No le
falta un perejil. La camiseta, el pantalón corto, las chanclas, la manguera para regar el
césped. Venga, mucho regar el césped. Una confederación hidrográfica entera se gasta
el español de la parcelita, él solito, en un fin de semana, si le das una manguera para
regar el césped. Ah, y la cochera, no se olviden de la cochera del chalé, donde se
guarda el BMW o el Audi como joya de Tiffany en caja fuerte de banco. Cochera-trastero,
naturalmente, con cuatro latas secas de pintura de la verja y el frigorífico viejo que se
trajo del piso por si servía, pero resulta que no, esto no enfría, Pepe, no sé cómo se
te ha ocurrido traer este trasto, ¿qué vamos a hacer ahora?, comprar uno nuevo y meterlo
en la cochera para que se lo lleven. Nunca se llevan nada de lo que hay en la
cochera-trastero de los chalés. A veces, ni al dueño, que en camiseta, en calzones
cortos, en chanclas, levanta la puerta metálica como el que hace pesas.
No he estado en el chalé que
Pepe (Barrionuevo, naturalmente) tiene en Villalba, pero conozco tan bien los chalés de
esta calaña que le metió el cortacésped a España que es como si me hubiera perdido
yendo hacia Los Negrales. Porque de todas estas urbanizaciones te dicen, cuando te
explican el camino, que no tiene pérdida. Mas siempre la tiene, cuando has pasado el
kilómetro 23 y la gasolinera y has girado a la izquierda por el carril. Es el chalecito
de los encarnetados enchaletados. España está enchaletada, ¿quién la desenchaletará?
Un hombre, un voto. Un votado, un chalé. Sí, es grave lo de la filtración de la
sentencia de Pepe. Pero más grave aún que EL MUNDO filtrara ayer el chalé de Pepe y a
Pepe en el chalé. La sentencia por lo menos no es tan hortera como Pepe en el chalé
pegando manguerazos en la España de los Pepes del chalé.