Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo,  lunes 14 de septiembre de 1998


Cordel de presos

El vizconde y el policía, en la trena

Vera y Barrionuevo, de presos de toda la vida en Guadalajara

 

 

Como se las han buscado por cante, la copla les da la razón: "Toíto es acostumbrarse/ cariño le coge el preso/ a la reja de la cárcel". Bueno, el preso... El preso, el partido del preso, el amigo del preso, la familia del preso, los partidarios del preso, los correligionarios del preso, el abogado del preso.. A todo se hace el cuerpo. Los mecanismos de defensa de la condición humana. Parece que los dos que están dentro no hubieran hecho otra cosa en su vida que estar en la trena. Como los otros van a las puertas de la cárcel acuden con más naturalidad que las gitanas de la comunicación del locutorio. Los churumbeles de los dos, es que no se deseparan de la puerta...

Como la ardilla de la fábula, tantas idas y venidas, como el antiguo, sucio oso blanco de la Casa de Fieras, están los dos dando vueltas por el patinillo. En menos de horas veinticuatro, parece que siempre hubieran estado guardados en Guadalajara. Estos paseítos por la muralla real de la cárcel los hemos visto ya, cien veces. Son iguales en el Informe Semanal del día de la Merced, en la Cuerda de Presos de Jesús Quintero. Corta es la cuerda del patinillo, pero largo oficio de chabolo tienen ya. Cuando salía Rafi Escobedo no era un preso. Era Rafi Escobedo entre rejas. Cuando salía el duque de Feria no era un preso. Era el duque de Feria entre rejas. Cuando sale Mario Conde no es un preso. Es Mario Conde entre rejas. Pero estos dos se han vestido de presos, andan como los presos. Cuando les sale tan bien la representación del papel de presos es que algo de delincuentes llevarían en la masa de la sangre... Este oficio no aprendido, que les sale de dentro, de presos de toda la vida, seguro que no lo tiene ni Joaquín, el gitanito guardacoches de mi barrio, que lo han guardado por dar un tirón, quemado de droga, desesperadito, sin que nadie haya ido a despedirlo a Sevilla 2.

Con los pantalones cortos que parecen el bañador de Nanclares de Oca o Puerto 2, el uno tiene más pinta de preso todavía que el otro. Lo que es la cárcel. El señor vizconde va ya vestido como Joaquín, el gitanito de mi barrio. Ya teníamos en la cárcel a Conde y ahora tenemos al vizconde. El vizconde parece el otro, el que fue policía antes que fraile en éste que me da la impresión de que fue convento desamortizado hecho trena alcarreña.

Claro que este del pantalón largo, el preso con menos pinta de preso, cumple una especial pena accesoria. Por si no fueran bastantes los diez años que le han metido entre pecho y espalda, encima se ha llevado al chabolo el último libro de Joaquín Leguina, lumbrera de la literatura española contemporánea. Tiene que ser duro estar en la cárcel y encima leyendo a Joaquín Leguina. Que yo sepa, no lo han condenado a trabajos forzados. Debe de ser la redención de penas por el trabajo esto de leer a Leguina, qué trabajo. En tal caso, si por cada libro de Leguina leído en el talego te rebajan un mes de la pena, ni indulto, ni nada... Mándenle las obras completas de los 150 novelistas de Carmen Romero y en una semana han redimido la pena por el trabajo. El trabajo de leer a esos señores tan pesados

 


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