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No
saben Terelu, María Teresa Campos, Paloma Barrientos o Rosa
Villacastín (por citar sólo verdaderas señoras de la
información del famoseo), la alegría que me dan cada vez que
siguen dando hilo a la cometa imposible, regia y nupcial de
María del Dulce Nombre León y Castillejo. Sí, ya sé que por
la Corte se dice que nunca hubo nada entre el Príncipe de
Asturias y la hija de los Marqueses de la Cañada, que es una
bomba de humo, para que dejemos de mirar la lencería
fina de la modelo Eva Sannum. Si le dedico este artículo a
María León no es porque esté más informado que nadie en un
asunto en el que nadie sabe nada, yo creo que ni el Rey. Es
simplemente para no comerme con papas el artículo tan bonito
que me iba a salir si lo que pudo haber sido fuese verdad.
No sé para los intereses de la Corona y para los destinos de
España, pero para la literatura popular sería una bendición
de Dios que Don Felipe de Borbón se casara con María León.
Aparte de que tiene nombre de Reina
con todos sus avíos, Doña
María, lo que no sabe el rumor de la fuente de las
pretendidas e innumerables novias del Príncipe es lo que nos
vamos a perder. Caso de que el rumor hubiera sido verdad,
a mí de momento me habría salido un articulo de premio. Yo que
gané el Mariano
de Cavia con un artículo gaditano que escribí cuando el
Príncipe de Asturias embarcó como guardiamarina en el
"Juan Sebastián Elcano", me voy a perder ahora el
González Ruano por el romance de la Reina más sevillana que,
como albaceas literario de Rafael
de León y Arias de Saavedra, conde de Gómara y Marqués
del Valle de la Reina, es que lo iba a bordar.
Lo más hermoso de este romance imposible es que llevaba
dentro otro romance, el literario, y sin salir de la familia
León. Todo lo más que sabe la gente es que María León es, en
efecto, hija de los Marqueses de la Cañada y nieta de Eduardo
León y Manjón, el Conde de Lebrija, uno de los
últimos patricios romanos de la Bética. Pero ignoran que
María es sobrina nieta de Rafael de León, sí, el de
"Tatuaje", el de "Ojos verdes", el
de Quintero, León y Quiroga, el que escribió esa
proclamación popular de lealtad literaria a la Corona que
tituló "Romance de la Reina Mercedes". Están viendo
mi artículo, ¿no? Que Rafael de León, después de muerto,
escribe el mejor romance en los ojos de su sobrina-nieta, camino
de una carroza de Cenicienta enganchada a la calesera. Pongan
por allí unos mosaicos romanos de la casa de los Condes de
Lebrija, por acá una orillita del Guadalquivir y una rosa de
té, aparte de la inevitable dalia que cuidaba Sevilla, y es que
el romance iba a ser una preciosidad, ahora que además está
tan de
moda la copla.
Pero, nada, hija, Isabel León, Marquesa de Méritos, que
cuidas la dalia romana de vuestra casa de la Marquesa de
Lebrija: me quedo sin tenerte de fantástica Reina Tía, y nos
quedamos todos sin romance póstumo de Tío Rafael. A pesar de
todo, se puede ver la copla...
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