Como
Gómez Marín se rebela en su marxismo calzado, de la antigua observancia, cuando Fernando
Parias le dice que Juan Pablo II Te Quiere Todo El Mundo fue el Papa que acabó con el
comunismo, y que, vamos, casi cogió la espiocha, el pico, la pala y el martillo de bola
para tirar el Muro de Berlín como un Pavón el derribista a lo divino, mucho me temo que
la indignación de José Antonio se crezca en el castigo de este artículo. Juan Pablo II
Te Quiere Todo El Mundo (menos Gómez Marín, que a pesar de ser de EL MUNDO no te quiere
tanto, dímelo por Dios) no solamente ha acabado con el comunismo en la Europa oriental y
oriencual de la que procede, sino que ha azotado fuertemente, como un huracán con nombre
de suegra, las palmeras del comunismo cubano. Los frutos de la visita del Papa a Cuba,
como se anunciaba, los estamos viendo por todas partes. Ahí está el "Juan
Sebastián Elcano" que, milagro, milagro, ha podido volver a escribir su habanera
gaditana, con sus velas marcando un son de tango antillano entre El Morro y La Cabaña.
Ahí está el embajador español, que estaba aquello sede vacante y hemos mandado nada
menos que a un primo del editor del "Hola", pero no a un primo cualquiera, sino
a un Primo Carnera de la diplomacia, al primo de Zumosol que tiene Sánchez Junco el del
"Hola".
Y ahí están las monjas
granadinas de Cúllar, que se han dejado de motetes y de venid adoradores, adoremos, y
para recaudar fondos para restaurar unas cositas del conventito, y la casita donde tenemos
el asilito de los viejecitos, hermana, Dios se lo pague, ave María purísima, sin pecado
concebida,, han decidido organizar hoy viernes un concierto benéfico de salsa, chébere
que chébere. Y dice la madre superiora como Celia Cruz:
--- Asssúca...
Yo no conocía en la Granada
de los conventos más azúcar que el azúcar cande y al perol la calabaza de la alacena de
las monjas, pero ahora lo que da gloria bendita de verdad es la salsa sabrosona de las
franciscanas de la Encarnación, el son de la Encarnación, que para recaudar fondos para
los ancianitos hasta van a dar mojitos. Ni Floridita ni la Bodeguita del Medio, ni el bar
del Nacional ni el rumsérvis (que viene de rhum) del Meliá Cohiba, ni nada. Si
viviera Hemingway, hasta cambiaba su famosa frase de las tajás de caracolillo que se
cogía en La Habana el tío Ernesto, Dios mío de mi alma, qué forma de acabar con las
existencias del señor Bacardí, ni que fuera un consejero de la Junta que yo conozco. De
aquello de "el daiquiri en Floridita y el mojito en la Bodeguita", nada de nada.
Ahora la frase tendría que ser: "El daiquiri en Floridita y el mojito con las
monjitas del son de la Encarnación". ¿Habrá nombre más monjil que mojito? Si
parece el diminutivo de una de esas madres superioras que confiesa José María Javierre,
quien está haciendo la biografía de la fundadora... Ahora mismo voy a llamar al Cura
Javierre:
--- José María, ¿a que el
mojito lo inventó una monjita de Baracoa que era profesa en las Dominicas de La Habana?
Es para meterse en carretera y
tomarse unos lamparillazos buenos de mojitos monjiles en la barra del concierto salsero
del grupo Cubop, nada más que por entrar antes en la cocina y oír a las monjitas
prepararlos:
-- No, hermana, no le eche
tanto ronsito al mojito, que me va a poner borrachitos a los benefactores del asilo de los
ancianitos... Usted le echa mucha yerbabuena, que es muy estomacal, y así no caerán en
la tentación del pecado de la tajá mú gorda...
El manisero ya llegó de Cuba,
con su cucurruchito de caridad. Caridad del Cobre, naturalmente, como se llama la sobrina
nieta sevillana de Antonio Machín. A ver si cunde el ejemplo de Cúllar y las monjas de
San Leandro, en vez de cajas de yemas, empiezan a vender por el torno de su convento de
San Agustín esas cajas de Fonseca, de Partagás y de La Flor Cubana, frescas y recién
importadas de la muy católica Cuba...