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El Recuadro   

 Antonio Burgos
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El Mundo de Andalucía,  jueves 19 de septiembre del 2002

  ¿QUIÉN HACE ESTO?    Abel Infanzón de hoynewchico.gif (899 bytes) 


ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Antonio Ferrera

Como perro viejo del articulismo, he puesto con truco y oficio este título que va aquí arriba con letras gordas. Porque este Antonio Ferrera, por el que usted, aficionado a los toros, quizá ha empezado a leer estas líneas, no es el Antonio Ferrera nacido en Ibiza y criado en Extremadura que ha despuntado esta temporada, entre cornalones y orejas cortadas a pares. Es Antonio Ferrera Comesaña, que era algo completamente inaudito en Andalucía: lector. Antonio Ferrera Comesaña era por sí solo un círculo de lectores en su silla de ruedas de inválido, nunca supe si civil o militar, militar republicano en tal caso, naturalmente. Antonio Ferrera Comesaña ha muerto y lo menos que puedo es dedicarle este gorigori literario, por el que, ay, ya no recibiré una de aquellas cariñosas cartas suyas, con unas señas de la avenida de Eduardo Dato en el sobre.

Antonio Ferrera era quiosquero. Del muy ilustre gremio de los quiosqueros de Sevilla. Antonio Ferrera era el dueño del puestecillo de periódicos de la esquina de la Puertalacarne con el Cuartel de Intendencia, donde ahora está la Diputación. Cuando pasaba en el tranvía camino del colegio Portaceli, me inquietaba siempre aquel hombre que estaba en la oscuridad de aquel puestecillo verde, entre revistas colgadas con alfileres de palo. Siempre se le veía leyendo, libro en mano, algo que no hacía ningún quoisquero de su tiempo. Curro el de los Periódicos, en su mitología bética de La Campana, era inimaginable con un libro en las manos.

Pasaron pocos años cuando, afionadete ya a la escritura, supe que aquel Antonio Ferrera, el quiosquero lector de la Puertalacarne, había convocado con dinero de su bolsillo unos premios literarios, en memoria de su madre. Como un Lara apasionado, Antonio había organizado los premios "Adela Comesaña", que fueron como el Sésamo o el Nadal en versión minimalista sevillana. Cuando en 1985 le dieron el premio Príncipe de Asturias a Angel González, Alfonso Guerra, que presidía aquel jurado, hizo la memoria de la gesta de Antonio Ferrera. Dijo Guerra en Oviedo: "Conocí a Angel González cuando yo tenía veinte y pocos años, en Sevilla, con motivo del fallo del premio de poesía "Adela Comesaña". Ambos formábamos parte del jurado y era la primera vez que los dos nos veíamos en aquel brete. Estaban también Gabriel Celaya y Armando López Salinas y recuerdo que Celaya nos trajo unas cintas grabadas con canciones de un principiante llamado Paco Ibáñez".

Para que ahora otros presuman de progresía y de haber hecho resistencia literaria contra la dictadura... Nadie le reconoció en democracia aquel mérito a Antonio Ferrera, que como Ignacio Sánchez Mejías había hecho con la Generación del 27, pagó de su bolsillo el viaje a Sevilla de todas aquellas figuras literarias de la Generación del 50. Lo que pasa es que el humilde Antonio Ferrera no tenía cortijo de Pino Montano donde darles una fiesta y todo quedó en la calle de la Mar de tinto de Casa Salazar, en aquella Sevilla de Club Tartessos y de Gorca Pequeño Teatro.

En los últimos años de la dictadura volví a encontrarme muchas tardes con Antonio Ferrera en su Café Gijón a la sevillana, que era el saloncito de té de Nova Roma. Siempre leyendo. En una mesa estaba Plácido Fernández Viagas, llenándose la pechera de ceniza y estudiando materiales de un sumario; en otra, en igual menester, el juez Santos Bozal; y en una tercera Antonio Ferrera Comesaña, con mil libros y revistas, sentado en la silla de ruedas desde la que su preocupación cívica le llevó a organizar la ANIC, la primera asociación laboral para minusválidos.

Ferrera ha muerto y en su esquela, bajo su nombre, como un título nobiliario o un cargo en la cofradía de la vida, pone: "Escritor, poeta y bohemio". Yo le añadiría todos los títulos que dichos quedan arriba, cual precursor de la democracia, cual activista y agitador de la cultura, cual humilde quiosquero de la Puertalacarne, cual lector impenitente en la Sevilla de "El capirote" de Alfonso Grosso.

Sobre Antonio Ferrera, el torero: ANTONIO FERRERA. Torero de Extremadura


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