|
Ocho
días ya con el euro en la calle, vivito y coleando, y no sé
usted, pero yo no he oído ni un mal chiste sobre la nueva
moneda, en esta tierra que hasta ahora le sacaba punta a todo y
en un momento, en los relámpagos de gracia y de ingenio que son
colectiva seña de identidad. Hasta a los asuntos más graves y
dolorosos Andalucía le ha sacado siempre una broma, buena cara
con que afrontar los malos tiempos. Sin ir más lejos, a los
atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Estaban aún
humeantes las tristísimas ruinas de la Zona Cero cuando ya
circulaba el chiste de Lepe del 11 de septiembre, usted lo
habrá oído cien veces, el del avión, el lepero y el cartel de
"Se traspasa" en un piso de las Torres Gemelas. Sobre
Ben Laden hay chistes, de los que me quedo con el de su propio
nombre, el de Osama:
-- Pues si esto lo ha hecho llamándose Osama, anda que si se
llega a llamar Osodia...
Pero del euro, nada. Los chistes del euro, ni están ni se le
esperan. ¿Falta de gracia, o temor reverencial al euro? Como la
moneda única nos ha hecho virtualmente una colonia económica
de Alemania, probablemente se nos ha pegado también el malage
de los germanos. Ni siquiera ha salido un chiste de Otto y Fritz
sobre la moneda.
Y nada digo de la capacidad nominadora de Andalucía, esta
tierra que le pone nombre de guasa a todo, que crea lenguaje.
Sin ir más lejos, surgió en Andalucía todo el lenguaje de la
movida, el que desde hace veinte años habla la gente joven. No
fue el cheli de Madrid, fue la Estética de lo Borde de "Smash"
y de los grupos andaluces de rock que alentaba Gonzalo García
Pelayo. Ahí nació la moda de hacer derivados de las palabras
con sufijos en -ota, -ata y -ona: pasota, bocata, botellona.
Andalucía fue principalmente la que, en su momento, le
puso nombres coloquiales, apodos, motes, a la peseta. Cuca,
leandra, pela. Todo eso nació aquí. La meca de la creación de
lenguaje popular sobre las monedas no estaba lejos de la tierra
de las mecas de acusación de los reales de a ocho o los reales
de a cuatro resellados.
¿Pero ahora? Estamos tan ocupados mirando el retrato de
Cervantes en las perras chicas para saber si la pieza es de 2
céntimos o de 20 céntimos y el retrato del Rey en las perras
gordas para saber si es de 1 euro o de 2 euros, que parece que
no nos queda tiempo para el ingenio. A los hechos me remito: nos
hemos tomado esto del euro tan completamente en serio,
calculadora en mano, euroconversor en el bolsillo, que
circularán todas las nuevas monedas que ustedes quieren, pero
no circula un solo chiste de nueva planta. La conversión del
humor de la peseta a la gracia de euro no se ha producido.
Andalucía está cambiando bastante, y no por la segunda
modernización que dice Chaves, sino por el propio signo de los
tiempos. Me preocupa que nos preocupe tanto el euro y nos lo
hayamos tomado tan en serio que no haya lugar ni para los
chistes ni para los bautizos con gracia de las nuevas monedas.
Es como si no pudiéramos cruzar la calle, porque estamos
mascando chicle, en esta tierra que hasta ahora se reía hasta
de su sombra. Y lo más preocupante de todo es que ninguno de
los muchos humoristas andaluces de guardia en las televisiones
haya sacado no ya un pasillo de comedias, sino ni un mote para
la moneda de los dos metales o un chiste sobre aquel que fue a
la panadería con un billete de mil duros y...
¿A qué va a resultar que ese Banco Central que está en
Alemania ha mandado reconvertir también a Los Morancos al
Malage Único Europeo? Nos queda la esperanza del inminente Carnaval
de Cádiz...
Sobre el euro, en El Recuadro:
Euros
subsaharianos
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|