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Lo
del Príncipe
de Asturias el viernes en Covadonga fue como lo del nieto de
Antonio Ordóñez el sábado en la goyesca de Ronda. Por ponerle
un título redondo como aquellos con que Gregorio Corrochano
encabezaba sus crónicas, "Joselito torea en el patio de su
casa". Pero el patio asturiano de esta Casa es muy
particular. Quieren que se moje como los demás, como esos
patios noruegos que están chorreandito. Con lo que corremos el
riesgo de que la Casa Real sea una casita adosada más de las
muchas que hay en España. Una casita adosada que están
terminando y que nos está costando a todos, del bolsillo común
de los presupuestos, más de 700 millones de pesetas. Sabido es
que aquí todo aquel a quien se le hace a su gusto una casita
adosada de 700 millones de pesetas con cargo a los presupuestos
puede además hacer cuanto le venga en gana, incluso limpiarse
en las cortinas de la Historia, y no tiene por qué cumplir las
mínimas exigencias del cargo: de obligaciones, servicios
mínimos; de derechos, incluidos los dinásticos, los máximos.
Aseguran que toda esta cutrez de importación es la
modernización y la puesta a punto de la puesta al día. Extremo
en el que muchos coincidimos con el profesor Carlos Seco
Serrano. Algunos incluso vamos más lejos: si lo moderno es la
madre soltera con pasado de enganche a la droga, aquí no somos
modernos ni somos nada. La
que pregonan como la nuestra ni
es madre soltera ni se ha puesto de cocaína hasta las trancas.
¿Qué modernidad es ésta?
¿Y qué modernidad es ésta, donde tenemos que seguir
adivinando el futuro mediante el examen de las vísceras de las
vacas locas y de las cabras locas? Si se trata de ponerlo todo a
la altura de los tiempos, no vale ya tampoco el antiguo y
augusto lenguaje de los gestos. En esta España donde todo se
sabe, la pregunta del millón (6.010,12 euros) es confirmar si
mamá, tras el celestineo de Oslo, está a favor de la
cuestión, y si es verdad que papá está que coge moscas y se
sube por las paredes, y que va a pegar un puñetazo sobre la
mesa. Si de verdad se trata de modernizar, no podemos seguir ni
un minuto más dividiendo a los españoles con este nivel Rappel
de información.
Porque así viene lo de Covadonga y ya no entiendes ni papa
(Woytila, por supuesto). Va Joselito en el patio de su casa, se
abre de capa, y, citando de frente al que dicen que está que
echa las muelas, promete que no olvidará nunca la astur Cruz de
la Victoria: "Una victoria sobre el egoísmo y la
ambición". Ahora sí que ya no entiendo nada. Rappel, te
necesito. O yo no entiendo nada, o lo de la Cruz de la Victoria
es por esta cruz, jo, qué cruz. El egoísmo y la ambición
están ganando el Pichichi.
Sobre la Corona y la
boda del Príncipe, en El RedCuadro:
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