ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 21 de febrero de 2015                 
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Marineando palabras

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Hoy en nuestras sabatinas dedicadas a las palabras sevillanas en trance de pérdida por desuso no hay clase de fonética hispalense, eso de que aquí las cosas se escriben de una forma y se pronuncian de otra. Por ejemplo, ahora en el XXX aniversario gozoso de sus gloriosas croquetas y de la más clásica cocina sevillana, se escribe Antigua Casa Ovidio, pero se pronuncia Casa Ricardo. Y no hay fonética hoy para no cansar: para no hacernos jartibles. Palabra esta última, jartible, más gaditana que sevillana, pero que ya ha hecho más fortuna en nuestra Ciudad de la Guasa que en aquella Ciudad de la Gracia. Hoy vamos por derecho con las palabras que están dando las boqueadas y que nos mandan los lectores como quien las entra en la UCI de la clínica del Sagrado Corazón, cual uno que yo me sé, para darles larga vida. Vayamos, pues con ellas. Del tirón. -

Marinear: el DRAE dice que es "ejercitar el oficio de marinero", pero el DRAE, en materia de habla sevillana, está más despistado que una chiva en un garaje. Por ejemplo, que en el garaje de Autos Tavares en la calle Bécquer. Marinear en Sevilla no es ejercer la marinerìa, ni embarbascare como un balón infantil en un balcón o un pandero en los cables de la luz. Marinear es trepar por un palo con destreza; o subirse a un árbol rama a rama; o hacer equilibrios dificilísimos. Por ejemplo: "Hay que ver lo bien que marinean los chavales de Triana por el palo de la cucaña para coger la bandera."

Postilla: costra que se forma en una herida al cicatrizar. "Niño, no te rasques más la postilla, que te va a salir sangre otra vez".

Enseguía: adverbio de negación sevillanísimo. Es el contrario del afirmativo "no ni ná". Enseguía (de "en seguida") suele significar justamente todo lo contrario de lo que expresa: algo que nunca va a ocurrir o que nunca se va a hacer. "Niño, ¿vas a bajar tú hoy la basura?" "¡Enseguía!". "Me han dicho que tu cuñado, como está parado y no encuentra trabajo en lo suyo, se va a colocar de peón de albañil". "¿De peón de albañil mi cuñado? ¡Enseguía!". Enseguía, como pueden ver por estos ejemplos, significa la más de las veces "poco menos que imposible".

Terno: traje de caballero. Por las tres piezas que lo componían, chaqueta, chaleco y pantalón: "El padre de los Franco fue el que impuso el terno negro para los capataces de Semana Santa".

Apio: sarasa, dicho sea sin homofobia de ninguna clase, no vayamos a tenerla. (Incluso la propia voz "sarasa", por la dictadura de lo políticamente correcto, es ya un arcaísmo sevillano, que apenas se oye. Y que se oiga, que menuda denuncia por homofobia que te meten para el chaleco. Para el chaleco sin terno, por supuesto.)

Panete: socorrido personaje, dicen que jerezano, en cuya madre todos se acuerdan para defecar a modo de insulto impersonal, que las más de las veces es un improperio contra uno mismo, frustrado ante una imposibilidad: "¡Me cago en la mare que parió a Panete, que se me ha olvidado ir a pagar el IBI y hoy era el último día sin recargo!".

Mandilón: babero, baby. El que usaban los dependientes de las tiendas de ultramarinos.

Escacharrao: roto, descompuesto. Especialmente aquellos objetos que tienen mecanismo: "Tengo que ir a la calle Monardes a ver si Ramiro me arregla este reloj, que se me ha escacharrao".

Panoli: tonto, acarajotado. Panoli se es y de panoli se ejerce. "Menudo panoli está hecho Manolito". "¿Pues dónde me dejas a ése que viene por ahí haciendo el panoli?".

Faltriquera: el DRAE sí recoge perfectamente los significados sevillanos de esta palabra: "Bolsillo de las prendas de vestir. Bolsillo que se atan las mujeres a la cintura y llevan colgando debajo del vestido o delantal." Aunque las modistas ya no los hacen. Y esa abuela que le dice a la nieta: "Niña, cuando te hagas otro traje de flamenca, dile a Lina que te ponga faltriquera, como a mí me las ponían las Pardales". Pues con esos trajes de flamenca tan ajustadísimos y tan complicados para entrar las señoras al baño en las casetas, ¡cualquiera les pone debajo una faltiquera! ¿Verdad, querida Lina?

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