Ecija
ronea de sol...
-- Y de yemas El Ecijano,
maestro...
Bueno, y de yemas El Ecijano
también. Las yemas El Ecijano tienen la más insólita imagen
publicitaria que existe. Ahora oxidados, al paso de la carretera
nacional por Ecija quedan aquellos cartelones de puro arte:
"No se droguen con yemas El Ecijano, casi tós parman".
Sin oxidación, está la actual publicidad directa de las yemas
en la plaza de toros de Sevilla. Torero que da la vuelta al
ruedo con la oreja en la mano es torero al que le tiran su
correspondiente caja de yemas. Es como un premio de
consolación. El torero que no le cortó la segunda oreja a su
segundo toro y que no puede salir por la Puerta del Príncipe,
se lamenta ante el peón de confianza al término de la vuelta
al ruedo:
-- Qué coraje la espada,
cuando teníamos ya la puerta medio abierta...
Y el banderillero, con la caja
de yemas que acaba de trincar del albero bajo el brazo, va y le
dice:
-- ¿Pero y la caja de yemas
que nos llevamos, maestro, dónde me la deja usted?
En Sevilla se sale por la
Puerta del Príncipe con tres orejas y por la puerta de la calle
Iris con dos orejas... y una caja de yemas El Ecijano en el
esportón.
Antes del inciso yemístico,
venía diciendo que Ecija ronea de sol. Bajo corona mural,
campea un sol en sus armas municipales y como la única Ciudad
del Sol se proclama en su divisa, en cita del profeta Isaías,
XIX, 18: "Civitas Solis vocabitur una". Que traducido
resulta: ni Costa del Sol, ni la Heliópolis de los egipcios, ni
leches; Ciudad del Sol, como la madre de Pepe Pinto, no hay más
que una, Astigi. Ecija tuvo en la antigüedad un templo
consagrado al culto del sol y de ahí el roneo. Nos parece
perfecto. ¿Pero cuántos actuales templos dedicados al culto
del sol tiene ahora? Los actuales templos de ese culto son las
placas solares. ¿Cuántas placas solares hay en la Sartén de
Andalucía? Pues poquísimas, aproximadamente las mismas que en
Sevilla, que aunque no se proclame como la Ciudad del Sol tiene
unas poquitas más de horas de insolación al año que Helsinki;
vamos, digo yo.
Sevilla, que inventó la
cultura de las velas contra el sol, en su civilización del
calor no acaba de buscarle las vueltas a la vivificante luz del
astro rey (con permiso de Carod Rovira lo de rey) para sacarle
provecho. Si en algún sitio tenía que haber placas solares a
porrillo era en Sevilla. Y no las hay. Preferimos pagar el
facturón de Ex Sevillana de Electricidad antes que gastarnos
cuatro perras gordas en una placa solar que nos asegura tener
agua caliente y calefacción de balde y para siempre. Razones
todas por las cuales está muy bien esa proclamación de la
obviedad que la Gerencia de Urbanismo de Sevilla ha llevado a la
normativa de edificación: que todo lo nuevo que se construya en
esta ciudad donde el sol pega tela de fuerte tenga placas
solares. No sé cómo le sentará la decisión a la antigua
Sevillana y a la antigua Catalana de Gas, pero a los bolsillos
de los sevillanos les va a venir muy bien. Hasta un treinta por
ciento se ahorra en factura de gas y de electricidad quien tiene
en su casa energía solar. Nos extraña que en esta sociedad
globalizada donde está de moda del ecologismo, las energías
alternativas y las ciudades sostenibles nadie haya sostenido
hasta ahora que no poner energía solar en Andalucía es tirar
el dinero a la calle. Bueno, a la calle... A la cuenta de
resultados de la Sevillana que ya no es Sevillana y de la
Catalana que ya no es Catalana. El día que en los tejados
andaluces veamos más placas solares que antenas de televisión
habrá llegado de verdad la segunda modernización del cuento
del envergue que se trae Chaves.
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