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Como
el pinar y el viento le anunciaban a Juan Ramón Jiménez que ya
estaban de vuelta las carretas del Rocío en Moguer, los pinos
del Coto han dejado de llorar porque Madrid le va a pagar por
fin a Andalucía la deuda histórica. De la deuda histórica me
parece todo bien, menos el artículo determinado que la precede.
No es "la" deuda histórica. Es "una" deuda histórica, que no es
lo mismo. Para deudas históricas, y ya que estamos aún en días
de carretas, la de aquel señorito sevillano que se gastó su
fortuna enterita en rocieros dispendios, siendo hermano mayor,
comprando una carreta de plata nuevecita para el simpecado,
convidando a familias enteras y al pueblo todo en la romería,
contratando artistas de renombre, invitando a gente de tronío.
Hecho lo cual, gastada su hacienda hasta la última peseta,
vendido el último cortijo, se encerró en su casa, se metió en la
cama, se tapó la cabeza y no salió más a la calle, hasta que se
murió.
A eso le llamo yo deuda histórica. Una deuda
que hizo historia en el Rocío. Pero ésta de Andalucía es en el
mejor de los casos el cobro de los atrasos del convenio, como
los que todo el mundo espera que le metan en el sobre de la paga
a fin de mes.
Las deudas históricas que tiene Andalucía son
otras. Son las deudas con su propia Historia, que no hay
ministro de Madrid que venga a pagarlas ni cobrador del frac que
las reclame. En otros lugares dicen que la Historia la escriben
los vencedores. Aquí la están escribiendo los memos, que es
peor. Los políticamente correctos, que tienen más peligro.
Andalucía tendría que tentarse la ropa de su Historia para darse
a valer. La propia ropa de sus dimensiones geográficas y
demográficas. Con el territorio y la población que tenemos,
deberíamos ser tomados en el resto de España por algo más que el
pito de un sereno o el arsa y olé.
Andalucía debería mirarse la palma de las
manos para ver la sangre de sus reyes. Los vascos separatistas o
los separatistas vascos (que para el caso es lo mismo) andan
reclamando como Rey de Todas las Vascongadas y poco menos que
como su fundador al Rey Sancho III el Mayor. ¿Será por Tercero?
Aquí tenemos a Fernando III, que fue un nuevo Hércules fundador
de Andalucía en la Europa de los reinos, y nadie lo proclama en
su dimensión multicultural ni le paga al hombre la deuda
histórica que la tierra que lo conquistó tiene con él. La tierra
que lo conquistó, ojo. Fernando III no fue el conquistador, fue
el conquistado por el hechizo de Andalucía. Fue cautivado por
todo eso que ahora se llama la fusión y el mestizaje. Si lo
dudan, vayan a su sepulcro en la Capilla Real de Sevilla y lean
su epitafio, escrito en plan traducción simultánea de la ONU, en
castellano, en árabe, en hebreo y me parece que hasta en latín.
Andalucía no se divide en oriental y en occidental, sino en la
Andalucía fernandina y la Andalucía conquistada por los Reyes
Católicos. Nuestra variedad se entiende perfectamente a la luz
de esos cuatro Reinos que somos y de los que nadie se acuerda:
el Reino de Jaén, el Reino de Sevilla, el Reino de Córdoba y el
Reino de Granada. De los cuatro, Fernando III creó los tres
primeros, teniendo además la suerte de que el niño no le saliera
rana, sino Sabio, en esa Andalucía de Jerez y de Huelva que
tiene, con una bandera blanca y azul, su correspondiente deuda
histórica con Alfonso X.
Sé que estas facturas impagadas de la Historia
nadie quiere ponerlas al cobro porque no están de moda. Si he
sacado estos números rojos es porque imagínense la que liarían
los vascos si tuvieran en la palma de sus manos la sangre de
estos dos grandes reyes, Fernando III y Alfonso el Sabio.
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