NO ERA CIERTAMENTE
el padre de Antonio David
Flores, o por lo menos no le hizo caso, aquel guardia civil que le dijo
a su hijo, como norma de conducta:
-- Actúa siempre en la vida de modo
que nunca tengas que salir en los periódicos.
Ahora muchos viven justamente para lo
contrario: para salir en los periódicos. O viven de lo contrario: de
salir en los periódicos sin causa justificada. ¿Qué es, si no, el
mundo de las exclusivas? Salen mucho los que no debían de salir nada y
no salen nada... los que no quieren. Muchas de las aparentemente
sorprendidas por el fotógrafo lo son porque ellas mismas avisaron por
teléfono a la agencia, diciendo que iban a tomar en Atocha el Ave de
las 6 de la tarde o en Barajas el avión de las 10. La cadena de San
Antonio es nada al lado de la cadena de esa bola de nieve de los
profesionales de la notoriedad, cuando no del escándalo. De los que
podrían llevar escrito en el carné de identidad: profesión,
famoso. Salen mucho en los periódicos y en las televisiones por
sólo una causa: porque salen mucho en el periódico y en la
televisión, y que ruede la bola... Sale desmintiendo lo que no tenía
el menor interés que se hubiera publicado. Bueno, sí, ellos sí tienen
mucho interés en que salga. ¿No van a tener, si viven de eso, de
fabricar presuntas noticias en forma de pamplinas y de tonterías?
Por si no tuviera claro que el que
no quiere, no sale, Carmiña Leyva y Carlos Telmo, que son auténtica y
seriamente profesionales de estas materias, me lo acaban de confirmar.
Leyva y Telmo (que ellos escriben naturalmente Leyva & Telmo,
que parece más americano) son dos amigos que tienen una agencia de
relaciones públicas, que lo mismo le organiza un cóctel al Hotel
Alfonso XIII que le inauguran a Loewe una tienda reformada en Sevilla.
Son, en cierto modo, mayorales del famoseo. Si el organizador quiere, le
llenan aquello de profesionales de la fama y, tras ellos, de cámaras de
todos los programas televisivos del corazón habidos y por haber y de
toda la prensa especializada en la exhibición de notables de tres al
cuarto y sobresalientes del famoseo.
Ahora, Carlos Telmo y Carmiña Leyva
han organizado la parte de relaciones públicas de la inauguración de
la nueva tienda de la tienda jerezana de Mango, en una casa restaurada
en la calle Larga. En ese acto estuvo el dueño de Mango, pero, qué
maravilla, no se enteró nadie, y eso que aquello estaba así de
fotógrafos y de prensa del corazón, y a pesar de que era quien pagaba
las copas y el convite. El dueño de Mango es de la misma ley, buena
ley, de Amancio Ortega, el dueño de Zara, de los que saben que en los
periódicos, tal como están las cosas, cada día salen más chuflas y
menos gente interesante. De los que tienen claro que la gente importante
de verdad, lo que se dice importante, no los conoce nadie. ¿Quién
conoce al primer contribuyente de Vizcaya? Pues yo creo que ni los
recaudadores de impuesto revolucionario de la ETA, que ya es decir.
¿Quién sabe quién es el más rico de Madrid? ¿El que va de rico por
la vida, con el Jaguar a la puerta, y se pasa el día convidando a
aquella mesa y a la otra de Jockey? ¿O un señor que media Extremadura
es suya, media Castilla y parte de Aragón y nadie sabe su nombre? Yo
creo que más bien esto último. Casi nadie sabe, por ejemplo, que el
primer latifundista de España es Samuel Flores. Entre otras cosas,
porque Samuel Flores no va por ahí vestido de señorito, a caballo,
alardeando de latifundio, sino que tiene sus fincas, da sus cacerías
sin que se entere nadie, cobra sus cosechas y me imagino que vive como
un marqués... pero pudiendo, porque los marqueses viven a menudo del
sablazo sin saber esgrima y sin haber leído siquiera la novela de
Arturo Pérez Reverte.
En la inauguración de la tienda Mango
de Jerez, Leyva y Telmo lo más que consiguieron fue de que, al final
del copetín, les presentaran al misterioso dueño de esta cadena que
factura al año no sé cuántos miles de millones. Pero, tras
estrecharle la mano y recibir de su parte el agradecimiento más que
cortés por su trabajo, de lo que único que lograron enterarse fue de
que este desconocido dueño de Mango se llama Isaac y es catalán. Ole.
Otro de la espléndida grey del dueño de Zara, un Amancio menos
conocido que el histórico del Real Madrid. Cuando tenemos hasta en la
sopa a cualquier autoproclamada diseñadora que ni siquiera tiene taller
propio de costura, sino que le cose una modista amiga suya. El dueño de
Zara y el dueño de Mango son como el empresario Benjumea Puigcevert en
sus buenos tiempos, de quien se cuenta que tenía un jefe de prensa cuyo
único trabajo era llamar a los periódicos para rogarles que no
publicaran la foto que descuidadamente le habían tomado a don Javier en
un acto público. En esta depravación del famoseo, menos mal que
todavía hay clases y categorías, y que como se es verdaderamente
importante es no saliendo bajo ningún concepto, no estando todo el día
en los periódicos y en las revistas. Joselito el torero, José Arroyo,
se ha casado. ¿Usted ha visto una foto de la novia? ¿Usted sabe acaso
que tuviera novia? Joselito es un artista de la tauromaquia, no un
profesional de salir en los papeles, y lo tiene claro. Hay que empezar a
decir que lo elegante es no salir en los periódicos. Porque suena a
burda caricatura que se conozca como de la familia a ese tal Neyra, un
bailarín de tres al cuarto que dice que ha puesto una tienda de
corbatas, y que apenas se sepa el nombre del dueño de Zara o de Mango.