El cuaresmal concierto de marchas procesionales de la Banda Municipal en el Lope de Vega, dirigida por don Pedro Braña. La carpintería de Manuel Alcalde haciendo totalmente en madera, sin tubos metálicos, los palcos de Semana Santa y la portada de Feria. Las Siete Palabras, La Lanzada y Las Aguas (entonces de San Bartolomé) con un solo paso. Bueno Monreal en el balcón del Palacio Arzobispal, cuando las cofradías le daban la vuelta a la fuente de la Plaza Virgen de los Reyes. Los retablos de azulejos del Señor de Pasión y de la Virgen de la Merced en Casa Marciano, con un par de claveles frescos en cualquier época del año. El letrero "Hoy es vigilia" de Ochoa.
La librería, papelería y tienda de artículos de dibujo y pintura Casa Carreras, en Amor de Dios, Cuna y Reina Mercedes, regentada por don Timoteo Carreras Soto, luego su hijo don José Luis Carreras Lavega y después sus nietos don José Luis y doña Alicia Carreras Sánchez. El vendedor de pasteles a los chavales que se examinaban en el Instituto San Isidoro, y su pregón: "Pastelati a pesetati si el bolsillati lo permitati". El Instituto Murillo en el antiguo Pabellón de Argentina. El uniforme de las niñas del Instituto Murillo. La corbata del uniforme de las niñas del colegio de las Irlandesas en la calle Palmas. El mesón Álvarez Quintero con su famoso chocolate con calentitos. La Academia Ifar en la calle Rojas Marcos, con un plantel de profesores extraordinario. La casa de antigüedades de don Andrés Moro y su hermana Flora en Argote de Molina esquina a Placentines. El Bar Bahía, de Laraña 4, en la esquina del edificio del Teatro Alvarez Quintero. Las pellizas y gabardinas reversibles de almacenes Pedro Roldán. Los vales de ropa que los diteros facilitaban para vestirnos en Govantes, Almacenes Pérez o Las Siete Puertas. La funeraria La Nueva de don Juan Zapata Cubeiro, dueño también de Lubre, que se traía los cobradores de El Ocaso, que también era suyo, de su Galicia natal.
Los niños trepando por muros y balcones para recoger la pelota que se había embarcado. Los despachos de pan y tortas. Las roscas y panecillos en miniatura que daban los Hermanos de San Juan de Dios en la solemnidad de San Rafael. Las violetas pasadas por la tarima que todavía dan en el aniversario de Sor Ángela. El tomate en dulce de las monjas de Santa Clara. Las monedas de chocolate imitando ducados o doblones. Las cenefas de papel troquelado con dibujos de frutas que vendían en las imprentas para decorar las estanterías de la despensa. Las pizarras y pizarrines.
La escatológica parodia ("¿quién se ha peío?") con los sevillanos ilustres de las estatuas de Susillo en la fachada de San Telmo por el Foso. El pie de Daoiz en La Gavidia. El Patio Andaluz en El Duque. Los corchos de La Venera. El restaurante Lira en la Gran Plaza. La Ponderosa en la Gran Plaza. Los guardias municipales dirigiendo el tráfico en La Campana o en La Punta del Diamante, con su casco y correaje blancos. Los guardias municipales impidiendo en la Puerta Jerez la entrada de los coches por la Avenida. Repuestos para coches de la Viuda de Martín Mateo, en Almirante Lobo. Repuestos José Luis de Castro en la Avenida, junto al Colegio San Miguel. Las guitarras de Viuda de Ramón Delclós, en la calle Méndez Núñez. Las torrijas de la confitería Uribe en la Alcaicería. El Banco Urquijo y el Banco Central en la Avenida. El Banco Hispano Americano en Sierpes. El Banco de Vizcaya en el antiguo Coliseo España. Los botos a medida de Pernía, en la calle Chicarreros. Casa Torrecilla en la calle San Isidoro, con material para hacer experimentos de Química en casa y quemarse. Tintorerías Crespo. (Redactado con recuerdos enviados por los lectores al correo: redcuadro@yahoo.es )