ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 18 de julio de 2014                 
                                
 
Palabras con solera
 
Las que nuestros lectores, con sus aportaciones, nos están ayudando a rescatar no son voces sevillanas en desuso y trance de extinción, sino palabras con solera. Como el vino de esas viejas botellas del tiempo de Pepe Ídem que de vez en cuando salen a subasta en Sotheby´s. ¿Cuántas son estas asoleradas palabras sevillanas? Quizá miles. Don Carlos G. de Escalada nos dice: "Propongo para la causa: buchaíta, piscolabis (también piquislabis), catea, pelón, espelotao, palodú, sarasa, pringar". ¿Las definimos, o no hace falta? Quizá, porque los niños ya no les dan cateas a los más infelices de la pandi; ni los padrinos echan pelones en los bautizos; y con la moda de la delgadez nadie está espelotao. Aunque hemos visto que por el centro siguen vendiendo palodú, ningún gastrobar tiene el paladar de ofrecer piquislabis ni los sarasas usan tal nombre para proclamar su Día del Orgullo...

Don Guillermo Valera nos envía con sus definiciones estas palabras con solera sevillana:

Chinero: Mueble o alacena donde se guardaban la vajilla y los juegos de café de loza de la China, de ahí su nombre.

Aparador: Estantería que se usaba a modo de mueble bar actual o mueble auxiliar parabel comedor.

De Por ahí Fuera: Extranjero.

Sarpullío: Erupción masiva en la piel por la calor ó la calentura.

Patulea: Cuando nos presentábamos toda la "patulea"a merendar en casa de algún familiar sin avisar: "Ahí viene toa la patulea".

Don José M. Borralla nos señala:

"Hechuría" (por fechorìa): Travesura de un niño: "Supongo que ya te habrás enterado de la última "jechuría" de tu hijo".

Zangolotino: Niño por lo general gordito, inquieto y metomentodo: "¡Que niño tan zangolotino!".

Sardinel: Escalón entre dos habitaciones, o más corrientemente, entre la calle y la "casapuerta"; poyete de entrada al zaguán. (Y desde Marchena, Borja nos añade este ejemplo local: "Niño, métete el prejeño por dentro pá sentarte en el sardiné".)

Alferecía: Mareo, pérdida de conocimiento momentáneo, enfado desmesurado.

Güitoma: Cacharrito, atracción de feria, llamado también "volaores". Eran aquella especie de asientos colgados de cadenas que giraban y por la fuerza centrífuga se iban separando de la tarima central del aparato. De ahí lo de volaores.

Don Manuel Ríos Pérez nos hace toda una evocación lírica de la badila: Precioso vocablo. Sinónimo de badil y de hurgón ( de "hurgar"). Con la badila (colocada sobre la tarima y oculta bajo la falda de la camilla) se removía el cisco de la copa (brasero) y se retiraban los humeantes y desagradables tizones: «Niño, acércame la badila», me decía mi madre".

Doña Eva Cañizares observa: "Estar empercochao lo muy guarro y escamondao lo limpisimo; las camballás que dan los borrachos y lo apollardaos que andan algunos". Y don Javier Salvago nos da las siguientes voces con solera:

Agua filtrada (AF en los registros de la calle): No apta para el consumo humano, porque no estaba depurada como el agua "dulce" de los ingleses (registros con SWW).

Chícharo: Judía, alubia o las que en otros sitios son habichuelas o frijoles.

Chufla: Guasón. Y también, informal, persona de poca valía.

Maña: Arte, llave o astucia para vencer al contricante: "Le hice una maña y lo tiré al suelo". -

Refregador: Tabla de madera, ondulada, empleada para lavar.

Búcaro: Botijo.

Y la que quizá sea la palabra-estrella de todas las voces que están en trance de extinción al desaparecer el objeto que designan: la sevillanísima Algofifa (por aljofifa): Bayeta, pedazo de tela basta para fregar el suelo. Como el rey moro Axataf rindió Sevilla a San Fernando, así la algofifa ha entregado la cuchara ante la fregona.

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