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Los
españoles teníamos todos que felicitarnos por la calle, como
en la paz de la misa, pero no por el próspero año nuevo de la
Operación Euro, sino por algo más importante en nuestras vidas
y más decisivo en nuestro bienestar: la Sanidad ha dejado de
depender de Celia Villalobos. Uf, qué respiro. Ni cuando
encuentren a Bin Laden, si es que lo encuentran, respiraremos
con tanta tranquilidad como el suspiro de alivio que hemos
pegado al saber que hasta la última aspirina ha dejado de
depender de Celia Villalobos y de su infinita capacidad de
encontrar un problema para cada solución. En el mapa de la
España de las autonomías había hasta ahora una zona
peligrosísima: el llamado Territorio Insalud. Si te adentrabas
cartilla de asegurado en mano por ese territorio, te podía
ocurrir de todo: que los enfermos en diálisis cayeran como
chinches, que la salmonella se extendiera por el aire
acondicionado de todos los hospitales.
El proceso de vaciado de competencias del Ministerio de
Sanidad ha sido una maravilla transferida a las autonomías,
fundamentalmente por una cosa: porque a Celia Villalobos no la
han dejado tocar balón en las negociaciones. Si en el lugar de
Montoro ponen a Villalobos, a esta hora habría en
Castilla-León un importante conflicto de competencias sobre el
Britapén. Como Celia Villalobos ni estaba ni se le esperaba,
las autonomías del Territorio Insalud fueron cayendo como las
12 para las 12 de las campanadas de Nochevieja. Hubo un momento
peligroso, cuando salió Villalobos en el telediario con quince
metros de mesa y todos los pactantes consejeros autonómicos de
Sanidad. Cuando le pusieron el micrófono me dije: "Verás,
¿a que ahora va y la lía?" Pero no. Por una sola vez y
sin que sirva de precedente, estuvo discreta y dijo solamente
que la misma tarjeta sanitaria seguía sirviendo para toda
España.
Queda lo peor. Queda el consumo. Nuestro gozo en un pozo. El
Ministerio se llama de Sanidad y Consumo. Por obvias razones de
salud pública lo han vaciado de contenido sanitario, pero
queda, ojú, el consumo. Sigan, pues, temblando hasta nuevo
aviso: todo el tiempo que tenía Celia Villalobos para
enfollonar la Sanidad lo dedicará ahora, horror, a "full
time", a pegarle al consumo con el hueso del caldo del
puchero. Nunca es completa la dicha en la casa del pobre
español afiliado a la Seguridad Social.
Sobre Celia
Villalobos, en El RedCuadro:
Orujo:
columpiazo con aceite
El
virus Celia
La puntillera
Las
cruzadas de Celia: el hueso del puchero
Las
vacas de Celia Villalobos
Celia Villalobos, la Matilde Fernández del PP
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