"Este
niño tiene algo en la cabeza", decía de aquel alumno el maestro de la escuela de
Villa del Río. En la escuela del pueblo cordobés había un niño prodigio, un Mozart de
la poesía, que hacía unos versos preciosos en su ingenuidad. Como aquel niño prometía
tanto, alguien mandó una de aquellas poesías a Federico Algarra, propietario de Radio
Córdoba . Matías Prats Cañete se llamaba el puñetero niño. Y como el verso que
habían mandado a Córdoba gustó tanto al director de la estación EAJ 24, lo llamaron a
la capital, como un Joselito un chaparrón de años antes, como un Arturito Pomar sin
ajedrez:
-- Que venga ese niño a Córdoba para recitar
sus versos cara al público en el programa de Navidad...
Y allá que fue el niño prodigioso. El poema
que leyó ante el micrófono el niño Matías de Villa del Río estaba dedicado a los
Reyes Magos:
- Los Reyes Magos de Oriente
- llegaron de madrugada
- ¡Mira¡, ¿ves estos bombones?
- pues me han traído dos cajas.
"Aquel niño poeta, a medida que avanzaba
en su recitado --ha contado Federico Gallo--, iba revistiendo con los ornamentos de los
reyes de Oriente, capa larga y turbante, barba florida y corona, a las figuras del
director de la emisora y de su propio padre, que habían puesto en sus manos lo que iba a
ser el más preciado juguete de su vida: un micrófono."
El micrófono, o la poesía. Matías Prats
pasa por un locutor, por un maestro de la radio, cuando en verdad ha seguido toda su vida
haciendo lo mismo que en su debú con picadores en forma de Reyes Magos en EAJ 24 Radio
Córdoba: decir poesías. Nacen los cordobeses dotados de todas las armas del arte de la
palabra, y a Góngora, a Pablo García Baena, a Ricardo Molina, a Juan Bernier, a Mario
López me remito. O a Matías Prats. Si pasan ahora por la memoria las cintas de las
retransmisiones de partidos o de corridas de toros de Matías Prats, verán que en sus
palabras había ritmo, imágenes arriesgadas, metáforas. Culto cordobés al lenguaje.
Gongorinamente, Matías Prats ha levantado altos muros y excelsas torres en el arte de la
palabra al servicio de la imaginación. Realismo mágico. Narró el gol de Zarra a
Inglaterra en Maracaná y España entera no solamente estaba viendo el gol, sino marcando
todos los españoles un tanto a la Pérfida Albión. ¿No es Góngora puro, Góngora del
"Polifemo", llamar Pérfida Albión al equipo de Inglaterra cuando le marca un
gol Zarra? Que, naturalmente, y gracias a Matías Prats, España entera aprende a decir
que se llama Telmo Zarraonaindía. Hay que ser un poeta del micrófono para poder decir
Zarraonaindía con ese ritmo y esa armonía... y encima para que España entera aprenda a
decir algo tan difícil como una boina de Tolosa en forma de apellido.
Bueno, aprendíamos que Zarra era
Zarraonaindía y aprendíamos que había nacido en Asúa el 30 de enero de 1921, que se
crió en Munguía y que empezó jugando en el Erandio. En medio tiempo un partido de la
selección radiado por Matías acababas sabiendo el nombre del caserío de la prima de la
tía de Baracaldo de Telmo Zarraonaindía, y el nombre de la vaca más gorda que había
dejado Campanal allá en sus verdes brañas antes de venirse a jugar al Sevilla F.C.
Matías Prats ganó para siempre el Pichichi con su gol de Maracaná, que yo creo que lo
marcó más el locutor que el locucionado Zarra, y sigue ganando cada día el Pichichi del
Espasa. Matías Prats tiene en el disco duro de su prodigiosa memoria un Servicio de
Documentación que hay que reírse del Archivo de Simancas. Está retransmitiendo una
corrida de toros de Rivera Ordóñez, va con los palos Hipólito, y dice:
--- Y ahí ven a ustedes dirigirse hacia los
medios a Hipólito, por cierto, primo de Salvador Távora Triano, el gran autor teatral,
que también fue novillero y que a las órdenes de Salvador Guardiola Domínguez actuaba
en el coso balear la funesta tarde en que el caballero en plaza hispalense, de la familia
propiciatoria de El Toruño y del hierro de los Pedrajas, halló la muerte en Palma de
Mallorca...
Matías Prats inventó el fútbol codificado.
Aquel poeta de Villa del Río, aquel Góngora del micrófono, codificó el lenguaje del
fútbol que desde entonces se sigue usando. La metáfora mitológica de Cancerbero
aplicada al portero. El tropo literario de la parte por el todo de llamar trencilla al
árbitro. La alta estrategia de la posición teórica, la posición teórica del delantero
centro, la posición teórica del defensa central. Poeta de la geometría del punto de
penalty. Poeta del tiempo de cuando van transcurridos veintidós minutos de juego en La
Rosaleda el marcador continúa 1 a 0 a favor del conjunto malagueñista... Aquel niño de
pantalones cortos de los versos a los Reyes Magos nos sigue trayendo el regalo de sus
poemas de fútbol o de toros, el Archivo de Indias de su memoria. Al fin y al cabo, es un
poeta de Córdoba que inventó el gongorismo del fútbol. Un creador de palabras y de
imágenes que inventó el fútbol codificado para que lo viéramos siempre en abierto
gracias al prodigioso don de su palabra.