¿Por qué te
vistes de negro?
ERAN
EN UN EMBARCADERO del aeropuerto de Milán. No, no se me ha ido el
santo al cielo: no es que haya
confundido un embarcadero del muelle de mi Cádiz, el muelle del vapor
del Puerto mismo, con el aeropuerto milanés. Le llamo embarcadero,
palabra española donde las haya, a lo que otros designan con una
horrenda voz inglesa: finger, que siempre me suena a James
Bond. Si el finger es la mangada por donde nos embarcan en
manada en el avión, ¿no es acaso un embarcadero? Embarcadero,
además, entronca directamente con la raíz marinera de la voz
"aeropuerto". Lo que hay de portuario en esta voz se ve en
el adjetivo que usan los dirigentes de AENA cada vez que dan una rueda
de prensa sobre los problemas o las mejoras de Barajas: aeroportuario.
Así que estaba en el embarcadero
de Linate, esperando que nos llamaran a la puerta donde se entregan
las tarjetas y se mete uno solito en la mangada, y me fijé que la
única chaqueta de color marrón era la mía. Una chaqueta de lana
inglesa, Harris Tweed, por cierto, magnífica, que causa la
admiración y la envidia de los amigos que gustan de la ropa
británica. Pero que allí, en el Milán de los ejecutivos de Linate,
era mucho más inadecuada que la corbata de Carrascal para dar un
pésame. Todos los ejecutivos, los comerciales, los directivos, los
consejeros que se disponían a tomar el avión hacia Barcelona, bien
fueran italianos, bien catalanes, parecían uniformados, como
zagalones repetidores de un colegio. Todos vestían de negro. De negro
más o menos riguroso, pero bastante oscuro. El gris marengo, para los
ejecutivos de Linate, era como el traje blanco del Gran Gatsby,
aproximadamente, de oscuritos que iban todos. Traje negro y, por
descontado, camisa negra, o jersey de cuello alto de color negro. Y el
que llevaba corbata era como si no loa llevase, porque era una corbata
negra sobre una camisa negra en un traje negro.
Con lo sucio que es el negro... Lo que
más me admira de esta moda a los Felipe IV de los ejecutivos, siempre
de negro hasta los pies vestidos en verso de Manuel Machado, es lo
limpios y aseados que van. No hay nada más difícil de mantener limpio
que un traje negro. Lo supe desde el colegio de los jesuitas. La
pulcritud de los padres o de los maestrillos se veía en la negrura de
su sotana. El elegantísimo Padre Ortiz, mi profesor de Literatura,
llevaba la sotana siempre perfectamente negra. En cambio, la pechera del
profesor de Griego, el vascongado Padre Xavier Uriarte, era un catálogo
de manchas del rapé que usaba, aspirándolo convulsivamente de una
dieciochesca cajita de plata. La pechera de la sotana de Ortiz era
negrísimamente impoluta; la de Uriarte, una guarrería de polvos de
rapé, de restos del moco los estornudos que el polvo le provocaba, asco
me da recordarlo...
Los ejecutivos del aeropuerto de Milán
iban todos como el Padre Ortiz, ninguno como el Padre Uriarte. No es que
ninguno aspirase rapé (moda que al paso que vamos algún día
volverá), sino que no he visto trajes negros más negros, sin una mota
de polvo.
-- Y sin caspa en el cuello...
Por descontado. Los ejecutivos no
tienen caspa, no se manchan, no tienen en sus impolutos trajes ni ese
brillo traicionero de las coderas de la ropa negra, que se va poniendo
color ala de mosca hasta hacerse morena como el azúcar cande. Y eso que
muchos de ellos probablemente llevaban el traje puesto desde las 6 de la
mañana. Porque ésta es otra, el negro desde el alba. En el Hotel
Palace de Madrid me encontré la otra mañana, bien temprano, antes de
las 8, con los participantes en la clásica convención de ventas. Todos
estaban perfectamente vestidos de negro a esa hora de misa de infantes.
Otra vez me sentí como gallina en corral ajeno, y mira que es buena mi
chaqueta Harris Tweed... Mi hijo Fernando, profesor de Arquitectura en
el Tecnológico Federal de Zurich, usa negros los zapatos, los
calcetines, los pantalones. Por descontado que la chaqueta. Así sale de
su casa cuando no ha amanecido, camino de la Escuela. Porque así visten
los arquitectos, los diseñadores, los críticos de Arte, los profesores
de Humanidades, los ingenieros telecos. El traje negro es como el
uniforme del cuerpo al que pertenecen, la Indumentaria Nasdaq.
Por la vía de la modernidad,
regresamos a la España más clásica, en la que los viajeros
románticos se sorprendían del negro atuendo de la gente. Por la vía
de la modernidad, está completamente actual la sentencia que
proclamaban los Hermanos Toronjo en una sevillana del Alosno huelvano:
- Tú no tienes traje negro
- tú no vas a ninguna parte,
- yo te voy a comprar uno
- pá que vayas a todas partes...
Hablando de coplas, Doña Concha Piquer
quedaría completamente fuera de contexto, que le dicen. Nada más fuera
de cacho que la pregunta que hacía, en el verso inolvidable de Rafael
de León:
- ¿Por qué te vistes de negro,
- ay, por qué,
- si no te ha muerto nadie?
En el aeropuerto de Linate, en el
vestíbulo del Hotel Palace de Madrid, la Piquer hubiera tenido la
respuesta que ahora le doy a su copla.. ¿Pues por qué va a ser, Doña
Concha? ¿Usted no ve que este muchacho es Proyect Manager de una
multinacional multimedia y ha de vestir con el uniforme del Cuerpo
Nasdaq al que pertenece?
(Publicado el
domingo 7 de mayo del 2000)
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