Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo,  lunes 6 de julio  de 1998

Barra gentileza de Andalunet


Otro felipismo

Felipismo...de Felipe de Borbón

El Principe de Asturias, Don Felipe de Borbón

En los papeles del imperio imperial venía ayer el fervorín dominical de un adicto, que no sé si con nostalgia de la revolución pendiente o con gozo por la que tienen liada ellos con ellos, decía la misma frase que los franquistas a la altura de 1976: "Ay, si Felipe levantara la cabeza..." Que no la levantará. En la Foto del Estigma del Supremo ha quedado ya retratado ante Dios y ante la Historia cabizbundo y meditabajo, humillando, que es necesaria condición para entregarse a la muleta de los tiempos y acabar arrastrando el hocico por la arena. Pero no se preocupen, que a felipismo muerto, felipismo puesto. Pese a como está Barajas, "despega otro PSOE", dice Pedro J. Ramírez, despegue con los habituales retrasos en las compañía de bandera. Y también despega otro felipismo. Lo digo por Bono, quien demuestra la importancia de llamarse Pepe en el PSOE: Pepe Bono, Pepe Borrell... (Pepe Borbolla, que es la excepción que confirma la regla). Y a Bono, como a tantos colegas de presidencias autonómicas, le ha dado narrativa. "Has perdido un presidente autonómico, pero has ganado uno de tus 150 novelistas", diz que dijeron a Carmen Romero cuando Leguina, antes del berrinche de ahora, publicó su novela. Francisco Rico y los cervantistas de guardia estudian la novela que publicó Rafael Escuredo una vez perdido en poder, para establecer paralelismos el caballero del Verde Gabán y la historia del caballero del chalé de Simón Verde.

Ahora Bono se ha abonado a cronista de los Reyes Católicos. Un libro tardodecimonónico, como aquellas crónicas de las visitas regias de Isabel II. Bono está encantado con el Príncipe de Asturias. La importancia de llamarse Pepe y la importancia de llamarse Felipe. A los viejos monárquicos lo que más les gusta es que el Rey se llame Juan, como su padre. A los viejos socialistas lo que más les gusta es que el Príncipe de Asturias se llame Felipe, como González. "Yo no soy monárquico, soy juancarlista", dicen todos estos a los que les ha ido tan bien con la restauración de la Corona, que ahí los tienen, hasta han sentado plaza de educandos de banda en la nueva narrativa y todo.

Me englorio una vez más con las maravillas de la Corona y las excelencias del sufragio universal de los siglos, que dijo Vázquez de Mella, y si no lo dijo, lo debió decir. La Institución Monárquica hace el milagro de estar siempre a la exacta medida de las necesidades de la Historia. Si Don Juan Carlos fue providencial para España, no menos habrá de serlo Don Felipe. Será como el retrato de Dorian Grey para todos estos que con otro Felipe se enriquecieron, ejercieron el poder, dominaron España, construyeron un imperio imperial. Pegaron el mangazo. Pepe Bono, que va de precursor, de caballero andante maestoso de la Mancha, les ha dado la clave. Gracias al sucesor de Don Juan Carlos, proclamarse felipista en España no será, como ahora, infamante baldón. Bono ha puesto el banderín de enganche: "Yo no soy monárquico, soy felipista". Felipista de Felipe de Borbón. Ay, Dios, qué pesadilla. Nada, que vía electoral, vía judicial o vía dinástica, en España no va a haber forma de que nos podamos librar del felipismo y de los felipistas...

 


Pinche para conectar con El Mundo, edición íntegra en Internet

 

   

 

 


Volver al comienzo de esta página

Regresar a la pagina principal


 

Enviar correoCorreo

banderandalucia.gif (1172 bytes)