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Con
razón los dialectólogos más que al habla en singular se
refieren siempre a las hablas de Andalucía, en plural, cuando
estudian las variantes meridionales de uso de la lengua
castellana. Hay un habla de Sevilla y un habla de Granada. Un
habla de Málaga, con diccionario de Juan Cepas incluido, y un
habla de Cádiz, con repertorio lexicográfico de Pedro Payán.
Un habla de Jaén, que nutre los veneros del "Vocabulario
andaluz" de Alcalá Venceslada, y un habla de Huelva. Si
todavía hubiera matrículas provinciales para los coches,
Huelva debería defender que la suya fuera GU y no HU, del mismo
modo que Lérida era LL de Lleida y no LE de Lérida, pues se
escribe Huelva, pero en onubense se pronuncia Güerva,
inalterable título de propiedad de todo lo que se presta en
Andalucía:
-- Oye, dame el mechero, que es
de Güerva...
Como será la diversidad de las
hablas andaluzas, que incluso hay un habla de informativo de
Canal Sur TV, que es muy dada a las aperturas vocálicas del
Poniente almeriense, y un habla de Carlos Herrera en lo suyo Onda
Cero, que consiste en dejar el acento andaluz para la parte
cómica del espectáculo y el castellano con todas las eses de
Valladolid cuando viene lo serio, como si de las cosas
importantes no se pudiera hablar con fonética andaluza. (La
autonomía no ha conseguido acabar con este lamentable
bilingüismo de los locutores, que aunque vayan de andaluces por
la vida rompen a hablar en castellano cuando quieren ponerse
serios y dejan nuestra habla para la parte quinteriana del
pasillo de comedias.)
Dentro de unos días, toda
Sevilla romperá a hablar como Madrid. Porque también hay un
habla andaluza según Madrid. Dentro de unos días, todo el
mundo será invitado al "pescaíto frito" de
inauguración de una caseta, en la noche de la prueba del
alumbrado de la Feria de Abril que cae en mayo, en nuestras
clásicas contradicciones barrocas:<FP>
-- ¿Cuándo cae este año la
Feria de Abril?
-- En mayo.
Noche inaugural que, por
cierto, ya no se llama del alumbrado, sino del "pescaíto".
Diminutivo espantoso, nada sevillano, sino de importación del
habla andaluza según Madrid. "Pescaíto" es como le
llaman al pescao frito los mismos de Madrid que les dicen
"procesiones" a las cofradías, "faralaes"
al traje de flamenca y "calesas" a los coches de
caballos. Aquí no ha cuajado lo de faralaes ni lo de calesas.
Aquí en calesa nada más que va Sarita Montiel pidiendo guerra
cuando canta "El Relicario". Pero sí ha arraigado, y
cómo, el espanto de esa palabra de importación: "pescaíto".
Cuando el pescao frito, en Sevilla, no tiene diminutivo posible.
El diminutivo a la sevillana de pescao es "un poquito de
pescao", nunca "un pescaíto". Ya ni siquiera
venden en las freidurías el único diminutivo de los peroles
que había, los "pedacitos", que eran pedacitos de
pescao, no pedazos de "pescaíto" como le llaman a la
pescada estos merluzos del habla.
Por eso el monumento a Pepe
Luis Vázquez es también un monumento al habla sevillana
clásica, no contaminada por los usos de los estampillados de
sevillanos que llegan en el Ave a hacer ricos a los de la
reventa de los toros y a los especuladores de abonos y de
licencias de casetas. En su monumento, Pepe Luis está en bronce
perpetuando el arte del cartucho de pescao. Así, pescao,
cartucho de pescao de freiduría. No del cartucho de "pescaíto"
de la noche inaugural de la Feria. Los que defendemos la pureza
del habla sevillana frente a la invasión del "pescaíto"
(que rima, qué horror, con rebujito) tenemos ya cita de
autoridad en el broncíneo cartucho de pescao de Pepe Luis.
Monumento al toreo según Sevilla y a la lengua española según
el habla de Sevilla.
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