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Pujol, cuando subía a verlo a Baqueira Beret vestido de calle en
el telesilla, tenía la cara de frío que el Rey en la Antártida.
Como el verso de Pepe Hierro sobre los andaluces en las cárceles
de Franco: "Ojú, que frío". Con el gorro de lana encasquetado,
las botorras y los pantalones térmicos, da tanto frío verlo, que
me ha entrado una tiritera que he tenido que ir a ponerme un
chaleco, después de echar a los dos pingüinos que se me habían
sentado en el escritorio. Entre los impagables servicios a
España de la Corona habrá que anotar el frío que el Rey ha
pasado en la Antártida, con sólo tres horas de sueño en el
cuerpo, para saludar a nuestros científicos que trabajan en
aquellos chirlos mirlos.En la foto,
vienen los letreros que echaron en falta Fernanda y Bernarda de
Utrera en Nueva York cuando fueron a cantar en la Feria Mundial.
Estaban en el piso ciento no sé cuántos del hotel, se asomó
Fernanda a la ventana y le preguntó a su hermana:
-- Bernarda, ¿Utrera pá dónde cae? ¿Pacá o
pallá?
En la Antártida los letreros señalan para
dónde cae Utrera. Y Calatayud, Malagón y Coslada, a fin de que
no haya pérdida para el que quiera venirse andando. Y bajo los
letreros, la España más España que nos queda: el toro de Osborne.
Manolo Prieto, cuando creaba la silueta negra del que los
taurinos llaman "el toro del coñac", creería que dibujaba el
anuncio de un brandy del Puerto de Santa María. Estaba pintando
un nuevo escudo de España. Donde quiera que hay un español por
el mundo, hay un toro de Osborne. Santiago Amón decía que la
mejor legitimación de la bandera de España es la mancha de
pringue de tortilla que le cae en las fiestas de los pueblos,
cuando sirve de colgadura. No conoció el humanista las banderas
de España con el toro de Osborne a modo de escudo
constitucionalísimo que se despliegan en cada partido de la
selección de fútbol, ni supo que los catalanes separatistas le
cortan el rabo y las patas al que hay en El Bruch, porque
simboliza a España.
Con el lenguaje regio de los gestos, Don Juan
Carlos ha sancionado la constitucionalidad del toro de Osborne
como signo patrio. En los letreros de la Antártida, Madrid está
a 12.548 kilómetros, pero España está allí mismo, en la silueta
del toro de Osborne. A este paso, es lo poco que nos va a quedar
de España. Volvía antier a mi pueblo tras presentar en Madrid
algo tan serio como el Carnaval de Cádiz y coincidí en el AVE
con otro símbolo de España, con ese toro de Osborne en blanco
que es el Real Madrid, que iba a jugar con el Betis. De charleta
en el vagón se lo dije a Florentino Pérez:
-- Cuida al Real Madrid, que a este paso va a
ser de lo poquito que nos quede de España.
-- Y no te olvides de El Corte Inglés, que
hasta ahora no han pedido ni 17 Cortes Ingleses ni 17 Reales
Madriles...-- matizó Florentino, sabiendo que servidor venía de
Carnaval.
Se nos olvidó a entrambos el toro de Osborne.
Para recordarlo, a la misma hora estaba el Rey echándose la foto
en la Antártida. Y pasando un frío del carajo.
Sobre el toro de Osborne,
en El RedCuadro: