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                Está
                de moda y es políticamente correctísimo largar fiesta contra
                los americanos. Pues larguemos, ¿será por largar? Cómo serán
                los americanos de torpes, que en el Pentágono están
                preocupadísimos. No por las noticias chungas que les llegan
                desde Irak, sino por lo que ha informado allí mi admirado
                profesor Jerry Johnson, agente consular del Imperio en la
                capital de la Bética. Como Estados Unidos dejó al que fuera
                consulado general cortito con agua de presupuesto, el profesor
                Johnson tiene que hacer de todo. Más que cónsul americano
                parece navaja suiza. En su pluriempleo de agente de la CIA, ha
                cogido el bando del alcalde y lo ha pasado por fax al
                Departamento de Estado. Desde Washington lo han rebotado al
                cuartel general del general Franks, que al leerlo no cogió el
                sueño. Le preguntó su ayudante, al verlo con ojeras de La
                Lirio por la mañana:
                 -- ¿Qué le pasa, mi general? 
                -- Calla, calla --le
                respondió--, que por si nos faltara algo, el alcalde de Sevilla
                nos exige que cesemos fulminantemente la guerra. 
                Mucha fuerza ha debido de tener
                el bando, porque habrán leído que los americanos han decidido
                darle un parón de unas semanitas a la ofensiva sobre Bagdad.
                Algunos mal pensados dicen que es por falta de suministros, pero
                puedo asegurarles que no: a los americanos no les llega la
                camisa de camuflaje al cuerpo con el bando de Monteseirín. Y
                han aplicado la máxima de guerra de Caracol el del Bulto, aquel
                flamenco y taurino sevillano que en el Madrid republicano de la
                guerra civil, harto de estar todo el día recluido en el refugio
                antiaéreo, venga bombardeos de los aviones de Franco, salió
                hasta la puerta y dirigiéndose a los aparatos de los
                nacionales, les dijo: 
                -- Carnes mías, ¿es que no
                paráis ni para almorzar? 
                Los americanos han parado para
                almorzar. Y para cenar. Pero les ha ocurrido como a usted,
                señora: que al abrir la nevera vieron que estaba vacía. Y le
                han dicho al general Franks como usted a su marido: 
                -- Tommy, tenemos que ir sin
                falta al Carrefour, porque tenemos la nevera pelada. Y hay que
                echar gasolina al coche, porque está en la reserva. 
                Los americanos, que son unos
                torpes, creían que la guerra era el camino del Rocío, que iba
                a durar cinco días, y echaron el costo de una carriola y 3.000
                pesetas de gasolina en el depósito. Comida para cinco días y
                gasolina para cinco días. Como andando tanto se abren las ganas
                de comer, se lo han comido todo y ahora tienen que ir al híper
                y a la gasolinera. De ahí el parón de la guerra. No les pasa
                como a los españoles. Hemos mandado tres barcos: un
                buque-hospital, una fragata y un tercero hasta la corcha de
                gasolina y de latas de fabada Litoral. 
                Así que yo no sé qué llevan
                encima esos soldados americanos cargados como mulas, el
                mochilón, la bolsa de costado, los bolsillones de las
                rodillas... Seguro que no llevan una mala lata de sardinas ni un
                chusco, como el soldadito español de toda la vida. Y, claro,
                así les ganan los moros, ¿no les van a ganar? Los moros van a
                cuerpo gentil, sólo con la escopeta, y pueden correr como
                gamos. Los americanos no saben que a todo lo que llevan encima
                los romanos llamaban "impedimenta": lo que impide
                combatir. Ni la Omaíta de Los Morancos cuando va a
                Matalascañas lleva tantas cosas encima como un marine. Más les
                valiera llevar, como omaítas que son, en vez de tantas armas
                sofisticadas, la nevera, la sandía, la tortilla, la olla del
                potaje, el tapergüer del picadillo, la cocacola familiar, el
                botellón de Cruzcampo, la nevera, la silla de campimplaya, la
                mesa plegable y la sombrilla, porque no vean el solazo que hace
                allí. 
                Sobre
                la guerra,  en El Recuadro:  
                
                  - "Ilegalizados" 
 
                  - "Pacifistas
                    de cinco jotas" 
 
                  - "Almodóvar
                y Marifé de Triana" 
 
                  - "Un
                asesino" 
 
                  - ¿Irá
                el Gafe en el "Galicia"? 
 
                  - "La
                falla del Bu"
 
                  - "Azorados" 
 
                  - "Sadam
                Hussein vende cal"
 
                  - "Don
                Tancredo en Texas"
 
                  - "Los
                nuevos amos del mundo": opinión de A.B. en la encuesta de
                El Mundo, "Reflexiones ante la guerra" 
 
                  - "Suenmano"  
                "El Rey nos manda a
                los albañiles"
 
                  - "Almodòvar
                se juega el Oscar"
 
                  - "Guerra
                no, gracias" 
 
                  - "Memoria
                de la fragata Santa María" 
 
                  - "Pancarta
                contra la guerra" 
 
                  - "Sueño
                goyesco"
 
                  - "Pegatinas
                a la andaluza"
 
                 
                 
                    
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