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Se
ha muerto El
Peña, José Peña Herrera, de quien el "Elenco de
Grandezas y Títulos del Reino del Carnaval de Cádiz" dice
que era Marqués del Paro, Duque de Guillén Moreno, Barón de
la Plaza de las Flores, Conde de la Caballa Asá, Vizconde de la
Barriada de la Paz y cuarenta mil millones de veces Grande de
Cádiz". Era como un Fred Astaire del Arco de Garaicoechea,
y bailaba claqué mejor que todos los negros de Harlem juntos,
porque había pasado más fatiguitas negras que todos los negros
de Harlem juntos. El Peña era el único gaditano que no se
sabía la letra de "Los Duros Antiguos". Ni falta que
le hacía. Peña era realmente un duro antiguo, de los que se
encontraba la gente a la orillita del mar, pero en acuñación
columnaria irrepetible de la plata de la Tacita. El Peña era
cabo de gastadores de la legión gaditana de la gracia, en la
que estaban alistados El Cojo Peroche, El Beni, Agustín el Melu,
El Carota, El Chicla, Pericón. Concretamente, El Peña fue el
que se comió guisado con papas el cordero de la referida
legión de la gracia, cuando lo vio desfilar en la presentación
de la chirigota del Carapalo.
El Peña, como no tenía un duro, ni antiguo ni moderno, hizo
la mayor obra de arte del teatro pobre: el cuarteto "La
Boda del Siglo". Guais, plais, mais. Lo recordarán: El
Peña de Príncipe Carlos, El Masa de Lady Di y Scapachini de
suegro moyatoso. Nunca el Príncipe Carlos de Inglaterra en la
plenitud del castillo de Windsor tuvo la pompa y circunstancia
que El Peña con su guerrera de gala, cuyas charreteras eran dos
cepillos de plástico del Piojito y cuyos entorchados, una
torcía de yesquero:
- A ver a la pareja feliz
- acude el pueblo londinés:
- ¿Qué te parece, Lady Di?
- Que hay mucha gente, joé...
Esa gente que acudía en Londres a ver La Boda del Siglo iba
en realidad a ver el cuarteto del Peña de Cai, al que Carlos de
Inglaterra, que era un usurpador, imitaba con muchísimo malage
y muy malamente. El verdadero fue El Peña. Yo creo que Lady Di
le puso los tarros al Príncipe la noche que se enteró que no
era El Peña. Y que Carlos, a su vez, se fue con Camila Parker
cuando se enteró que no era Juan El Masa.
El Peña tenía un ramalazo británico que ni el asalto de
los ingleses a Cádiz. Cuando Enrique Villegas sacó "Los
Beatles de Cai" no podía llevar a otro bombista que al
Peña, que se lo dijo Pérez, que estaba en Pamplona y vino
corriendo delante de un toro hasta Setenil. El Peña fue Carlos
de Inglaterra con Agüillo porque antes, con Villegas, había
sido Ringo Starr y Paul McCartney, todo en una pieza, yeah, yeah,
con el bombo de Los Beatles de Cádiz en el jardín de la noche
cabaretera de España, Villa Rosa de Madrid o Cortijo Los
Rosales del Parque Genovés.
Cádiz es la ciudad de las mil peñas. Sin un solo coto y
casi sin tierra para las macetas, hasta hay una peña de
cazadores, precisamente donde fueron a buscar una escopeta en el
artículo de Pemán para matar al buitre que vimos sobre el
Monumento y que vio una marmota que era de Ubrique y que no
saben lo que le parecía el pescuezo del buitre. Pero de las mil
peñas de Cádiz, la más importante era Peña Herrera, peña
angular de la gracia. "Sobre esta Peña yo fundaré otra
vez Cádiz para que el mundo se tire de risa y se pegue chocazos
por las esquinas", le dijo Hércules una mañana en que
José, buscándose la vida como el Príncipe destronado que en
realidad era, estaba dando bandazos por la Barriada de la Paz o
por Guillén Moreno, vendiendo calcetines especiales para
camareros y chicles a duro la cucharada que hacían globos de
tanta categoría como el sol cuando se pone en la Caleta. Tu
guais, plais, mais, Peña, es hoy latín de funeral gorigori.
Vida,
obra e imágenes de El Peña, en "Grandes Comparsas"
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