Como saben, los lectores nos dan hechas, o por lo menos medio encarruchadas, gran parte de estas sabatinas sobre el habla sevillana, de la que la Real Academia Española no se entera, regaéra, e ignora en las entradas de su Diccionario. Y cuando aprueba alguna acepción sevillana, es como una entrada de favor, un pase de válvula, "un oficio", que se dice en el lenguaje de los toros; y le pone por delante la cuarentena de "And.", "arc.", "desus." o "vulg.", para que se vaya enterando su nuevo correspondiente en Andalucía, nombramiento en el que los apoltronados en los sillones de la calle de Felipe IV, como suelen con todo lo hispalense, han olvidado o ignorado intencionadamente que entre los numerarios de la Real Sevillana de Buenas Letras hay dos catedráticos que han dedicado su vida al estudio y exégesis de las hablas andaluzas, cual don Antonio Narbona y don José María Vaz de Soto. (Si no lo digo, reviento, y no quiero empezar el año reventando.)
Los lectores, venía diciendo, nos envían voces sevillanas que no encuentran en el Diccionario o que han dejado de escuchar en su vida diaria. ¿No se gasta la Junta un fortunón en preservar los linces en Doñana? Pues nosotros, sin que le cueste al contribuyente un duro (y no como pasa con la subvencionadísima RAE), tenemos aquí una especie de Doñana de las palabras y las expresiones sevillanas, una reserva natural para salvar un habla en trance de extinción.
Estrenamos año con el envío completamente informático y cibernético (y todos los esdrújulos que se les ocurran) que nos hace un lector gracias a las nuevas tecnologías. Por cierto, ¿se acuerdan cuando se hablaba de "las autopistas de la información"? Pues ya circulamos todos por esas autopistas, en las que, además, no hay que pagar peaje en Las Cabezas. Y por ellas nos envía este lector la foto de un letrero que ha visto en estas fechas vesperales de Reyes Magos en un establecimiento. Pone: "Se apartan bicicletas". Apartar... ¡Qué verbo más nuestro, y qué mal lo entiende el Diccionario académico! Este "apartar" del letrero, como el clásico "se apartan juguetes", no es "separar, desunir, dividir" ni "alejar, retirar", como define el DRAE. Es reservar un determinado artículo que el cliente se compromete a comprar bajo palabra (concretamente bajo Palabrita del Niño Jesús) sin abonar señal o adelanto alguno como anticipo de la compra. "Se apartan géneros" ponía en muchas tiendas de tejidos, donde el dependiente te reservaba los metros que desearas de la pieza que habías elegido para más tarde comprar el corte de traje para llevarlo al sastre o de vestido para el taller de la modista o de una costurera la mar de apañada. Método de compra sevillanísimo, que no tiene nada que ver con la "dita", que era ir pagando a plazos un artículo que te reservaban, pero que no te llevabas hasta que no habías abonado íntegramente. La dita sevillana es el "lay away" comercial de Estados Unidos, que hemos visto en tantas tiendas hispanohablantes de Florida o Puerto Rico.
Y este "Se apartan bicicletas" que en foto nos manda el lector tiene, además, su insólita gracia. El único sitio de Sevilla donde se apartan bicicletas es en las tiendas del ramo. Porque en las calles, las bicicletas no se apartan: eres tú el que tienes que apartarte de ellas, si no quieres que te arrollen. Y no en los sacrosantos e intocables carriles-bicis, sino en las calles peatonales por las que estos dictadores sobre dos ruedas, con municipal beneplácito, circulan con toda arrogancia con el cuento de la movilidad y la sostenibilidad.
Y más significados sevillanos de "apartar" que la RAE ni huele. "Apartar" la comida es servirla: "Niña, dame el cucharón de apartar". O el taurino: el "apartado" de la corrida que ha de lidiarse por la tarde, rito de la Fiesta solemne e intimo. Tan restringido, que en los días de toros te encuentras a alguien por la Puerta del Arenal a la 1 de la tarde y te dice con mucho misterio y presumiendo, como si volviera de la tenida en una logia masónica:
-- Es que vengo del apartado...
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