Unos
tanto, y otros tan poco... Claro que si es por cervantino "Entremés de los
Refranes", Dios le da pañuelo al que no tiene mocos. Y viceversa. En Madrid tienen a
Barajas convertido en problema nacional, y ese ministro tan simpático, que se trae a la
gente de calle, don Rafael Arias-Salgado, acaba de reconocer que en cuestión
aeroportuaria madrileña el Gobierno tiene que limitarse a administrar un desastre y a
gestionar una saturación.
-- Hombre, me alegra que hable
usted de Arias-Salgado...
-- ¿Por qué?
-- ¿Por qué va a ser? Porque
yo también soy partidario de Arias-Salgado, ¿ha visto usted qué tirón tiene este
hombre, qué gancho?
-- Como que Aznar le tiene
celos, como a la Puerta de Toledo, mare, le tengo celos, porque le roba mucha imagen...
-- Como que si pusieran a
Arias-Salgado de candidato a presidente del Gobierno, barrería...
-- Barrería, pasaría la
fregona y la mopa, limpiaría los rincones, haría sábado y le daría un flete al
desastre que iba a ser de candidato, hijo mío, más que Barajas...
En Madrid están con un
Barajas chico, que se equivocó la modista, se lo hicieron tres tallas menos y no se puede
arreglar ni aunque le echen de las mangas, y en Sevilla tenemos un San Pablo que nos viene
grande, muerto de risa. El 10 en previsiones (por las que hilan) que hay que dar a quien
proyectó Barajas hay que convertirlo en matrícula de honor y summa cum laude a
quien proyectó ese monumento a la desolación que es el aeropuerto de San Pablo, que
incomprensiblemente sigue en libertad. Si Barajas se les quedó chico, en San Pablo se les
fue la mano, como en el derroche de amor, cuánta locura de Ana Belén, que aquí es qué
derroche de mármol, qué caradura... Si lo de Madrid-Barajas es de ataque de nervios, de
sofocón y de pedir el libro de reclamaciones, lo de Sevilla-San Pablo es de pedir por el
dislate del disparate las responsabilidades políticas que nunca se pidieron. Le hicieron
a Sevilla una terminal de aeropuerto como si sus pistas fueran las de Atlanta, las de
Dallas-Fort Worth o las de Francfort y le hicieron a la terminal de Barajas unas pistas
como si fueran las de Sevilla.
Lo más lindo de todo es que
al conflicto de Madrid se le quiere dar una solución a la sevillana. ¿Cómo acabar con
el problemón del aeropuerto de Barajas? Haciendo un Ave a Barcelona. O sea, como sé que
te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te echo un ladrillo.
-- Y por eso los albañiles
llevan alpargatas blancas.
Exactamente. Como el problema
es de los vuelos internacionales, se hace un puente ferroviario con Barcelona. Los de
Madrid, tan listos, comprobaron que el aeropuerto de Sevilla, como había Ave, no tenía
problema de ninguna clase. ¿Modo de acabar con el problema de Madrid? Haciendo un Ave,
aprovechando que el Llobregat pasa por el aeropuerto del Prat y así Pujol está tranqui
Jordi, tranqui una temporada y no pide que los guardias municipales de Bollullos Par
del Condado hablen también catalán...
--- Que un día lo pedirá...
--- Vamos que si lo pedirá; y
si no lo pide es porque no se le ha ocurrido...
--- Sí, sí, encima déle
usted ideas a Pujol, que es lo que le hace falta...
Así que me dan ganas de coger
el aeropuerto de San Pablo y regalárselo a los de Madrid, mandándoselo por Seur, porque
los de Madrid son mucho de Seur. A ellos les hace más falta. Así nos quitamos esa pena
que entra por el cuerpo cuando llegamos a aquel cementerio de millones, a la inmensa tumba
de mármol Travertino y lo vemos oscuro y vacío como la boca del lobo, mientras en
Barajas están como piojos en costura. Así nos quitamos esa lamentable llegada a Sevilla
que es la de San Pablo, una llegada que, frente a tanto triunfalismo Expo, pone a Sevilla
en su sitio, como cuando lo de Paraguay y Nigeria con la selección española.