertas y las murallas, a pesar de lo cual aún sigue dando nombre a la Calle de la Mar, que llevaba a la Puerta del Arenal, que demolió. De los alcaldes de la Gloriosa, mejor no hablar, por no hacer una relación de templos y conventos derribados o desamortizados y abandonados. En el siglo XX al Conde de Halcón también le dio por los derribos. Le pusieron "El Alcalde Palanqueta". Entre otros ensanches, acabó con el compás de la iglesia dominica de San Pablo, actual parroquia de La Magdalena. ¡Mira que son derribistas los alcaldes, qué les gusta una piqueta! Hernández Díaz pasará a la Historia como el que consintió los derribos de la Plaza del Duque para el Cortinglés. A los alcaldes les encanta acabar con las cosas. Por ejemplo, el Marqués del Contadero acabó con la utilísima red de Tranvías de Sevilla, que ahora solucionaría muchos problemas de esa cursilería que llaman "movilidad". Esto del tranvía a La Campana que presenta Espadas como una novedad fue lo que quitó Contadero.

Juan Fernández pasará a la Historia como el alcalde de la "marea negra". En vez de acabar con el adoquinado de Gerena de toda la vida como hacen ahora con las "plataformas únicas", le echó por encima una torta de negrísimo asfalto que dejó a Sevilla sin un bache, cierto, pero sin un adoquín. Por no hablar de Manuel del Valle, que aunque fue un gran alcalde, cometió el error de parar el Metro, que tardó decenios luego en ser de nuevo puesto en marcha, con su famoso lema: "El Metro, un túnel sin salida". No, el que salió fue él, porque luego vinieron otros alcaldes con otras trastadas de las que tienen castaña. Por ejemplo, las de Monteseirín. Varias. De un lado, la barbaridad inútil de Las Setas, que Dios sabe lo que nos costaron, pero que nadie conoce para qué sirven; y de otro, el tranvía que prácticamente repite en superficie el trazado del Metro, aparte de dejar a la peatonalizada Avenida sin aceras y sin un árbol. Ahora, que en quitar árboles, ningún alcalde le echó la pata a Zoido, que se hartó de talarlos. Si Halcón fue el Alcalde Palanqueta, Zoido fue el Alcalde Motosierra, aparte de deaprovechar la mayoría absoluta de sus 20 concejales, 20, sin deshacer ninguna tontería de las que le dejó la izquierda.

¿Y Espadas? Pues depende. En él se cumple la máxima de que cada alcalde hace bueno al anterior. Porque hay dos Espadas. El actual Juan Espadas, que parece que va de recogida a su templo (de San Telmo), se nos ha vuelto radical, apoyado en Podemos, imitando a su señorito Sánchez, y ha hecho bueno al anterior, al conciliador, al que votó parte de la derecha, que tenía en él sus esperanzas. Siento decirlo, pero aquel Espadas no es este Espadas. El que como hazaña personal, como los otros las Setas o el Estadio, se ha dedicado a llenar Sevilla de turistas chungaletas y de hoteles. A este paso va a haber más hoteles que habitantes. Fue un alcalde de cinco estrellas gran lujo y va a terminar en piso turístico. Lo cual me da pena, porque le tengo respeto y mira que lo hizo bien al principio...

 

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