Dejamos sentado aquí, teniendo en la mano una sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía, que el currismo es una eximente, en tanto en cuanto
forma de entender la vida, mediante la cual los trabajadores despedidos por defender a su
Faraón deben ser readmitidos. Todo el mundo celebra el texto que sienta currisprudencia y
alaba la calidad jurídica de su ponente, el magistrado señor Romero, hombre, se iba a
llamar Gómez, Romero tenía que ser.
Pero ese magistrado o bien no sabe nada de
Derecho, o bien no sabe nada de currismo. He consultado a los catedráticos de Derecho
Currista de las Universidades andaluzas, así como a expertos en la práctica del Derecho
Político y me advierten graves carencias en la tan comentada sentencia. Al magistrado
señor Romero se le fue el santo al cielo al redactar su sentencia, pues no citó claros
antecedentes jurídicos y procesales. Antes que esta sentencia enriqueciera la práctica
del Derecho Laboral con la tipificación del currismo como eximente, dicha circunstancia
atenuante fue ya tenida en cuenta, y no una, sino dos veces, por los felipistas. No en
vano el felipismo de pata negra procede de la Cátedra de Derecho del Trabajo del Sevilla.
El primero que en España usó el currismo
como eximente fue Alfonso Guerra en persona. Cuando armó la que formó en Vila Real de
Santo Antonio al saltarse la cola del transbordador del Guadiana y pedir el Mystere,
recordarán lo que dijo: que mangó avión público para uso privado porque tenía que
llegar a tiempo al rito currista del Domingo de Resurrección en Sevilla. Pero no hubo
sólo ese antecedente de derecho olvidado por su señoría Romero al citar al señor
Romero como fuente de Derecho. Cuando Chiqui Benegas estaba largando por la motorola,
recordarán, aquellas escuchas del bastón blanco y de dios con minúscula, ¿dónde iba?
Pues como Antoñito el Camborio y como el camborio de Guerra en el Mystere: a Sevilla a
ver los toros. Pero no a ver al Fundi ni a Oscar Higares, sino a ver a Curro Romero.
Claro que en estos dos casos de la
currisprudencia, los posibles beneficiarios de la eximente escaparon peor, porque se
trataba de práctica del Derecho Político, no de teoría del Derecho Laboral. Mientras
que al trabajador de la bronca el verdadero currismo le valió la readmisión, a los
fingidos curristas les costó el puesto. Porque una cosa es una eximente y otra una excusa
usando el santo nombre de Curro en vano. Currismo de ojaneta, vamos...
|