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El Recuadro

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Serranilla de la jara 

En la primavera de nuestra tierra hay dos floraciones: la de la naturaleza y la de la literatura. Las flores de los naranjos, las flores de las acacias, las flores de los jazmineros, las flores de las buganvillas, las flores de las jacarandas tienen una doble vida en nuestra luz. Están, por un lado, hermosas en las calles y paseos, trepando tapias y pintando de colores el atardecer y, al mismo tiempo, están floreciendo en poemas y coplas, en pregones y artículos, en pasajes de novelas o en la breve reflexión del refranero. ¿Cuánto se escribe cada primavera del azahar, cuánto cada Feria de las rosas, cuánto cada Rocío del lirio peregrino, cuánto cada Corpus del romero? En nuestra tierra, campera como pocas, tenemos paradójicamente una literatura urbana, que sólo se fija en la flora de las ciudades. Y cuando nuestra literatura se mete en el campo, se pone los botos y las espuelas y se monta a caballo como perfecto mirador de la medida del mundo, Villalón, Muñoz Rojas, Halcón, parece que lo haga con mentalidad de catastro y de cosechadora: se fija en la hermosura de los trigales, en la exacta geometría del olivar midiendo montes, en la blanda blancura del algodón, pero desprecia las evangélicas flores. Apenas en las letras del cante flamenco, de los fandangos de Huelva, están las flores adornando el campo andaluz por primavera.

Un año más me han hablado las jaras de la sierra y me han pedido un poema en prosa de efímero papel, lamentándose de que cada primavera nadie se acuerda de ellas. Es un mensaje que me dejan cada año, en su blanca humildad de los barrancos. La vez primera me lo dieron un lejano mes de abril. Íbamos Sierra arriba, camino de Cazalla, acompañando al coche que llevaba muerto a un andaluz irrepetible, que puso a su tierra en el fiel de un ensayo tan esclarecedor como olvidado: José María Osuna. Aquel día que enterramos a José María Osuna en el romántico cementerio de Cazalla, yo dejé sobre su tumba unas humildes jaras que había cortado en el camino de chumbarbas y tomillares. Pasaron los años, y camino de las placitas de tientas de los cerrados de toros bravos de la sierra me las volví a encontrar y me repitieron su queja. Remedié como pude el olvido hablando de su inmenso amor a la libertad. Tan libre es la jara en el monte, que cuando se la corta y se la trae a la ciudad, se muere en el jarrón de la salita.

Este año, desde las ventanillas del Ave os he vuelto a ver, jaras de los montes andaluces, compañeras de perros y escopetas. Pasa por Sierra Morena la línea de plata del tren y va escoltada por la blancura de vuestras flores. Nieve de jara en primavera sobre los montes, hermosura de jardín cerrado para pocos. Estos viajeros que conmigo vienen haciendo en el tren de plata la Vía del Calatraveño del Marqués de Santillana todo lo más se fijan en el azul Carretería, ¿o es morado Quinta Angustia?, de los lirios. Sólo se fijan en los breves capotes rojos de las amapolas, dando medias verónicas a la granazón de los trigales. Pero nadie, ay, se fija en vosotras, humildes, libres, montaraces, irreductibles, bravías flores de la jara. Nadie conoce ni vuestro olor ni vuestro nombre, ni la delicadeza de vuestras blancas hojas, ni las ramas aceitosas que os cobijan junto a las tapias de pizarra que hicieron los segadores portugueses cuando hasta el último palmo de nuestras tierras se sembraba de trigo.

Aquí tenéis vuestro homenaje, flores de los jarales de las sierras, un año más, como me habéis pedido. Sabéis, como yo, que lo poéticamente correcto es escribir del azahar por primavera. Y sufrís, como yo, cuando oís los gritos del silencio ante vuestra belleza derrochada. Mientras, el tren de plata va a su negocio, Sierra arriba, camino de la Mancha, y no tiene tiempo para enamorarse de una blanca y humilde flor, moza vegetal que nunca encuentra un Marqués de Santillana que le escriba una serranilla.

Sobre este tema, en El RedCuadro:

La libertad de la jara   
Ya ha florecido el azahar
Un chute de azahar
Un hallazgo en la luz
La primera jacaranda
Poema de las acacias
Magnolias
El Jazmín, elegancia de una flor
Albahaca, la caricia de una planta 
El esplendor de la jacaranda
El mensaje de la acacia

 

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