Si ya
es mala suerte cumplir años en la fiesta de los Difuntos, con la de días que hay en el
año, es peor ventura todavía que se entere todo el mundo de que uno los cumple. Sobre
todo si se es mujer, cuando esa mujer, qué mujer, qué pedazo de señora, es Su Majestad
la Reina Doña Sofía. Dicen que la púrpura pesa más que un mes de casa y que la
modalidad de Corona, por aquello de Grecia, podría ser incluida entre las especialidades
olímpicas del levantamiento de pesos. Doña Sofía se ha levantado ella solita, a pulso,
el prestigio de una Reina. La baraja española no tiene Reina, sólo Rey. La Reina es de
la baraja francesa. El Heraclio Fournier de nuestra Historia sólo reserva a las Reinas
papeles de católica, como Isabel I, de castiza, como Isabel II, o de extranjera, como
Doña Victoria Eugenia.
Los españoles le tienen ley a
la Reina. Le arrean en toda la Corona con ese topicazo de que" es una gran
profesional", tan obvio y tautológico como decir que Saura es un gran director de
cine o que Chillida es un gran escultor. Y todos los años, queriéndole dar un homenaje,
le hacemos una jangá. Ya se lo advirtió el Rey, con Franco aún de cuerpo
presente, más tieso que las mojamas de Barbate, recién restaurada la Monarquía:
-- Sofi, hasta ahora nada más
que yo sabía la edad que tenías. Lo malo es que ahora se van a tener que enterar todos
los españoles.
En el pecado de ser la gran
diseñadora de los modos, modas, usos, costumbres y ceremonial, en plan Laura Ashley, de
las sobrias cretonas y los cómodos butacones en forma de Trono de esta Monarquía de
Diseño que ha olvidado intencionadamente las tradiciones históricas, lleva Doña Sofía
la penitencia de que todos sepamos la edad que tiene. Ea, tome Vuestra Majestad
cumpleaños, como Isabel II de Inglaterra... Lo tradicional en la Monarquía Española era
que se celebrara el día de santos de los Reyes, no su cumpleaños, que eso es
completamente anglosajón, Tudor como las pilas, y nada hispánico. Los españoles sabían
que San Ildefonso era el 23 de enero, pero no cuántos años, ni cuándo, cumplía Don
Alfonso XIII. Sabían cuándo era Santa Victoria, pero no los años que tenía la Reina.
Qué colectiva falta de
consideración y de tacto con una señora, siendo esa señora tan encanto como Doña
Sofía. Ea, toda España sabe ya que tenemos de Reina a una sesentona, lo cual suena muy
mal. Paradójicamente, en esta España en la que la edad de Sarita Montiel, los años de
Marujita Díaz y el carné de identidad de Carmen Sevilla son poco menos que un secreto de
Estado, todo el mundo se ha enterado de que la Reina cumple hoy sesenta tacos como sesenta
bellos soles del amanecer en el Partenón. Por la parte que me toca, Señora, cierro los
ojos al almanaque. Las señoras no tienen edad. Y si esas señoras son, además, Reinas,
no hay para ellas tacos de almanaque ni tienen otra edad que la serena madurez de su
prudencia.