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                Ojalá
                el respeto a las minorías se aplicara en el mundo político con
                la minuciosidad con que el ecologismo demagógico de moda lo
                hace en el reino animal. Un lince del Coto recibe muchos más
                cuidados que un diputado popular en el Parlamento andaluz. ¿Por
                qué? Porque el diputado popular es una especie de la minoría
                política y el lince, de la minoría animal. Por amenazado que
                esté, el diputado popular no tiene la menor protección y al
                lince hasta lo acurruca en sus brazos administrativos la
                Consejería de Medio Ambiente. 
                  Anduve el otro día por
                marismeños caminos y descubrí algo insólito: el paso de
                linces. En las carreteras, de pronto, te encuentras con una
                señal: "Paso de linces". Y en el piso, bandas sonoras
                y badenes disuasorios para reducir la velocidad. Este paso, no
                sé si de palio, es el que se han inventado los capillitas del
                lince, a los que sólo falta ya montar al lince en lo alto de
                dicho paso y sacarlo en procesión. Ya quisiéramos en muchos
                pueblos ver esos badenes y precauciones junto a las escuelas, y
                un letrero que pusiera: "Paso de niños". Todo lo más
                ponen "precaución, escuela". Claro, es que en
                Andalucía hay más niños que linces, y la especie del niño no
                corre ningún riesgo de extinción.
                 
                No hay nada como ser lince en
                Doñana. Será lince, pero vive como un marqués. Debe de haber
                animales de izquierdas y animales de derechas. Animales progres
                y animales carcas. La ideología para un animal es su abundancia
                o escasez. Si hay pocos, son progres y hay que protegerlos. Si
                hay muchos, que les vayan dando. Al lince, menos el carné del
                PSOE, le ha dado la Junta de todo. De momento los ha hecho
                funcionarios del Estado, con plantilla, escalafón, baremación
                y hasta complemento de destino. Pero en cambio los gatos, como
                hay tantos, son considerados de derechas: leña al mono, digo,
                al gato, que hay muchos. No consideran que son de la misma
                especie felina, aunque el lince sea un gato grandote y con
                barbas, con barbas de progre, naturalmente. Los gatos no gozan
                de la menor protección. Y desatan contra ellos hasta cruzadas
                exterminadoras, como la que ha decretado Mateo Revilla contra
                los gatos de la Alhambra. Dicen que en los jardines y bosques de
                la Alhambra y el Generalife hay demasiados gatos y Mateo Revilla
                va de Herodes para acabar con ellos. Sostiene Revilla que los
                pobres gatos nazaríes pueden comprometer la conservación del
                monumento y que dañan maderas, zócalos y arbustos. O sea, como
                los turistas, pero sin pasar por taquilla. Y que producen
                riesgos sobre el ecosistema al zamparse a la garduña, la gineta,
                el búho real o la lechuza, especies protegidas. 
                Y  al gato, ¿quién lo protege?
                No me lo explico: ¿por qué las leyes de la ecología han de ir
                contra las mayorías? A la mayoría gatuna de la Alhambra hay
                que sacrificarla en beneficio de la minoría de la garduña o la
                gineta. ¿Por qué no proteger al gato alhambreño, precioso
                gato europeo común, morisco o de capa romana? Yo declararía al
                gato romano de la Alhambra de interés histórico. Ese gato
                romano entre los capiteles nazaríes está explicando el
                monumento mejor que los guías. Desde su libertad, el gato de la
                Alhambra dice que antes que Al Andalus y que el Reino nazarí
                esto fue Roma. Ese  gato romano es como una viva excavación
                arqueológica que demuestra que no es moro todo lo que reluce en
                la Alhambra. 
                Hasta que tal ocurra, animo a
                los gatófilos de Granada en su campaña y les sugiero una idea.
                Igual que antes había en la Alhambra fotógrafos que daban
                disfraces para retratarnos vestidos de moros, que les pongan a
                los atigrados y romanos gatos alhambreños barbas postizas, para
                que Mateo Revilla se crea que son linces. ¡La vida de linces de
                Doñana que se van a pegar los romanos gatos de la Alhambra
                mora! 
                TEXTOS SOBRE GATOS EN EL
                REDCUADRO: 
                 HISTORIAS DE GATOS CONTADOS POR SI
                MISMOS: ALEGATOS DE LOS GATOS 
                 
                 Asesinado
                Ruskin, el gato-policía ruso que cazaba
                  contrabandistas de caviar  
                   
                   
                 
                El
                gato de Beckham    
                 
                El
                lenguaje de los gatos  
                  
                5,5 millones de gatos 
                Los gatos romanos 
                El Carnaval de los gatos 
                Los gatos del Acebuche   
                Como ratón/a y
                gato/a   
                El gato habanero 
                La
                Andalucía romana de los gatos 
                SOBRE
                GATOS ROMANOS 
                EN
                OCTUBRE, EN LIBRERIAS, "GATOS
                SIN FRONTERAS", UN LIBRO DE ANTONIO BURGOS   
                 
                 
              
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