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                Por
                fin nos vamos a enterar de lo que ponen al puente. A ese Puente
                de Triana
                donde se conocieron los padres de los Machado, una tarde que
                Sevilla rimaba con barandilla viendo a unos delfines que habían
                remontado la corriente y llegado hasta el león que anunciaba
                las apocalipsis de riadas. Esto de lo que le ponen al puente es
                una vieja historia trianera en torno a un cante. Cante del
                Zurraque, por supuesto. Un viejo cante, quizá de cuando la I
                República, con los tres colores, rojo, amarillo y morado, en
                cada uno de los tres versos de la soleá:
                
                  - Qué
                    bonita está Triana
 
                    - cuando le ponen al puente
 
                    - banderas republicanas.
 
                   
                
                Son los cantes de la memoria del puente. En el palimpsesto de
                la tornadiza Sevilla, a aquel mismo puente por donde, en la
                copla por sevillanas, pasaba la Reina, la valleinclanesca
                Isabelona, que no llevaba corona, tan sólo peina, y que llevaba
                un mantón de Manila que le arrastraba... En aquel mismo puente,
                decía, poco después alzaron por soleá pendones de banderas
                republicanas. 
                El cante quedó en la memoria de serrín de las tabernas
                fandangueras de Triana, botella de mosto y tapa de tomate con
                sal. Pero en la dictadura, hubo que cambiarle de prisa y
                corriendo la letra del tercer verso. Igual que la censura
                franquista le hizo cambiar a Rafael de León el "quicio de
                la mancebía" de sus "Ojos verdes" por "la
                reja de la celosía", arriaron las banderas republicanas
                del cante e izaron las banderitas gitanas: 
                
                  - Qué bonita está Triana
 
                    - cuando le ponen al puente
 
                    - las banderitas gitanas...
 
                   
                
                Y se cuenta que en plena dictadura de Franco, un borracho
                desmemoriado de Sevilla que tenía un compadre en Triana y que
                paraba en Casa Berrinche, donde se cogía la papa nuestra de
                cada día dánosle hoy, enfiló bien puestecito el puente, de
                vuelta a su casa en Los Humeros. Y que por el puente iba
                cantiñeando entre camballadas: 
                
                  - Qué bonita está Triana
 
                    - cuando le ponen al puente...
 
                   
                
                Un policía armada que lo oyó cantar se fue tras él, a ver
                si en vez de izar banderitas gitanas hacía una proclamación de
                republicanismo a compás. Pero el borracho, una y otra vez, no
                salía de esos dos versos: 
                
                  - Qué bonita está Triana
 
                    - cuando le ponen al puente...
 
                   
                
                No acaba de soltar el tercer verso. Cerca del Barranco iban
                ya cuando el guardia, desesperado, le espetó: 
                -- Venga, dilo ya de una vez: ¿qué es lo que le ponen al
                puente? 
                Y el borracho, en la suprema verdad del vino, dijo: 
                -- Te vas a enterar tú de lo que le ponen al puente... 
                Ahora, por fin, el 14 de abril, nos vamos a enterar de lo que
                le ponen al puente: banderas republicanas. Desde la otra doble
                orilla, desde Sevilla y desde la Monarquía
                constitucional, nos merecen el respeto histórico de cuanto
                simbolizan: el sueño de una Sevilla imposible, la de Luis
                Cernuda sin ir más lejos. La tricolor es la bandera de lo
                que pudo haber sido y no fue. La que demuestra que la burguesía
                no pudo mandar en la señorial Sevilla ni cuando la clase media
                se puso el gorro frigio con Don Diego Martínez Barrios,
                desbordada por el radicalismo anarquista cañoneado por el
                Gobierno legítimo en Casa Cornelio y por los golpistas de
                Sanjurjo paseándose por la calle Sierpes, mientras la capillita
                ciudad cobarde de siempre siguió tomando café, hasta las
                trancas, en La Fiambrera del Casino Sevillano. 
                  
                Triana en El RedCuadro: 
                Triana
                en la Guía Secreta de Sevilla 
                Tradiciones
                en el palo de la cucaña 
                Triana
                en la Guía de Andalunet 
                 
                 
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