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Dice
Gemma García que esto de la cámara oculta engancha. Y tanto.
Engancha de momento en la apasionante incógnita de saber dónde
llevaba oculta la cámara la periodista elegida Miss Tongo. ¿La
llevaba en el seno, como las mujeres de pueblo el dinero cuando
van a la capital? No le hubiéramos dado la mayor importancia al
lugar de emplazamiento de la cámara si Gemma no nos pica la
curiosidad:
-- Si lo digo, Melchor Miralles me ahoga...
Melchor Miralles aprieta, pero no ahoga. Y espero que siga
apretando con su cámara oculta. Desde el aplausómetro de
Miguel Ángel Aguilar en la revista "Posible" para
medir las unanimidades de la lealtad incondicional y la
adhesión inquebrantable en las Cortes de Franco y desde la
máquina de la verdad de Julián Lago, no había habido en el
periodismo español artilugio tan apasionante como la cámara
oculta de Miralles. Se ha demostrado que ese aparato da
audiencias mucho mayores que la cuenta corriente de Carmina
Ordóñez, la tocoginecología de Norma
Duval, los goles de Figo
o el "Pá Eppaña" de Rosa
López.
Puede, empero, entenderse que sea excesivo semejante
despliegue de estado mayor, infantería, artillería e
intendencia periodísticas para la batallita de un chanchullete
de nada en la elección de unas niñas guapinas a las que unos
desaprensivos les sacan el dinero como tierra. ¿Qué son los
cuatro millones y medio de pesetas que se embolsa Madame
Dávalos al lado de los tres billones de pesetas que, un poner,
maneja Chaves sin cámara oculta que valga, sino con una cámara
parlamentaria autonómica que lo saca siempre bastante
favorecido en el retrato de la "foto finish" de las
votaciones?
De aquí mi esperanza de que el equipo de Melchor Miralles
se haya placeado sin caballos en Alicante antes de torear en
ruedos ibéricos de mayor importancia, y toros de cuatro yerbas
y en puntas. La audiencia televisiva de Gemma García haciendo
el paso de la oca, de la oca mareada, en la pasarela de las
Misses va a ser nada el día que Melchor Miralles logre
colocarle la cámara oculta en salva sea la parte a Zapatero, y
sepamos por fin quién le ha ordenado esta suicida política de
"al PP, en el País Vasco, ni agua". ¿Se imaginan una
cámara oculta en el cuerpo serrano de Patxi López cuando acuda
a presentar su adhesión inquebrantable y su lealtad
incondicional a Arzalluz, quien le dará posesión de la plaza
de monaguillo de Ajuria Enea que se ha ganado a pulso, como
antes se la ganó Gaspar Llamazares? Así que, querido Melchor
Miralles, saca la cámara oculta cuanto antes de la pechera de
las misses y ponla urgentemente en los pantalones bajados de
quienes se dedican también a utilizar en su provecho el
membrete común de la palabra "España".
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