En
            todas las bodas, quien está más nerviosa es la novia. Pero eso es en las bodas con
            minúsculas, que son las que se celebran, según los cortes sociales de la Muy Casamentera
            Ciudad de Sevilla, en La Macarena, en la capilla de los maestrantes, en La Caridad, en
            Pío XII o en Viapol, que es como La Macarena, pero por lo civil y sin Arco al lado. En La
            Boda con mayúsculas, la madre de la novia está más nerviosa que la novia, que el novio
            y que la madre del novio. Lo sabemos porque para los sevillanos y para los españoles
            todos esta Boda es como de la familia. Nos lo sabemos todo. Si supiéramos de fusión de
            elementos lo mismo que de La Boda, aquí seríamos todos premios Nobel de Física. Te
            dicen cómo es el traje de la novia, qué Cañete, O´Kean o Fernando Avila le ha hecho el
            chaqué al novio, de qué Tejada es la teja de la mantilla de la madrina, por qué puerta
            van a entrar los invitados, de qué color va a ser la corbata de Carlos Telmo, en qué
            nota va a estar afinada la partitura del discreto silencio de Jesús Aguirre, qué flores
            (sin Mar) va a colocar Marta Pastega en el altar, y por dónde van a decir Ignacio
            Pablo-Romero y Javier Sánchez-Dalp que tienen que entrar los niños de las arras. 
            Lo que no te dicen es que la Casa de Alba ha
            montado una conjura contra el Mudo de Santana, pasando La Boda de la Catedral de Triana a
            la Catedral de Sevilla. Cuando anunciaron que La Boda iba a ser en la Catedral de Triana,
            me alegré por ese símbolo del Arrabal y Guarda que es el Mudo de Santana, que iba a ir
            de estrella invitada, de sacristán del siglo en La Boda del año. Porque no habla, que si
            pudiera, estoy seguro que El Mudo se iba derechito al damnificado dueño del Bar Bisté y
            largaba por el ídem lo que El Maravilloso de Juan Belmonte el 18 de julio:
            -- Todo esto lo ha liado Cayetana para que yo
            no salga en televisión...
            El Mudo de Santana, que iba a tener su
            Tómbola, su Extra Rosa, su Gente, se va quedado compuesto y sin novios. Grave decisión
            la de la Duquesa de Alba, pasar la boda de una mitad de Sevilla a la otra en la conjura
            contra El Mudo. Pasando de Triana a Sevilla, La Boda ha pasado de lo dionisíaco a lo
            apolíneo, de Belmonte a Joselito, de la feria a la Semana Santa, del Betis al Sevilla FC.
            Para compensar, se ponen en danza las cofradías de capa de la Madrugada y se dejan
            tranquilas las cofradías serias de túnica negra de cola. Tras el casamiento como el de
            San José, que en el cielo de los vencejos de la Catedral se alquilan balcones, aunque
            para televisión, los novios visitan a la Esperanza de Triana y la novia deja el ramo a la
            Virgen de los Gitanos. Hombre, ya metidos en harina, deberían ir también a la Macarena,
            que Saínz de la Maza se va a enfadar como El Mudo, porque es la única cofradía de
            barrio de la Madrugada no incluida en el programa. Bueno, para compensar está Ignacio
            Pablo-Romero, que es muy macareno, como prioste de esta Boda, tan cofradiera que entra en
            la Catedral por la Puerta de San Miguel y sale por la de los Palos.
            Por todo lo cual ruego a la Duquesa de Alba
            que, por favor, Cayetana, no invites a nadie más, porque con lo bien que me ha salido la
            interpretación de las claves de La Boda, como sigas convidando a gente la vas a tener que
            celebrar en la Plaza de San Pedro. Pero no la Plaza de San Pedro donde viven Isabel y
            Carmen Cobo, sino la Plaza de San Pedro del Vaticano... .