No
sé cómo en Berja, el pueblo de Pepe, junto a eso tan castizo de compararlo con Burt
Lancaster por las paredes ("Barrionuevo, la cagaste"), no han aparecido otras
pintadas. Por ejemplo, una pintada que marcaría la postura del PSOE en la general
celebración del Día de los Santos Inocentes, que ha pasado del 28 de diciembre al 30 de
julio. Una pintada que dijera: "Felipe, no nos puedes dejar solos". Es lo que
ocurre cuando hay un caudillo, que algo se muere en el alma cuando un caudillo se va, y
lloran los pinos del coto despidiendo a las carretas camino de Alcalá-Meco. El sevillano
es el caudillo que, como no los puede dejar solos, regresó urgentemente del valle de los
caídos de Tánger, donde quizá estaba de entrenamiento norteafricano en plan Bettino
Craxi, que siempre se ha dicho que las playas marroquinas se parecen mucho a las de
Túnez. Precalentamiento por la banda de la orilla del mar se llama la figura.
Me ha defraudado, empero, la
componente andaluza del Día de los Santos Inocentes Barrionuevo y Vera, siendo Herodes
siete tíos del Supremo, que dentro de nada serán Los Siete Niños de Ecija, mientras que
los otros cuatro, más IVA, van de Siete Sabios de Grecia. El voto de la casa es muy
particular, cuando absuelven no lo hacen como los demás. Me ha defraudado Andalucía,
tierra de Barrionuevo. Esto ya no es lo que era. Mientras que los partidarios están
sacando a hombros a Rafael Vera por la puerta grande del Supremo, y eso que falló con la
espada con Segundo Marey, lo de Barrionuevo está siendo completamente tenue. No debe
olvidarse que Barrionuevo, el tío del banquillo, era el aspirante al sillón de alcalde
de Almería, en una especie de juego de la oca, del banquillo al sillón, del laberinto al
pozo, todo para no ir a la casilla de la cárcel, que es de lo que se trata. Me extraña
bastante que ésta es la hora en que ningún ayuntamiento gobernado por los
correligionarios de los sentenciados por secuestro y malversación haya ya rotulado
amplias vías con el nombre de Avenida de Pepe Barrionuevo, y que no haya todavía al Sur
de Despeñaperros una sola Plaza de Rafael Vera. Por no tenerlas, no las tienen ni en
Benalmádena, donde vas a tomar café y Jesús Gil Marín pone una calle con tu nombre en
la esquina del bar donde pides el cortado en taza. El mismo Chaves, a la hora que escribo
en este día nublado de vísperas de cabañuelas de agosto, no ha dicho esta boca es mía
para entonar el elogio de esos dos monstruos de la democracia, Vera y Barrionuevo.
¿Ha dejado Andalucía de ser
el Jugador Número 12 de los encuentros de la máxima? Me da esa impresión, que me
inquieta. Nada más conocerse la sentencia, Rodríguez Ibarra salió arrollando, como
suele, arrollando a la razón. Bono, más ingenioso hidalgo siempre, fue un ciclón de la
Mancha defendiendo a los suyos. Pero a Chaves aún no lo he oído. Máxime cuando el que
de verdad es inocente, según oigo, es su señorito, el que lo colocó en Andalucía, el
que se fue a Tánger a comprar piedras de mechero para el yesquero de Vera y Barrionuevo,
no a eso que se ha dicho de estar como el marajá de Kapurtala donde los príncipes de la
Arabia. Aquí no solamente es inocente Vera y es inocente Barrionuevo, según traigo oído
a los rollos de Pérez, sino que el más inocente de todos los inocentes es el nuestro,
González. ¿Renunciar a su escaño, dice usted? ¿Pero cómo va a renunciar a su escaño
González? ¿Qué va a ser la política europea y mundial? ¿Asumir responsabilidades?
¿Pero no las ha asumido ya, no vio usted la risita que se echó asumiéndola, que era
como si la sentencia del Supremo la hubiera pronunciado Paco Gandía, esto es verídico?
Por eso, siendo González lo inocente que es, completamente inocente, echo en falta el
ardor guerrero vibra en nuestras voces de la Junta. Como bien saben, no ha sido una
sentencia del Supremo. Ha sido una inocentada.