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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, jueves 3 de diciembre de 1998


Las cornás de la ilusión

Marcos Cruz, en su debú en la Maestranza

Marcos Cruz, en su debú en la Maestranza

Ese mágico malabarista del capote llamado El Juli, nada por aquí, nada por allí, triunfa por el ruedo americano (no todo va a ser ruedo ibérico), y Carlos Crivell hace con tal motivo resumen de los nuevos matadores de toros andaluces. Trece muchachos llenos de ilusiones han tomado la alternativa en 1998. Crivell da un breve apunte de cada uno. Terrible estadística. De los trece novilleros andaluces que tomaron la alternativa en 1998, para seis de ellos la tarde del doctorado fue la única que se vistieron de luces. Como diría un aficionado que conozco:

-- Vamos, que ésos seis muchachos han toreado esta temporada una corrida más que yo...

Cruel y terrible realidad de la fiesta. Manuel Cruz Vélez, el hermano de Gregorio Cruz Vélez y tío del novillero Marcos Cruz, me contaba hace poco la frase que dijo Emilio Muñoz en una mesa redonda sobre toros en El Puerto de Santa María, y que es el mejor resumen de lo difícil que es llegar a ser torero:

-- Antes los muchachos querían ser toreros para hacerse ricos, y ahora hay que ser rico para ser torero...

Poner o no poner, este es el problema. Sacar a un novillero cuesta muchos millones de pesetas. Conozco a padres con el piso hipotecado para poder alentar las aficiones del hijo torero. Abuelos que se quedaron sin un duro para pagar los novillos del nieto en los festejos de los pueblos, Cuatro mangones que se aprovechan de las ilusiones de los muchachos para sacar los (pocos) dineros a su familia. Estos mangones, cuando ven que un muchacho tiene dinero, lo ilusionan interesadamente, cuando de sobra saben que no llegarán a nada. Hacen perder a los muchachos el tiempo y a la familia el dinero, con tal de trincar. Antes los trincones de la fiesta eran exclusivamente los periodistas mangones. Ahora, estos que se llaman empresarios taurinos, que en la mayoría de las ocasiones no llegan a mercachifles y traficantes de las ilusiones ajenas. Ocurre en todos los estratos de la fiesta. No sólo en los modestos, sino incluso entre los novilleros de campanillas. El día de Curro Romero en Antequera me encontré en el parador con el tío y apoderado de Víctor de la Serna, el hermano de Vicente Zabala. Cuando le pregunté por el torero, me dijo:

-- Pues mira, el muchacho va bien, y no nos está costando el dinero, que ya es bastante...

Si no te llamas Zabala, la realidad es más triste. Como la de estos seis flamantes matadores de toros que sólo hicieron el paseo en su alternativa. Pongo sus nombres en honores de azulejo taurino, como homenaje a los modestos, a los que mantienen la afición contra viento de aprovechados y marea de mangones del 33 por ciento: Joselu de la Macarena, Curro Vivas, Alejandro Castro, Alberto Luna, Carnicerito de Ubeda, Joselito de los Reyes. De ellos conozco especialmente a Joselu de la Macarena. Su padre es un gran trabajador, un modestísimo empresario, que animó siempre la ilusión de su hijo. Cuantos cafés y cuántas tapas de lomo ha tenido que despachar para alentar la ilusión torera de su hijo... Casi con tanta esperanza como Joselu me saqué una sombra alta para ir a verlo debutar en Sevilla. Ilusión que ha quedado, ay, en una foto de la alternativa en Málaga que ahora está en un bar de la Macarena. Joselu se ha tenido que buscarse la vida lejos del toro, pero sigue esperando. Frente a tanta tristeza, estos muchachos demuestran que los mangones les pueden quitar el dinero, pero nunca los sueños... Más cornás da la ilusión.


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