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Solemos
quejarnos de que en España no hay sociedad civil, sino mucho
Estado si gobiernan los socialistas o mucha empresa privada si
nos rige la derecha, pero hay veces en que no hay resquicio para
la queja. Cuando la sociedad civil española le da por mostrar
señales de vida, traduce la famosa frase de Tarradellas. Si
Tarradellas dijo en el balcón de la Generalidad su famoso
"Ja soc aquí", cuando llega la ocasión la sociedad
española dice "Aquí estoy yo", y entonces es
terrible. E imprevisible. Le doy al manubrio de la moviola de la
Historia y contemplo que la propia idea contemporánea de
España como nación surgió de una de estas rebeliones de la
sociedad civil. Sé que no está de moda hablar, pero fue el
espíritu del 2 de mayo de 1808. Al grito de "Que se los
llevan", la goyesca sociedad civil de 1808 armó el 2 de
mayo y acuñó a la postre el constitucionalismo. Nuestra
burguesa revolución francesa, la que acabó con el Antiguo
Régimen, fue precisamente contra los franceses y obra de la
sociedad civil.
En la misma moviola de la
Historia contemplaba aquí el otro día lo que ocurrió hace 25
años con el diseño del Estado de las Autonomías. El pueblo
andaluz, adelantando a sus políticos por lo hondo y lo
"jondo", hizo que las cosas fueran de modo distinto a
como iban a ser. El "café para todos" de las
autonomías vino por exigencia de la sociedad civil andaluza,
que no estaba dispuesta a que a catalanes y vascos les dieran
caracolillo de Puerto Rico o arábica de Colombia y al resto de
los españoles, recuelo de zurrapas.
Ahora contemplo la marea de los
voluntarios. Con los tanques de "Prestige" se han roto
muchas cosas, pero la más importante de todas, quizá, la
resignación del silencio de una sociedad civil falta de
protagonismo. No podemos quejarnos de falta de sociedad civil
cuando vemos a los políticos dándose patadas en el culo
corriendo detrás de la iniciativa de la ciudadanía, carrera en
pelo que estamos contemplando en Galicia. El primer mariscador
de Muxía que arrancó el chapapote con sus solas manos no
estaba rascando en las rocas, sino en la conciencia de pueblo,
de sociedad.
Dicen que las consecuencias
futuras de la catástrofe son imprevisibles. Y tanto. No digo ya
lo que puede pasar con el matarile, rile, rile, del petrolero en
el fondo del mar, sino con esta otra marea, nada negra, de la
sociedad que ha adelantado una vez más a los políticos. La
última vez que un pueblo, el andaluz, los adelantó, miren la
que formó con el equilibro del Estado de las Autonomías. Es
absolutamente impredecible lo que vaya a pasar tras el "Prestige"
con el desprestigio de los políticos desbordados por la
sociedad civil, ahora que otro pueblo, el gallego, y todo ese
sanísimo pueblo español que son los muchachos voluntarios del
espíritu solidario de las ONG se ha echado a unas costas
manchadas donde hasta hace sólo tres días se encontraba todo
el fuel que ustedes quieran, pero ni una brizna de Estado.
Sobre el "Prestige",
en El RedCuadro:
Galicia
somos todos
Chapoteando
chapapote
Sobre los temas de este
artículo, en Internet:
La
Voz de Galicia: Especial sobre la tragedia del "Prestige"
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
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