Se acercan las elecciones y empiezan los desgradacecimientos. Por ejemplo,
con el alcalde popular de Huelva, don Perico Rodri, cuyas y andanzas andan pregonadas en
un papel que le han sacado sus adversarios socialistas. Al alcalde de Huelva le han
formado un fandango por su generosidad. Se gasta 200.000 pesetas diarias en comidas, lo
que no sé cuánto será en euros. Con 200.000 pesetas de facturación vive un
restaurante. Los opositores de don Perico dicen que con ese dinero viven muchas criaturas
sólo porque estamos acercándonos a las elecciones. Lo que hace don Perico, y no se
quieren dar cuenta, es promover la industria onubense de la hostelería. Más que unos
papeles poniéndolo de trincón y de mangón, de currador de mesas y manteles, yo pediría
una Medalla al Mérito Turístico para este hombre, o la Placa Savarín, si ahora la
hubiere, porque ya es mérito el suyo, que sólo en la Navidad se gastó veinticinco
millones de pesetas en convidadas. Eso se llama favorecer a la pequeña empresa, fomentar
la iniciativa empresarial y esas cosas.
¿Qué sería de los restaurantes si los
políticos no tiraran tan generosa y desprendidamente de tarjeta Visa Oro? No hay mejor
forma de redistribución de la riqueza que el generoso espurreo de nuestros impuestos por
los restaurantes, ora de cinco tenedores, ora de cuatro. Vas a un restaurante buenecito el
sábado por la noche o, si abre, el domingo a mediodía, y está vacío. Preguntas al
metre y te dice: "Es que como hoy no vienen los políticos..." Y en vez de
gloriarnos de cómo el alcalde de Huelva apoya a las empresas de restauración, van y le
forman el tiberio. Desagradecidos, que sois unos desagradecidos.
Y luego pero no al final, los cafelitos.
Juan Valdés el de Colombia es una mierda pinchada en un palo al lado del alcalde de
Huelva. Este hombre promueve la industria colombiana del café, por aquello de que Huelva
es tan colombina, como no se pueden imaginar. Convida a café diariamentre a cien
personas, y en vez de gloriarse de ello, la oposición dice que se gasta veinte mil duros
al día nada más que en café. ¿No comprenden que así estrecha los lazos de la orilla
de las tres carabelas con Brasil, con Colombia, con Puerto Rico? Más que censurarlo, hay
que adnmirarlo. Perico Rodri paga a veinte duros el café de sus cien convidadas diarias.
Cuando nosotros estamos pagándolo a 125 y a 150. La interpelación que yo le haría
sería: ¿Dónde encuentras esos cafés tan baratos, Perico? Como tan buen cliente, seguro
que le hacen precio.
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