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A
pesar de los billones de presupuesto, de la trama del poder que
todo lo abarca, de la cultura a la enseñanza, de las cajas de
ahorros a las empresas, aquí olvidamos lo principal: que el
Estado, en Andalucía, se llama Junta. Que aunque muchas veces
cueste más trabajo creerlo que el misterio de la Santísima
Trinidad, el máximo representante del Estado en Andalucía es
el presidente de la Junta. Sigamos con las obviedades olvidadas.
El Estado no es algo que esté detrás de Despeñaperros, en
Madrid, en los ministerios y en el BOE. El Estado es también la
administración autonómica, la delegación de la última
consejería de la Junta en la más perdida provincia de entre
las andaluzas. Esto, que no hay que explicárselo ni a Pujol ni
a Cataluña, es algo que aquí no ha sabido explicarse en veinte
años de autonomía. O que interesadamente no se ha querido
explicar. En la confusión de que esto no es el Estado, que esto
es un territorio exento más que autónomo, se encuentra el
filón político de la oposición al Gobierno central.
Andalucía nació de un error del Gobierno central de la UCD. A
Andalucía no la inventó Blas Infante. Andalucía fue inventada
por un error, inmenso error, de Adolfo Suárez en vísperas de
lo que luego fue la rebelión colectiva y popular del 28-F. Hay
que proclamar con memoria histórica que Lauren Postigo, con
aquello de "andaluz, éste no es tu referéndum", es
mucho más Padre de la Patria Andaluza que Blas Infante. La
gente no sabía quién era Blas Infante hasta que fueron
necesarias sus palabras para responder a Postigo:
"Andaluces, levantaos". Los andaluces se levantaron un
día, el 28-F, pero luego se han vuelto a sentar y se perpetúa
este equivoco de que el Estado es una algo que está en Madrid,
no de lo que Andalucía forma parte.
Por todas estas razones del Catón de la Autonomía es mucho
más aberrante e incoherente la postura de la Junta ante la Cumbre
de Jefes de Estado de Sevilla, en el próximo junio,
lagarto, lagarto. Que la representación del Estado, del Reino
de España, en Andalucía dé "apoyo institucional" a
los grupos antiglobalizadores que quieren reventar esa Cumbre es
algo así como si los tres toreros anunciados en Sevilla para el
Domingo de Resurrección, Ojeda, Tomás y El Juli, se apuntan en
la Sociedad Protectora de Animales...
-- Sí, pero como si a pesar de apuntarse a la Protectora de
Animales hicieran el paseíllo y torearan...
-- Y cobraran sus milloncitos...
El "apoyo institucional" de la Junta a los
antiglobalizadores de la Cumbre es el habitual juego a dos
paños. No se olvide que los que ahora están contra la Cumbre
son los que, cuando gobernaban el Estado, nos metieron en la
Otan y firmaron el acta de incorporación a la Unión Europea.
La aventura europea de España empezó como uno de los grandes
logros de un gobierno nacional con el mismo signo político que
este gobierno regional tan antiglobalizador. En el habitual uso
del "todo vale" contra el adversario, ahora le dan con
Europa en toda la boca al PP, precisamente con la Europa en la
que nos metieron los retratados junto a Chaves en la foto de la
tortilla.
Como vecinos de Sevilla, muchos vamos
a sufrir los efectos de una Cumbre desde luego no deseada. Y
la Junta, en vez de ponerse de lado del poder constituido (que
ella misma es el poder constituido en Andalucía), y a favor de
los ciudadanos sufridores de la Cumbre, va y se pone a jalear a
los que están dispuestos a armar el pitote del siglo. Sabíamos
que eran unos demagogos y unos cínicos. Ahora descubrimos que
su cinismo demagógico es verdaderamente cumbre.
Sobre la Cumbre de Sevilla, en
El RedCuadro
Huracán
Montse, huracán Macarena
Ojú,
la Cumbre
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