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Lo
que más demuestra el carácter nazi y totalitario de los que
sabemos es que ya van por el lenguaje de los editoriales del
diario "Arriba" franquista. Esta nueva dictadura usa
ya la panoplia expresiva que en la anterior utilizaron, por
ejemplo, contra los asistentes al que llamaron "Contubernio
de Munich". Los proetarras dicen de cualquier demócrata
constitucional lo mismo que aquellos editoriales de consigna,
escritos al dictado sobre una minuta que decía:
"Termínese con el habitual palo a Rusia". Ahora esas
minutas dicen: "Termínese con el habitual palo a la
opresora España".
En este arte totalitario de la descalificación, seguramente
Francisco Letamendía quería sentar plaza de trovero de nuevos
insultos cuando en el pasillo de la Universidad del País Vasco
le dijo al profesor Llera que olía a establo asturiano. Yo
tenía hasta ahora un buen concepto estético de los establos
asturianos. Los establos de las vacas asturianas y los establos
de los caballos jerezanos son los que mejor huelen del mundo.
Hombre, no es que sea el frasco de las esencias que como único
camisón se ponía para dormir la desnuda Marylin Monroe en sus
rubias carnes. Pero un establo trabajado y cuidado huele a
zotal, a cepillo de raíces, a manguerazo. No creo que las vacas
de la India, aun siendo sagradas, tengan tanta limpieza y buen
cuido como las profanas vacas astures.
Los establos, pues, huelen a trabajo, a dignidad, a esfuerzo,
y no a sangre, a fanatismo, a dictadura del miedo, a
totalitarismo. Entre el olor a establo asturiano y el hedor de
ciertos "bazokis" vascongados, es que no hay vuelta de
hoja. Pero aunque los establos asturianos oliesen mal, si tal
fuera el aroma de la valentía del profesor Llera en defensa de
la libertad allí donde más les duele, a mí me encantaría
también oler a establo, incluso a estiércol asturiano, a
producción de riqueza y no a paralización de toda actividad
económica por culpa del miedo. Insisto en que huelen a gloria,
pero si oliesen mal, a la vista de quiénes han usado ese olor
como insulto yo estaba hasta por embotellar ese aire, igual que
se embotella el sol de mi Andalucía. Y, por descontado,
pregunto que dónde hay que ir para oler también a establo
asturiano. Yo también, profesor Llera, quiero oler a establo
asturiano. Mejor oler a establo asturiano que a explosivo de
coche bomba o a casquillo de 9 milímetros Parabellum.
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